Atravieso la página en blanco,
húmeda como una lengua inasible.
Ver la luz solo en el gris de la ceguera,
así, desnudo, alzarme igual que un niño
entre la bruma,
soñar que es tu silueta ese cuerpo que se
esconde de la claridad,
compartir la nostalgia de la nube por un
cielo perdido
cuando derrotada ya es tan solo un coral
esponjoso,
un mar de gotas sin paz, una caricia de náyade,
diez mil cabellos líquidos sobre mi piel
que se baña
en su pureza de flor aún viva.
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