Hasta aquí el singular ejercicio de mi yo. El
después y lo que antecede a la conciencia.
El vástago que no hereda la palabra, la casa
que olvidó su nombre, la verdad oculta tras
los ejes del miedo. La derrota en los picos
de la comodidad, el león abstracto que no
ruge, mis cimientos sin ángeles.
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