Una vez más la oruga consiente.
Lluvia en los espejos, el bárbaro golpea
mi silencio,
mi luz
y mi aurora.
Es la estrategia de la mudez,
el óxido de la palabra.
Seguir y seguir hacia el puente nuevo,
la arteria hospitalaria,
los escaparates vencidos.
Aquí los pasos,
en el árbol solitario
que se aleja o no.
Goza lo oscuro en la claridad,
tus azules, el sol desmembrado, los ecos
de esta premura.
Sobrevive, si puedes.
"Sobrevive, si puedes." Lacónico y contundente final para un poema que se debate entre lo posible y deseable y lo inevitable, el fatalismo que nos persigue y atormenta, a veces. Siempre un placer pasar por tu bitácora, Ramón.
ResponderEliminarSalud.
Te agradezco la visita, Julio, y el comentario que haces del poema. Un abrazo.
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