miércoles, 15 de abril de 2015
El Palacio
Azul y blanco sonríen al día.
El edificio impávido refulge al sol
como una novia triste.
En su interior las imagenes son recuerdos,
pedazos de historia, insultantes poses
de inmortalidad.
Me gusta este artificio de mármoles cálidos,
de estuco y tapices,
de arañas vertebradas en el cristal
como pájaros de luz.
¿Qué soñaron los que ya no pueden soñar?
¿La gloria de imperios y naves, los féretros dulces,
la insolencia y el poder?
Afuera la vida es un río gris
donde las miradas se alejan hacia rutinas sin paz.
Solo deseo que este tiempo no crezca
que este instante perdure
en la memoria febril
de
mis
ojos.
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