¿Quién ama la guarida donde no amanece el sol? 
Hay preguntas como llaves rotas. De un tren 
a otro tu mercurio o tu invierno. He visto 
un cuerpo como un laberinto, la mitad de la luna 
en su lagrimal. Qué día o qué noche o qué pulgar 
de pétalos o qué sed ciega . Tu cáliz como un navío 
rojo. Perdona por mis secretos que son azules 
y navegan y algunas veces mienten-otras no-.
Un café con el deseo imposible del almíbar
(rompe el cristal la furia de una anécdota 
y en la roca y en el murmullo yo aprisiono tu hoguera).
Eres un extraño maquillaje –espío sin querer la marcha 
insomne de tus botines- ¿hacia dónde el eco?, 
¿al más allá, aquí, a la nube? Ya te alejas. 
Sí, ya te alejas.
Un poema extraordinario que me alegra poder leer también aquí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Ramón. Siempre me alegra tu visita. Un abrazo.
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