lunes, 23 de diciembre de 2024

Ciudad marina

 



Tu yunque hiende el mar como un astrágalo de fina piel,

y es un corazón de ventanas abiertas tu músculo de albor,

hay en mi calle un aire viejo, curtido por la sal y la espuma

de un océano febril, galerías donde juega la sombra circular

de los pájaros con nubes grises como alas de algodón, y la lluvia

transparente, molécula en los cabellos de tu noche, en el brillo

líquido de tu paz, azota el halo de prístina melancolía, la corona

que viste de cristal el desnudo azaroso de tu acento dulce,

besan las orillas de tu cintura oleajes náufragos, restos

de cuadernas sin nombre de algún olvidado bajel, obenques

y mástiles, un fanal sin luz, un espolón roto, la mercancía húmeda

de las especias, la irisada piel del gasógeno, los petroleros

que abren su vientre como enormes ballenas que derramarán

sobre la flora vital de los océanos una pez oscura, ciudad

heroica, ciudad donde tu alta lumbre ilumina los sueños marinos

del pescador, ciudad que amamanta con su leche de mar al vástago

que soy, ciudad a la que debo esta indómita sed de atlante.


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