lunes, 8 de abril de 2013
Visita al Escorial
Ya conocía el aire del norte. Sus altos
edificios de cristal y nubes. El paisaje
fue una derrota de encinas. Mi oro resplandece
bajo la lluvia como un osario perdido y azul.
¿Has visto la arquitectura de esta madre,
su corazón ególatra? Pronto las herramientas
lloran, la maquetas se oxidan como un pensamiento
vacío. Escaleras, muros, la estancia pobre de un sueño
que vanagloria los ecos de la inmensidad. Y después
el rico mosaico de los dioses- niños también-
en sus cunas de mármol. Pesa la memoria
como pesa la inapetencia del hoy. El frío encoge
los estantes de la biblioteca, no puedo seguir
el camino de este sepulcro inmortal. Me desvío
con mis labios doblados hacia el sur, en los
huesos de la tez vive el hambre. Mi hambre
de sol y cenizas.
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