Tres palabras, solo tres palabras que no recuerdo.
En mis oídos reverbera la canción del nácar, tu
ilación de verbos ensartados, los rubís que los
adjetivos muestran con la epifanía del lugar,
del tiempo, del color.¡Qué ambigua la escalera
donde los significados brotan como óvalos de luz!
Yo te entiendo cuando hablas y te entiendo más
cuando no hablas. Yo me creo las verdades que
encienden tus mejillas, tras la locura de un
pensamiento que no finge. Yo descubro en el
mensaje de tus párpados la convicción serena
de quien fluye de si hacia los paraísos azules
del mañana. Y es que ya eres otra en el instante
en que mientes, y es que no hay una razón para
las historias sin final, porque siempre en la traición
las sombras eligen el lado impuro, la cicatriz ausente
de la huida.
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