Introduce la llave en el ojo del bombín.
Gira de izquierda a derecha el mástil
que encaja perfectamente en la hendidura.
Sostén el níquel redondo con firmeza entre los dedos.
Haz la presión necesaria para descubrir que tu mundo sigue ahí,
inviolado.
Solo serán dos giros de tu ágil muñeca para retornar al paraíso.
Un paraíso donde no vivís nadie más que tú y los recuerdos.
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