miércoles, 6 de marzo de 2013

Un dia cualquiera



En la humedad de las campanas no existe un sol.

El camino visita los ojos grandes del mercado,
la suavidad atlética de las estatuas, los trinos del alba.

Hay un mensaje que ignoro, lentas cuadriculas vigilan
mi paso,¿adónde el eco gris de las margaritas, su fulgor
de jardines inmóviles?

Una vez mi hogar fue piedra, su oración resplandecía
ente pilastras y miedo.

Me acostumbré al cántico de la lluvia roja(porque su aura
desnudaba mi destino y su caricia era pátina en los labios
siempre presentidos, tras el árbol del ingenio, en la memoria
de los duendes)

Me quedan los minutos voraces del neón, las caricaturas de un día
alegre, el son inconmovible de los lamentos en el jazz de tus falanges
de plástico.

Y es que llega el momento de la luz perdida, cuando tu palabra
busca el verbo que hiere y las banderas del iris bajan su músculo
hacia el vaso de peppermint, incendio de color.

Nada resucitó la raíz de lo comprensible, puede que su hábito
sea el disfraz, o puede que no encuentre en si misma la duda
o la apuesta que invoque un sueño.

2 comentarios:

  1. Siempre resulta ser un agradable paseo por tus letras y tu espacio, Ramón. Felicidades.
    Salud.

    Julio G. Alonso

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  2. Gracias, Julio, por la visita y por hacérmelo saber. Un abrazo.

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