Ese tren que ya no se anuncia,
el rubio infalible del deseo.
La armonía del pájaro que vive en ti,
la mirada que huye como un sol sin bondad.
Los mil lugares en que te buscas,
las sombras que te pueblan,
la semilla desconocida,
los cafés amargos.
Llueve como si el espejo que amas
te hablara a ti.
Solo a ti.
Te leo y aprendo.
ResponderEliminarEste poema -para mi- es buenísimo.
Me gustan esos poemas tan tuyos que en unos pocos versos me dejas pensando "joder, qué c....., cómo escribe"
un abrazo Ramón
Gracias, Antonio. Un fuerte abrazo.
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