En sus trajes crecen el sarmiento y la lujuria.
La sombra de las sombras busca un color
que divida el sueño. Hay hormigueros en árboles
sin paz, hay rostros en el adoquín como carátulas
viejas. Sí, la raíz y el corazón que sucede, un párpado
con ojos inciertos, la aventura de una lágrima que
fue ciega y transparente. El tránsito, el tránsito
es un enigma que se abre en mar con los penúltimos
alfiles de la pulcritud. Qué hermoso
el lánguido gesto
de la pilastra, su cal y su arena, su fingida virtud
de satélite. La forja de un balcón responde a las
rotundas caderas de la impaciencia, la plaza ya no
dibuja su faz, los latidos no alientan el albor de
un recuerdo. Caminamos hacia la memoria, como
remotos cipreses del azul o gabardinas que descubren
la lluvia en cálidos enjambres o en sinuosidades blancas.
¿Y la palabra con su ruin espejo? Un rio es una pregunta,
las escaleras que devoran los cuadros fingen ser un don.
El desencuentro se orilla como un delta en la quietud de la fe.
Hablan las máscaras con el labio mecánico de los príncipes.
Ella es la luz, la historia que
arbitra el incienso. El tejido
del cristal configura un sueño y su nave. Riegan los vinos
el mapa del coral y nosotros, súbditos del viento, ejercemos
la caricia con el orgullo innombrable de cualquier ajenidad rota.
la fiesta de un sueño, atractiva invitación!
ResponderEliminarMuchas gracias por dejarme tu comentario. Un saludo cordial.
ResponderEliminarDicen que todo lo que nosotros estamos buscando, también nos busca a nosotros y que, si nos quedamos quietos nos encontrará. Es algo que lleva mucho tiempo esperándonos. En cuanto llegue, no te muevas. Descansa. Ya verás lo que ocurre a continuación.
ResponderEliminarBesos
Amalia Gala Grosso
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Gala Grosso
Tomo nota del consejo, Gala. Gracias por acercarte a mi blog y comentar. Un abrazo.
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