jueves, 22 de noviembre de 2018

Otro lugar, otra vida

Se pega el lagrimal de la nieve a mi cazadora gris
como un perdón de agua. Es la noche del principio
cuando los alguaciles del tiempo derraman una historia negra.
No finge navidad el cristal del comercio ni villancicos amables
rozan mi sien inhóspita. Creo que el reloj marca un enero sin jardines,
una fiebre de blancos ejércitos sobre la arena de la playa
o mensajes que nadie interpreta bajo el farol del olvido.
Mañana el tiempo será ola abierta en un tren que atisba su soledad.
Otra vida surge en los bolsillos como una planta de mar
que halló su cáliz entre chumberas y acentos dulces,
más allá del verdor, en los cráteres de una isla que muere
al sentir mi desazón de hombre perdido.
Pero hay voces y cuerpos, piel y un infinito cosmos de palmeras,
hay trinos de pájaros que no conozco y parques de flores tropicales
que revientan la luz. Desde el frío no se ve la cálida sombra del futuro,
me alejo para decir que siempre se abre un ojo de esperanza,
que nadie escribe epitafios de juventud,
que en la cruz del mañana se entenderá el soliloquio que fuiste
antes de entregar al viejo Caronte tu óbolo.



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