jueves, 6 de marzo de 2025

El banquete de Heliogábalo


Bendecid al coro de los faunos que arriban con la música de la tuba

en los labios rojos, ah! deidad del sol que invita a mi carne al flujo procaz

de las estrellas, pedestales en la roca que vestí de guirnaldas, coronas y alelís:

ven tú frágil paloma que te vistes con la túnica vaporosa que transparenta

los senos y el vientre lujurioso, canta oh! sátiro tu canción festiva

tras el banquete de sabrosas viandas, de vino carmesí en las ánforas

de barro donde el dibujo colosal de los miembros se eleva hasta ensartar

la vulva blanca, corre el viento por la estancia con ecos de ninfas en la voz

que aúlla de éxtasis, frenesí de luna que rieló en la noche, altas estatuas

de un dios solar, vanagloria de la luz que vaga por mi ojos cohibidos

por las danzas y la armonía salvaje del furor, soy césar de nimbo blanco,

pámpanos entre los cabellos vagamente rizados por el aire vespertino,

golondrinas y pájaros sin negrura por el cielo simbolizan la gloria radiante

de la claridad, pesadumbre de otros dioses que imploran un pedestal

junto a mi cama de niño, presagios de aves cuyas entrañas predicen

mi nostalgia por las áridas tierras de El-gabal, racimos de sol en las higueras,

los olivos, el río donde lavó madre mis pies infantiles, nunca entendieron que la luz

es de oro y el destino un rayo que barre todas las creencias que hirieron

sus párpados ante el rostro etéreo del inmortal dios del alba y los amaneceres

púrpura, el disco que amarillea imperial y da calor a la vida de los hombres.

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