He confundido los elevadores con las venas del tiempo.
Un rostro, dos, los ventanales que engullen el mar,
el quién y el aquel en la pregunta de un teléfono móvil.
Son opacos los sentimientos, pero la sincronía escribe
flores negras en el devenir que sucumbe como la ola
naufraga.
El día mira el azul y las góndolas prohibidas.
El reloj late horizontal como un murmullo de ciempiés.
Son las horas el infantil quejido de esa luz
que vaticina su ocaso de inmemoriales espejos,
su voz de nauta.
Me gusta leerte Ramón , me gusta......
ResponderEliminarabrazos
si estás de vacaciones disfrútalas...
(hoy era un día grande, pero es una mala pesadilla para Galicia, para España...)
Muy mal día, Antonio. Está mañana tenía que ir a Villagarcía de Arosa y al pasar por la autopista de Santiago a la altura del lugar del accidente pude ver la escena con el tren accidentado y la verdad es que me quedé impresionado. Gracias por hacerme saber tu paso y mi deseo de que disfrutes de un buen verano. Abrazos.
ResponderEliminarGrandisimo poema Ramón, mi feicitación con un abrazo y mi admiración siempre profunda
ResponderEliminarCarmen
Gracias, Stella, por pasarte por aquí y dejarme ese bonito comentario. Un abrazo.
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