Apenas el esbozo del intento.
Se filtra la luz en el cúmulo de la rodilla,
descubres el incendio de la noche,
el manantial de fuegos artificiales
que poblaron tu hondonada.
Acercarse con el latido en la sien y los dedos trémulos,
rozar ese intersticio que la dermis deja en la duda
al chispear el frenesí del rótulo azul.
Y acariciar los espejos ciegos con el labio imberbe
que sufre la quemazón de su candil.
Ya todo sábanas el rebumbio del ser,
cueva por traducir el aliento del perdón,
ósmosis de vientre y tactos,
de singladuras aciagas
o paraisos de virginidad.
Habrá color de sangre y pómulos rojizos,
habrá aurora en el parteluz de la ventana
y un amanecer del cuerpo hacia la vida
desde la naturaleza del sexo y sus recónditos
altares.
¿Es, tal vez, la pasión un caballo que se hunde en la niebla
como una lid en el oscuro enigma del himen?
Te recuerdo y no soy yo, solo eres tú entre mi sed y el misterio.
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