jueves, 24 de febrero de 2011

El cementerio atlántico

¿En qué amanecer de flores el candil?
De la piedra a la piedra un soliloquio de mar.
Y una letra o un verbo entre el pétalo y el naufragio.
En el hogar de los cuerpos sin boca aún tiembla
el aluminio. No existe el ojal, ni asciende
el color más allá del azul. Yo no pido
ángeles ni ventanas que añoren la ola,
cualquier ropaje que desnude el abismo.
Yo leo las cicatrices del corazón y la duda
y el horror de un pequeño insecto que transita
como una gota o su frío. Nada excede a la raíz
inmóvil, bellos surcos, almanaques de lluvia,
el cenotafio de las flores igual que un canto
de rocío.¡cómo enhebra el gladiolo su costumbre,
cómo el orgulloso crisantemo no palpita! ¡y la
margarita alelada, o la rosa de carne nutrida,
el clavel de labios curvos, tan sólido, tan marfil,
tan olimpo! De un paso a otro el equinoccio
de las fechas, la costumbre dolida en círculo,
el retal y la tiniebla de un pensamiento rojo.
No mires la furia del mármol, su rubicunda sed
de lascivia y mar. Nadie hereda aquí su espejismo,
ni lo nombra, ni advierte en qué dédalo su noche.

viernes, 18 de febrero de 2011

El cómico


¿por qué gesticula si no le adorna la luz?

Su irrealidad me conmueve y me alarma.

Yo le quiero como a un primo lejano.
En las horas de invierno es
un navío de esponjas. Una curva
en mi risa.

domingo, 13 de febrero de 2011

Mis cosas

He regresado a la habitación de los ecos.
Mi espalda se ha vuelto cuadro, jardín, profundidad.
Cada objeto exhibe la huella de un algo impreciso
que en la memoria se tiñe de luz. Medallas, libros,
extraños souvenirs que alguna vez tuvieron vida,
dibujos, hojas sueltas, versos y escritos
que languidecen junto al cajón blanco,
las fotografías que nunca enmarqué y que ahora
son la palpable seña de una destrucción programada.
Todo persiste en su obstinación de muerte. Mientras
busco entre las ropas lo que mi corazón olvidó
-su esperanza, su llama de juventud- suenan cerca
otras voces, otros silencios, otros pasos sin futuro
que no reconozco.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Parientes lejanos

Se parecen o no. Son como estatuas
sin revés o calendarios sin estrenar.
Una leve ausencia de rama se confunde
en sus ojos, y el acento, siempre juvenil,
les delata. Alrededor de la mesa se miran
y no se perciben, se preguntan si acaso
algo les une. En caducas fotografías
sonreirán, estirados y alegres,
como un árbol de navidad
que se hubiera perdido
en no sé qué verano.

sábado, 5 de febrero de 2011

Cuatro "pensamientos estrangulados" de E.M. Cioran


"Incurable:adjetivo honorífico del que no debería beneficiarse más que una sola enfermedad, la más terrible de todas: el Deseo."

"Esos momentos en que se desea estar absolutamente solo porque se está seguro de que, cara a cara con uno mismo, se será capaz de encontrar verdades raras, únicas, ináuditas; después la decepción y pronto la amargura, cuando se descubre que de esa soledad finalmente alcanzada nada sale, nada podía salir."

"Mirad la jeta de quien ha triunfado, de quien se ha esforzado, no importa en qué campo. No descubriréis en ella la menor huella de piedad. Tiene madera de enemigo."

"Todo lo que nos sucede, todo lo que cuenta para nosotros, no tiene ningún interés para otro: a partir de esta evidencia tendríamos que elaborar nuestras reglas de conducta. Un espíritu reflexivo debería borrar de su vocabulario íntimo la palabra acontecimiento."

viernes, 4 de febrero de 2011

Ribeira do Douro

Ninguén pisa a pel do animal perfecto.
Hai balcóns cunha pálpebra vermella,
e máis ao sur a memoria dos peixes.
Íspense as barcas baixo o sol
de agosto, gacelas dun soño
innombrable. Non existe país nos toldos
caídos. Alguén lé poemas
con mirada de príncipe. É
a tarde coa súa espesa quietud
un rostro baleiro, un debuxo
de cabelos e mar.

Oporto. Agosto, 2.010



Nadie pisa la piel del animal perfecto.
Hay balcones con un párpado rojo,
y más al sur la memoria de los peces.
Se desnudan las barcas bajo el sol
de agosto, gacelas de un sueño
innombrable. No existe país en los toldos
caídos. Alguien lee poemas
con mirada de príncipe. Es
la tarde con su espesa quietud
un rostro vacío, un dibujo
de cabellos y mar.