Quisiera un sol en el camino del mar. Mi casa
de cristales ambiguos que repiquetean como
badajo en mi corazón de añil. Recuerdo la
geometría de un suelo inhóspito(a cambio
la bondad de los cuadros, la piel de las paredes
rugosa como un barniz de tiempo).Allí estabas tú,
sombra de madre, caída como un árbol de octubre,
intangible, con el dedo abstracto de la caricia roja.
Mil veces me pregunté por tu razón predecible,
había en tu grito el misterio de las hojas intactas,
lo mismo que el otoño cuando agita su serpentina
en las estaciones del frío. Cuando vuelva a mi
canto gris, de sábanas azules, de mercurio en la luz,
de sopor en la mirada ausente, de lujuria en la ceniza.
Cuando vuelva a los objetos que han mordido la huella
de mi presagio, reconoceré el oído insomne de mi
desventura, y en él seguirás tú, extraña efigie de mi ser.
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