Busqué un piso naranja donde habitar mis sueños.
Afuera llovía sobre tejados permanentemente ocres,
adentro las horas caían de su extraño pedestal
como invisibles briznas de arena.
Salir al eco de automóviles sin nombre,
escuchar la palabra ayer en la boca de un amigo,
conversar con el silencio en los labios para que nadie
nos juzgue.
Desde mi ventana dibujo tus jeans de cálidos ejes,
sales a la quimera con los cabellos enredados
en un melancólico abril, como si ya hubieras vivido
en la memoria de un pájaro sin voz.
Es fácil seguirte a los trenes vacíos, leyendo
sobre muerte y esperanza o con la mirada perdida
en el frío.
A mí me sobran las dudas de la infancia
para comprender cuando late tu sexo,
en qué descuidado precipicio juega la carne su partida.
Has mordido en el café desnudo porque tu palabra
me llega con aroma de cáliz negro, de prisión azul.
Ramón hermoso poema siempre con la dulzura en cada verso de recuerdos no idos . Hermos poema amigo que he leído con placer
ResponderEliminarUn beso
Gracias por tu visita y palabras. Un abrazo, Susana.
ResponderEliminarDe nuevo por aquí Ramón...
ResponderEliminarComo siempre un placer leer y releer tus poemas.
¿todo bien?
un abrazo
Hola, Antonio. Todo si, más o menos bien, menos el Depor..jajaja que nos hace sufrir. Me alegra saber de ti, amigo. Un abrazo.
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