Y es que en fin la oruga volvía a levantar cabeza.
En mi habitación, conversando con la luz,
sobre la cama un libro de Bataille,
con sus infatigables delirios
sobre el amor, el sexo
y la muerte.
Si, me digo, el antiguo conflicto entre eros y tánatos,
el impulso suicida igual que la nostalgia
por un tiempo sin fe.
Y todo antes de que la inocencia sucumbiera en manos de la culpa....
“Tu padre morirá de cáncer”, eso dijeron.
Supongo que él esperaba alguna forma de gratitud
o de piedad
o quizá el bálsamo de una mentira.
¿una mentira?
La fe pende de unhilo, es fácil perderla, la vida nos ahoga y hasta tira la silla que nos sostiene y nos suicida, es dificil de entenderla.
ResponderEliminarLa verdad puede ser la soga.
Un abrazo
Muy razonable me parece lo que dices, Sandra. Gracias por pasarte por aquí y hacérmelo saber. Un abrazo.
EliminarAsí es. La fe es lo que puede hacer que nos mantengamos vivos, aunque nos tambaleemos.
ResponderEliminarSaludos!
Opino igual que tú, Francisco. Gracias por pasar por el blog y dejarme tu comentario. Un saludo cordial.
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