Quiere jugar pero es muy torpe; empuja, golpea,
arrastra las hojas caídas, hace vibrar los cristales,
mueve los cabellos del árbol, encrespa la ola
en bucles blancos, le falta la ternura del niño,
no habla, silba locamente como queriendo
avisarnos, no te aproximes a mí, no juegues
conmigo, quédate en tu casa porque soy un río
que te lleva a donde tú no quieres ir, a ese lugar
donde tus pies ya no pisan la luz que te guía
ni tus piernas avanzan como un tren cuyo
destino asoma en el portal sereno de tus ojos.
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