martes, 30 de diciembre de 2014

Al cine



Como Marilyn sin un cuerpo, como la sonrisa
de Hepburn en un rio despiadado, como Liv Ullmann
cuando sueña o Truffaut en un mundo amable. Igual
que un verso lánguido de Resnais o un adoquín
que lanzara Godard desde el perfil lentamente
desvirgado de Hitchcock. En la huida de un alemán
o un austriaco sin patria, con la desmesura de los
genios, con su arte de mariposas, con el afilado
diente de la inercia; yo, presunto cinéfilo, seguidor
de episodios, de ratas fílmicas, de enjambres
de lucidez que me hicieron llorar o desleer
o cubrieron de asombro mis pobres deseos
de abril. Al cine que es una lámpara cuya magia
nos transforma en un yo roto, en la multiplicidad,
en el souvenir de una vida otras veces vivida.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Comida de Navidad

Es el dibujo de los cuadros
quien me perturba.

Ojos grandes como planetas perdidos,
el desconchón de una pared hospitalaria,
las huellas de un caracol
que aún persisten.

Y la voz
que esconde las raices de un silogismo
como si la ceniza de los años
no anunciara la fluidez de un delta ambiguo.

Es la hora de los columpios,
las ligaduras que ensombrecen
la llave mágica del olvido.

Es navidad en el vientre de las serpentinas.

El confetti, el cristal, la armonia de los platos,
el color de las mesas encendidas
no pueden esconder unos hilos
que han rozado los celos y la penuria,
los oidos que jamás escuchan la verdad
y se atemorizan como la nieve en la luz.


sábado, 27 de diciembre de 2014

Hoy que veo tu fotografía se abren las esclusas del tiempo

Así la imagen como un tesoro limpio,
infantil, donde la risa cabe en el puño
de unos labios de fantasia y el rubor
resplandece en las pestañas azules
mientras el dia es el dia y un instante
conmemora la palidez donde transitan
los recuerdos.

El ayer recibe rosas en su camafeo abstracto
y tiemblan las pupilas como una veta agrietada
por el vigor telúrico de la memoria, en otro dia,
en otro espectro, quizá en otro lugar con el regreso
de las palabras que han oido los apuntes del tiempo
y no perdonan la transgresión de una vida cuyo
cadáver se contempla en el espejo frontal, sesgado,
cornucopia que en sus enrevesados circuitos
de flores y penumbra, de dorados y sierpes,
de estrambóticos arabescos o rizos invisibles
parece que retratara ese devenir que ha sido
lo no especial entre los rios de la fortuna.

No se trata de mirar la huella y recorrer el humo
de los cielos tan frios, tan grises, tampoco
de suponer que ante los ojos solamente existe
un proyecto de trazos tan ilusorios como
improbables.

Se trata de dormir la pesada luz, los cuerpos que no
quieren reflejar el seudónimo de un anticipo,
porque su razón es leve, delicuescencia que excita la nube
diáfana en pequeñas habitaciones inundadas por un sol
inmortal, en cualquier dia de cualquier estación,
en el año de los tigres o de las amapolas o de los peces
danzantes.

Me recuerda tu fotografia el penúltimo gesto de la luz
cuando la malicia es un carmín en las alas de un ángel
que muere aún en tu mirada cómplice, en tu vejez
que vuelve a ser abrazo de blancura en mi noche.

martes, 23 de diciembre de 2014

Fragmento de Molloy de Samuel Beckett



"No le guardo demasiado rencor a mi madre. Sé que hizo todo lo posible para que yo no naciera, salvo lo principal, y si no consiguió deshacerse de mí fue porque el destino me reservaba otra letrina peor. Pero con que haya tenido tan buenas intenciones me doy por satisfecho. No, no me doy por satisfecho, pero siempre le tendré en cuenta a mi madre los esfuerzos que hizo por mí. Y le perdono haberme zarandeado un poco los primeros meses y haberme amargado el único período ligeramente potable de mi enorme historia. Y también le tendré siempre en cuenta que no haya reincidido, instruida por mi ejemplo, o se haya detenido a tiempo. Y si algún día debo buscar algún sentido a mi vida, empezaré a hurgar por ahí, por el lado de esta pobre ramera unípara y de mí, último de esta calaña, no sé cuál. Añadiré, antes de pasar a los hechos, pues parece que realmente debiera hablarse de hechos, acaecidos aquella lejana tarde estival, que con aquella vieja sorda, ciega, incapacitada y demente, que me llamaba Dan y a la que yo llamaba Mag, con ella, y solo con ella, yo..., no, no puedo decirlo. Es decir, podría decirlo, pero no lo diré, sí, me sería fácil decirlo, porque sería mentira. ¿Qué veía yo de ella? Invariablemente, una cabeza, las manos a veces, alguna vez los brazos. La cabeza, siempre. Cubierta de vellos, de arrugas, de porquería, de babas. Una cabeza que ennegrecía el aire. No es que lo que pudiera verse tuviera mucha importancia, pero siempre es un comienzo. Era yo quien sacaba la llave de debajo de la almohada, quien cogía el dinero del cajón, quien volvía a dejar la llave bajo la almohada. Aunque no iba a verla por dinero. Creo que venía una mujer cada semana."

Aquel mundo

Ya es tarde para entender la vida.

La piel temprana, la imaginación
y el miedo de ser otro.

Una ciudad húmeda, de siglos y campanarios
adorna mi tránsito irreal.

Un mundo donde la piedra no llore,
de colores sin color y palabras susurradas
como un amanecer de pájaros.

Un mundo cuya mecánica busque
la similitud de la carne,
el misterio en los ojos encendidos,
la correspondencia soñada
en las caricias del sexo.

Yo sé que allí no hay derrota
porque la luz absorbe el frío
y una ráfaga de sinrazón
anima a los cuerpos
a sentir la alegría del desorden,
el círculo fugaz de la perdida.

Es en el territorio de las miradas,
cuando la desnudez se yergue como una cercanía,
en la sincronía múltiple de los ídolos,
en el paisaje que muere cada día como una raíz agotada,
en la estela de los barcos sin aullido,
en la perfección de unos labios rojos
donde yo vivo mi dejadez,
mi costumbre desairada de esconder el aire
en bocas que callan su artificio
mientras la tiranía del rubor me devuelve
al pensamiento sin luz de los olvidados.

lunes, 22 de diciembre de 2014

La ilusión

Aquellos regalos que anticipaban
la madurez en navidades perdidas,
la sorpresa fingida igual que una luz
blanca en los ojos del niño. Y los
cadáveres bajo abetos muticolores,
en la medianoche de tu ósmosis. Qué
voz la que inunda el grito de felicidad
y misterio. Gloria a los dias que fueron
cometas en las habitaciones escondidas,
gloria a este rubor que crece cuando
pienso en lo que fui, en la sed que
aún llora mi exilio.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Recordándote

Eso pasó como un aire simple en la boca o una
fricción en el ojo risueño. No se puede mirar
el sonido de una exactitud en el mediodia de
agosto. Palmas insurrectas, tibios delfines que
golpean el cristal con su lenguaje secreto. El mar
ya no está aqui, ni sus piernas de escándalo ni
el perfil de margarita recorta ya su labio agreste.
A veces las palabras llegan tarde o se desdoblan
como niños malcriados que no atienden al deseo.
Su nombre crea dibujos en la luz y satura de alas
la palidez del dia.¿Recrearán sus pasos la familiaridad
de una juventud que fluye hacia los rios del sueño?
Aquí,en medio de este témpano cohibido, en la voz
que desata sus hilos de añoranza, en mis manos que
deletrean la silueta de la vacuidad, en esta piel sin
estaciones que ha elegido el perdón del silencio
sin entender que la mirada fría es tan solo un lazo
de azul que no podemos llenar con frases que digan
si o para siempre o ven ahora que ya no somos
más que el futuro de la ausencia.


MADREDEUS Haja O Que Ouver

martes, 16 de diciembre de 2014

Las nocturnidades que lloran

Casi el rebumbio de las noches,
la simpatia de un neón, el ojo que mira
lo que no ve
y asiente.

Cada cuerpo elige su sombra
y no es un combate la lluvia hospitalaria
sino un regreso a la memoria del reloj,
a su exactitud de nido.

Descubro el perdón en la armonia de los bares,
cabalgo sobre tejados diminutos
como un pájaro que besara
la última ceniza de un adiós.

Soy joven,
soy la duda de esta singularidad
poblada de música,
de alcohol
y de frio.

Soy el que preguntó por las horas grises
antes de que un ejército de nubes
ensombreciera la virtud.

Soy el arco de un sinsabor en la victoria de un jueves,
la luz en el periscopio de un autobús que flota.

¿Está aqui o no el perfil del arbitrio?

Entre las verdades una sola resplandece
como un tambor insomne
en los ojos de la penumbra,
"tú ya no existes".

Que vuelva el son o el desdoro,
el canto de la mentira que pone huevos de alambre
en el ácido de un espejo
que ya no te llama
ni te roba
la cruz de plata del olvido.


viernes, 12 de diciembre de 2014

Lo que ya no existe


Lo que yo recuerdo no importa,
la rugosidad del tacto,
la lisura de un espejo inombrable,
las fotos y esa desnudez que amanece
en la estática presencia de un libro.

O la levedad de un dia,
cuando nadie quiere la sonrisa
y pasa la luz
como un periscopio entre lugares comunes.

¿Para qué la pisada, el aliento
que infantil regresa a su nido?

Me sorprende el pulso de esta lejanía
que el tiempo marca,
ya no existe la memoria de un reloj
que palpita en las mismas baldosas,
en el rebumbio repetido de la vacuidad
que al fin enseñorea su virtud.

Nada más que descubrir la noche
y volver a la pátina de este loco ejército
de alevines y sal
cuando llama la madre
y ha empezado la música
de una hembra distinta
que juega a ser reina junto al espacio de las moscas
en este verano inútil.

Hay razones que mueren como raices de escarcha
o soliloquios heridos en la penumbra
de la conciencia.

Sólo busco, sólo quiero
la fragilidad de un resplandor,
la química de la agujas
que sueñan con un príncipe exhausto,
una verdad que no me mate hoy
que un sol proscrito se posa en mis dedos de alambre,
mis pobres dedos que quisieran ser mar o luz
o ambiguedad o quizá un abril siempre
vivo.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

El vuelo


Quedó el mar como una sombra ausente.

Más allá del círculo y del color,
de los nenúfares de la edad,
del acento suave que tropieza en la memoria.

Cuando el vuelo no identifica el resplandor de una herida
y los maquillajes miran al verde, a la humedad,
a la casa nunca perdida de un regreso fútil.

Porque estoy en lo que quise y en su ataúd,
en lo que dibujé desde los frios amaneceres
de un enero extraño
y me fijé en lo inombrable,
lo ignoto, lo porvenir.

Sueño de una profecia que nunca conocí,
amado por las alas
que conforman el perfil de las islas innúmeras,
como un mistral en el intestino de este avión
que halla la luz entre nubes viajeras
y un sol que no quiere comprometerse
con el ardid de tu nombre.

La vida no busca el territorio de un recuerdo,
sus enjambres de artificio hieren
los globos inútiles de las palabras
manchadas.

Piensa, quizá, en un renacer próximo,
en las horas que el suburbio mancilla,
su corazón llueve en el dia
y te cubre con miasmas de ensueño.

Tú y el candor que vaga en el fondo del existir.

Si quieres un consejo
que no sea el vago silencio de los ojos traicionados:
en el horizonte un pedazo de aurora
dice que el tiempo es un narciso
sin espejos ni trasluz,
un eje que se mueve
y se mueve
sin fin.

No lo sigas.

lunes, 8 de diciembre de 2014

La sombra

Como una mecha
que se acumula en la luz
sin nombrarla,
así el deseo.

Como el peso del raíl incendiado por la quietud
cuando la noche desvirga los ojos
y la palabra surge como un manantial,
fértil y audaz.

Te doy una razón o tal vez otra,
te doy la historia que creo nuestra,
esos hilos de araña que soñé
en mis columpios de bondad.

Es curioso que sea la memoria
quien cautive el resplandor,
la espadaña aún imagina el número de los latidos
de esa herrumbre que anuncia su deriva.

¿No recuerdo el carmín?
Sé que las calles nos pisaron,
que el neón fingía como un nido de amapolas,
que las risas de los menudos labios
acompasaban ese titilar que las dudas pervierten.

En el café sentí el brillo de las golodrinas,
la exactitud de un sorbo en el mantel de la ubicuidad.

Y te dije lo inombrable,
mientras un eco nacia en tus rosas cansadas,
ajenas a este lunes que decae.

Escribi las letras del orgullo en los tejados albinos,
la luna crecia como una esperanza
pero el monosilabo del mañana
fue un anuncio de esa sombra
que aún nos persigue.

Esa sombra que escribe este poema
y habla de ti, de tus manos que se levantan
como pájaros de adiós
en un noviembre perdido.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Del imposible retorno

Quizá se abran ventanas
aunque no sea a la luz.

Si un misterio absorbe la herencia
de los cromosomas silenciosos,
si una caricia es como una pérgola de hojarasca
y el temido resplandor acude al sarmiento,
a la premura y a la edad,
como un lobo que añorase
los ríos y la noche,
los espejos y el hálito,
su ser o su perdida bondad,
yo volvería a mi.

No hay otra esperanza que el marfil del sueño,
alli donde los ideales son razón de banderas blancas
y sufre la palabra cuando ha de amanecer
en un país roto.

Sin querer, lo mismo que el oleaje
que abandona su sonrisa
en los labios de una arena frágil,
y se desnuda con el oro de este cansancio
que fue el ayer no entendido.

A través de los años crece la raiz
de unas flores desmedidas que fueron piel y vacios,
nocturnidades en las que el alcohol sabía a paraiso,
mentiras que ennoblecían los ejes muertos
de un reloj sin nombre,
curiosos ejercicios que van
de la nada
a la nada.

Sigo y persigo
el paso múltiple de una canción que me derrote
o tal vez el aire que duerma en la sed
y me pregunte porque mi sol no nació antes
o porque un rayo de inmensa senectud
no se dibujó insolente en el asfalto negro
que la penumbra devuelve a la serenidad de la luz,
el ósculo triste de una paloma que jamás voló.

Mercedes Sosa "Zamba para no morir"

François Truffaut de "El cine según Hitchcock



“Lo que me emocionó aquella tarde, al volver a ver todos esos trozos de películas que recordaba de memoria, pero por una noche aislados de su contexto, fue a la vez la sinceridad y la brutalidad de la obra hitchcockiana.

Era imposible no ver que todas las escenas de amor estaban filmadas como escenas de asesinato y todas las escenas de asesinato, como escenas de amor.

Yo conocía esa obra, creía conocerla muy bien y me quedé anonadado ante lo que veía. En la pantalla todo eran manchas, juegos de artificio, eyaculaciones, suspiros, estertores, gritos, pérdidas de sangre, lágrimas, puñetazos torcidos, y me pareció que en el cine de Hitchcock, decididamente más sexual que sensual, hacer el amor y morir eran la misma cosa.”

jueves, 4 de diciembre de 2014

La huida

Le debo al frio un mapa sin regreso. Aquel
tren era una pregunta o un armisticio o un
souvenir que abrumaba mis bolsillos. Cien
o mil luces- porque la huida va dejando
llamas como antorchas caidas, señuelos
del destino que se quiere ciego- hacia mi
como un ejército de serpentinas de luz
y atmósfera, de puntos cardinales que no
reconcozco. En la ciudad todavia existen gallos,
gritos nocturnos que fingen la hermandad
de soliloquios heridos. Pero aqui estamos, tú
con las espuelas del cowboy, yo con la rigidez
del alambre que recupera la electricidad de la
duda. Y es que en mi los ejes han descubierto
las llaves de la libertad, casi como un murmullo
o una fe encendida en cualquier navidad rota.
Este dia calla porque es aventura y sol, lumbres
imperfectas en los teatros, en las cúpulas,
en el suelo que holla la paloma vencida.
Allá donde las islas ya no son islas, un
canto de esperanza alegra la noche y se
vuelven las máscaras risa y lloran los
anuncios cuando mi cuerpo alcanza
su transitoria verdad y me encumbro
sin querer, latido de vida, oasis que
recordara nombres y esferas, piel
y sudor, la inmarcesible sed del deseo.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Fragmento de "La lentitud" de Milan Kundera

Hay un vínculo secreto entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido. Evoquemos una situación de lo más trivial: un hombre camina por la calle. De pronto quiere recordar algo, pero el recuerdo se le escapa. En ese momento, mecánicamente, afloja el paso. Por el contrario, alguien que intenta olvidar un incidente penoso que acaba de ocurrirle acelera el paso sin darse cuenta, como si quisiera alejarse rápido de lo que, en el tiempo, se encuentra aún demasiado cercano a él. En la matemática existencial, esta experiencia adquiere la forma de dos ecuaciones elementales: "el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria, el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido"