Los ángeles dorados te esperan. En el hotel todo es color,
suave músculo de bienvenida. Las calles parpadean de
un sentido a otro, sus rótulos son azules como tu nombre.
¿Hay un guiño acaso en las esquinas sin círculo cuando
tu imagen transita, roja, etérea, lúgubre? Buscaremos
la sonora carcajada de los espejos, el metro inmóvil que
acicala tus arbitrios, el frenesí de la golondrina cuando
divide la singladura en ayer y mañana, mi virtud que añora
los ejércitos de la ilusión. Hubo pasos que alejaron la fe,
la duda como un sol de largos brazos, el ansia que busca
un río donde el gris sea un pronombre infinito. Me perdí
en la orgullosa materia del paisaje, mi aliento dejó de ser luz,
lo mismo que una campana sin coro o tiniebla. Pasajero
de este día cálido, ya nada sobrevivirá a la memoria, nada.
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