Pudiera haber sido el principio de la nada.
Pero no fue así. Se tomó la decisión correcta,
se abrieron las puertas a la vida, también
al azar de la fortuna o el dolor. En ocasiones
la llama se quebró como un mal sueño.
En otras algo parecido a la felicidad
cantó con su voz menuda. No eres más
que un pedazo de tiempo escrito en
una piel ya vieja. Ni un nombre
quedará, ni una huella, ni un latido.
Sólo la semejanza de la especie,
sus pasiones o sus miserias como
reflejo de ti.
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