Era octubre y no llovía,
aquí que siempre llueve.
Los gin tonic baratos,
las conversaciones gastadas,
el hastío igual que una flor herida.
Las medias negras y la falda roja,
un suéter ajustado,
el carmín y el khol
eran el disfraz de su cuerpo.
Mi rostro en los cristales
desnudo como un trébol sin hojas,
y la noche pacientemente esquiva
en las ventanas sin luna.
De nuevo regresa octubre,
pero hoy sí que llueve.
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