miércoles, 19 de febrero de 2025

Nada está inmóvil

Sacuden las alas los pájaros del adiós.


El río vierte su savia en el flujo de abril

con la alegría que baja rumorosa

como si fuera un cascabel de cristales traslúcidos

atravesando las dunas del aire.


Tú bailas en la ciega noche sin la luz de las plazas

ni el neón que ayer vertía en tus hombros una nieve brillante

igual que un arco iris multiplicándose

en las olas de un resplandor furtivo.


La palabra cruza el árbol de los diálogos

y llega a ti como un colibrí llega al nido

que pronuncia tu nombre entre una multitud de nombres.


Mi corazón es una voz tímida que sigue el compás de un ritmo fiel

sin saber que algún día la ceniza del tiempo

acallará su monótono latir.


En toda flor hay un crepúsculo y en todo amanecer hay un olvido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario