No habrá quien cuente las habitaciones,
el espejismo de un desnudo, la raíz del ser.
Esta casa ha parido vientos de amargura,
sus paredes han vestido la luz del papel,
sus ágiles zócalos revientan como golpeados
por el azul de un sueño.
Hay una voz que regresa a la voz, y hay música
que va poblando la arquitectura del devenir.
Tres niñas, tres mujeres con un mensaje unívoco.
Mi sol de espejos, mi desnuda ausencia
en el salón hospitalario.
Las navidades sin carmín, el ojo exhausto
de la ceniza.
Podría nombrar el silencio de las grecas,
el timbre que nunca suena en mi nube.
Los años me devuelven a la habitación gris.
Es mi futuro el mástil de este barco que se llama edad.
Miro sus caderas(esmeriladas, torpes, afligidas
como un rosal marchito).
y siento la vida que fluye a pesar de mi.
Inmortal.
La vida va fluyendo...que fluya, mejor así.
ResponderEliminarQué grande Ramón...
un abrazo
Gracias, Antonio, por pasarte por aquí. Un abrazo desde Coruña.
ResponderEliminar