miércoles, 21 de mayo de 2014

Ciudad de abril



La estatura del color,
su labio inútil.

La ciudad esgrime pedazos de silencio,
el deterioro de sus arterias humedece
la plenitud del día.

Los ríos quisieran abrazar su seno,
darle sentido a la historia,
conmover los muslos de un extraño duende,
esconder la patria de los lienzos
en casas sin luz.

Nada hay más frágil que la desnudez del misterio
cuando asombra el vestido de la hoz,
la cinta esmeralda que engalana
la viudedad de las agujas,
el dormido espolón del frío.

Y es que tras el dulzor del instante,
aparece la estampa que cuelga de postales inhóspitas,
su singular ausencia
de niña estéril.

Cruzan la plaza hábitos sin idioma,
la palidez de la catedral enseñorea su vientre
de escalinatas y olvido.

Acechan galaxias de entretiempo,
los sudarios violeta cobijan un verdor de mansedumbre,
en el circulo inmenso de los ventanales
pájaros sin nombre arrullan la quietud
como lánguidos herejes
ya muertos.

En la soledad de abril las campanas flotan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario