viernes, 14 de febrero de 2014

El espejo



El filo, el filo de la luz en la levedad.
Frágil el sueño, la vida del ayer en
el rostro infantil. Siempre es joven
el iris del duende, siempre la ceniza
se oculta como una flor ciega. Yo
soy yo en mi adiós de azogue, fósil
que ignora las propiedades del ardid,
la perspectiva de la curiosidad que gira
como un soliloquio invertido. Escucha
la palabra sin sol, que no sea para ti
eco de fabulas, un dulce ocaso que
miente. Palpa el cartón de la piel,
su cicatriz de insomnios y luego
dime: ¿te anuncias o quién eres?.

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