martes, 11 de marzo de 2025

El beso

 

La noche escribe lenta una oración de labios

que se rozan como si la partitura del amor

necesitara el canto de la lluvia en los alféizares

para sentir el fluido perenne de la dicha que dibuja

un mapa cálido en las alas de dos bocas sellando

el misterio de la eternidad, y es la cópula febril

un baile húmedo de panteras mordiendo la lujuria

del ansia que cierra los párpados en un delirio

fugaz, así el rumor de la fuente enjugando la carne

rosada con la lengua trepadora deslizándose por la cueva

sin luz donde el marfil del colmillo hinca su tridente

en el mar de las papilas hasta el fluir leve de un manantial

que une la silueta de los ríos en una sola cadencia,

en un solo latido de armónica pulsión hasta el éxtasis

que silabea un nombre, simplemente un nombre

que es deidad vertiéndose bajo el farol que adorna

con un racimo de luz la oscura sed de los amantes.

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