En los girasoles del idioma el río calla. 
Has sido herrumbre y sal, casi el maquillaje 
de una pantera roja. Nos pueden los dragones 
y el misterio barato de los eclipses.Tú buscas 
el orden, la simetría del jardín o los ombligos 
inútiles del destino.
Me resultaba fácil sentir la virtud en el frío de una estatua, 
el párpado multicolor, la ceremonia de las mareas 
cuando una letra es un sol ambiguo en tu atmósfera 
de nieve. 
Demasiados versos por construir, demasiada la luz 
cuando las hormigas arrojan su desnuda semilla de maldad.
¿No reconoces el murmullo de los parques bajo una acuarela gris
o quizá el paraíso de los cisnes no halló al fin tu viento de luna?
Ya no regreso a lo que el hoy me oculta, tus alientos sin cáliz, 
los cristales de un rojo infantil como lápices del horror.
Hubo mordaza sobre un puente de granito y mensajes 
de metal en orgullosos cuadros innombrables- pero 
también el hospicio o el hogar con serpentinas 
en los puestos de un mercado ojeroso-. 
Late el río como un dormido caparazón, en su enhiesta cruz 
las golondrinas ejercen su soliloquio de almíbar.
Tú volverás al fragor de la fe, dentro de ti las amapolas 
de un noviembre cernido de púas, algo así como el porvenir
naranja de un niño muerto entre tu ceniza y tu círculo. 
Llagas de un frenético y dulce hospital. Las mil caricias 
del picaflor cuando blande sus orificios de diadema. 
Tan cerca de ti, pero tan lejos.
Leyéndote, esta vez desde Palencia.
ResponderEliminarUn abrazo, gran poema.
Siempre es una alegría verte por aquí, Antonio. Palencia, uno de los lugares que todavía no conozco y me encantaría visitar. Un abrazo y que disfrutes de la estancia.
ResponderEliminarPD ayyy..cómo sufrimos con el Dépor.
Te animo a que hagas una escapada por la montaña palentina...te sorprenderá.
ResponderEliminarno, no me hables de fútbol jajaja