Para qué me sirvió la palabra, el corazón entregado.
Pasan los trenes como virgos sin ayer, la ciudad
inhóspita se adorna con monstruos y fantasía.
Pero yo aún quiero la verdad de un sí en tus
ojos que fluyen. Puede ser que un instante
no ambicione el regreso, puede que los rastros
de un mantel imploren la oración desmembrada
del renuncio. Sólo son caricias que han nevado
en el soplo triste de la fatuidad. Otros caminos
lloveran en tu nombre, una equis de misterio
aún te salva cuando el cuerpo que has sido
vuelve a mi, calle arriba como un mensaje
otoñal en este agosto invertido.
Excelente recuerdo, Ramón. Feliz y fructífero año nuevo. Salud.
ResponderEliminarMuchas gracias, Julio, lo mismo te deseo, feliz año para ti y los tuyos.
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