La cercanía lo es todo. Porque vibra
la misma piel y la voz no calla. Porque
una mirada entiende la sombra de otra
mirada y no hay más edad que el abrigo.
Tú y yo como pájaros que se aventuran
en un cielo sin luz mientras el tráfico,
los días, la sinrazón de la costumbre,
los roces impertérritos nos niegan su
sol. No importa, aquí está tu palabra
en la mía, la mía en la tuya como un
imán que no reconoce las rutinas,
que se vanagloria de ser el caos,
la quimera, la ilusión, la ceniza
de un tiempo irresoluble. Ven
abrázame ahora que aún somos
la noche.
Que final. Precioso, aun somos la noche
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Sandra, por pasarte por aquí y comentar. Un abrazo.
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