Lo que ha pasado no es más que historia.
La primera luz, la noche,
el sonido del mar,
el deseo bajo la fragua de tus ingles,
los rostros vírgenes de lugares aún no conocidos,
la estrategia de sentirnos uno.
Mira cómo en la pantalla de tus ojos
la nieve no crece, mira el continuo sol
que adora el recuerdo.
El primer automóvil, tu vestido de flores,
la camisa vaquera que anida en la virtud
de una fotografía guardada.
Tu cuerpo desdoblándose
en el cristal de una ducha,
los pasos que te llevan a mi cama
para siempre insomne.
Y la sensatez de los caminos
que unieron lo posible con lo imposible,
la sinuosidad de la vida
que ampara este verbo que llega a ti;
lo mismo que tu palabra
cuando en nosotros anticipó la singladura
de un hoy
que ya no será otra vez
presente.
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