¿Por qué es más fuerte
la presencia física de la casa,
hoy que es tan solo un recuerdo?
Siento el olor cálido de la hogaza,
el perfume leve de las flores
en el jarrón dibujado,
el aroma de las manos recién lavadas
sobre los cabellos de la niña.
Escucho el osario invisible del hogar
como un vientre dulce, el corazón de las paredes
con su ritmo armónico, los gemidos del papel
cuando mi padre escribe oscuras sentencias
que desconozco.
Pruebo los postres con la imaginación del perdedor,
la carne que se diluye entre los dientes
como entregada al festín,
el caldo con su gusto extraño
a tierra y savia.
Poso mis dedos en sus rugosidades,
en la lisura del ventanal,
en las molduras arqueadas,
en los muebles que ya no existen.
Miro dentro de mi para ver la casa,
para ver su enorme consistencia de animal vivo,
su omnipotencia sin máscaras
en los días que aún me quedan.
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