lunes, 13 de abril de 2015

Habitación beata



En ese cuadrado de luz vives tú.

Con tu araña invertida
y el camafeo rojo
y la doblez de un infinitivo
que dora las sábanas
en un rebumbio amargo.

Hay habitaciones que son un corazón de viernes,
regresan al solsticio con el hambre de las panteras,
se arrodillan ante el crisol que las nombra.

Aquí el hueco de un rosario,
el misal de los relojes,
la perlas como un cilicio en el secreto
de tu piel.

Cubre las paredes la quietud del deseo
en horas de púlpitos
cuando el mediodía es nieve
y un solo candor se refugia en las axilas.

Eres tú el abrazo o la continuidad del ojo
que desoye en tu ser las auroras
o el silencio que llegará dócil
hasta la caoba sin alas,
hasta la fotografía que suda
el oscuro eclipse del adiós.





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