Cambiar de país en la fisura del olvido.
El mundo es plano como la piel que nos vigila.
Provocas el idioma y un calendario de nubes
va y viene en tu astucia.
La ciudad llora, el calor nos divierte
como si la luz fuera el vestido de un fuego
o una efigie sin el cántico de las palomas.
Te ha poblado el cementerio gris de los automóviles,
tu cansancio derrota la magia de un verano inhóspito.
El verbo se vuelve azul y en los platos
de un bucólico restaurante, tu sólida niñez
vaga entre manteles, desnuda como el ayer,
perdida como el futuro.
Me dices que para ti
las olas profundas no navegan los sueños,
no entienden su luz.
Buenos días Ramón. Ha tiempo que no he podido entrar por aquí a leerte. Ahora estoy en ello.
ResponderEliminarun abrazo
p.d el día 20 tiro a Galicia, un poco más abajo de A Coruña; estaré por Ourense y Rias Bajas. A disfrutar de 'mi' tierra, como todos los años.
Hola, Antonio. Gracias por pasarte por aquí y hacérmelo saber. Espero que disfrutes a fondo esas vacaciones por mi tierra, que también es la tuya. Un abrazo.
ResponderEliminarAl leer el título de tu poema, Ramón,lo asocié con el Goya que se acerca a su final y nos deja un testimonio de delicadeza, y algo hay en tu poema de pinceladas pictóricas, de colores, de luz, de las cosas que se viven en un momento. Sin duda no llegué a conocer tus poemas suficientemente, desconozco las causas precisas y admito que era una equivocación.
ResponderEliminarUn saludo.
La verdad es que, como bien dices, el poema no tiene que ver con la estancia de Goya en Burdeos, es simplemente producto de una corta visita a esa ciudad. Te agradezco el comentario y te mando un saludo cordial.
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