martes, 29 de diciembre de 2015

De paso

Uno quisiera entender lo que ha sido,
las páginas vacías de su desnudez.

Desde la orilla del mar
a los frontispicios de la noche,
desde las horas del silencio
al cáliz del arbitrio
cuando las olas son un nombre en la ciudad herida.

Y mi razón que navega
por los columpios del ser,
entre los jerseys perdidos
y la verdad del insomnio,
entre las luces que parpadean
como faros inútiles
sin mañana
ni pasos
que recuerden su condición.

Así, el deambular de las bicicletas
o los libretos de una mala historia
o la inutilidad de las madrugadas
cuando el hábito de las piernas es la huida
o el perdón.

Nunca entendí
el resplandor que traza signos en la mirada.

Tampoco la astucia de las hembras
que visten camisas, colores, aros,
moléculas de luz.

Solo responde en mí
el glosario de los hechos sin patria,
la costumbre de viajar en los silencios,
el mercurio de los relojes
en la piel ajada.

No pretendo volver a una primavera rota,
que los sueños elijan el manjar de otro cuerpo,
que siga la especie
siendo fulgor y exactitud
en la aurora gris.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Plazas



Algunas son cuadradas como una historia perfecta,
otras son mudas o invisibles como un sueño perdido.
En la frente de las estatuas lloran las palomas su esclavitud,
se abren las calles para verter su caudal de cuerpos en la
solemnidad del mármol. No sé porqué existe una geometría
en las pisadas, ni cuando la suntuosidad de las fachadas
escribió una fecha en su testuz. Me emociona el canto
de las fuentes, la luz que el verano posa en las terrazas,
el rumor incesante de las palabras que llegan y se van
como un dibujo de estorninos. Pero, también, las hay
sombrías como una llaga, húmedas como el desovar
de las galerías en el estanque de la memoria. A veces
el sol, a veces la luna, encienden su virtud; entonces
gimen y se engalanan y es la vida su razón o su consuelo.


domingo, 27 de diciembre de 2015

Fragmento de "Las uvas de la ira" de John Steinbeck

"La gente viene con redes para pescar en el río y los vigilantes se lo impiden; vienen en coches destartalados para coger las naranjas arrojadas, pero han sido rociadas con queroseno. Y se quedan inmóviles y ven las patatas pasar flotando, escuchan chillar a los cerdos cuando los meten en una zanja y los cubren con cal viva, miran las montañas de naranjas escurrirse hasta rezumar podredumbre; y en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la vendimia".

sábado, 26 de diciembre de 2015

Delicuescencia

Me pregunto a veces porqué la luz se escribe
con palabras huecas. Una playa sobrevive en
el seno de otra playa y es la locura del faro, su
haz, la muerte de esa dulce historia de mares
insólitos y calaveras traslúcidas. Un hombre
penetra en la senectud de su pasado, se busca
en los oídos de la historia, encuentra las imágenes
blancas, las rodillas del amor, los ventrículos
que una piel no reconoce. Son los caminos del
tren las huellas de la oruga, paisajes sin armonía,
árboles que triunfan sobre el sacrificio del viento,
ríos que asoman en el vientre de los valles perdidos.
¿Es así mi voz en estrépito, el margen de las hojas,
la lividez de los puentes, la rubia sensación de la
escarcha?ah! la indolencia que ocupa mis bolsillos
y el pantano de los adoquines- tu perfil diluido en
el claroscuro, la raíz que absorbe la lluvia de mis
ojos, el ruin desprecio de los almanaques-que
son la influencia de los tiempos, la cadena sonora
del vencimiento de las horas cálidas. Tu dignidad
y la mía se agostan en sombreros de julio, bajo
el calor de los infinitivos, en la costumbre arcaica
de los perfumes. Y, sin embargo, los penúltimos
cíclopes resplandecen en los cometas invisibles
y el sol pronuncia círculos como ejes bajo el clamor
de los sábados, en el incendio del deseo y su perversidad.
Si vienen a mi los lobos que sea con los osarios del amor,
que la palidez se descubra en el anverso de tus manos,
que los ojos no mientan al azul ni confundan los espejos
con la noche.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Abeto



Con sus cabellos de plástico el árbol me mira.
Callado, sombrío, su desnudez me asusta. Pronto
brillará con luces de esperanza, cantos de amor
y deseos de paz. Después morirá como un ángel
dócil y pasará un año y vendrá otro. Hasta que ya
no estemos, hasta que ni el eco de una palabra nos
nombre.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

La playa

No importa la edad, sí
el recuerdo.

La playa fría, el mar de cristal,
mis pasos sin retorno
entre las algas verdes.

Ya no soy el de ayer
sumergido en la ciudad desconocida,
ni seré el de mañana
abrazado por tu isla.

Hoy el silencio es amargura,
sombra en el dique,
oleaje sin patria.

Tengo un nombre,
me digo,
un pasado que huye
con los oídos en cruz.

Huele el mar
a tu cuerpo de sal
y yo no sé decir
porque unos ojos son de agua
y otros de piedra.

Asoma la claridad sobre la torre
como un latido de vida,
aún reverbera la plata de esta luna
que se esconde de ti.

Muy lejos
presiento la canción de los trópicos,
la serenidad de la tierra ennegrecida,
el calor suave que se desnuda
en mis manos.

Tal vez exista un destino
que me arrastre hacia la luz,
quizá la pasión sea dulce
como un fruto abierto.

Lo sabré pronto
cuando parta con las alforjas de la memoria vacías
y el corazón
núbil.



lunes, 21 de diciembre de 2015

La noche y tú

Ni siquiera se ven los pájaros negros,
ni siquiera relumbra la piel soñada en
la fluidez del tránsito. Pero acontece
la reverencia amarilla y los faroles
experimentan la magia de los ojos
breves y los gatos se paran en las
esquinas con la máscara tras los iris
y la impaciencia en los músculos.
Así la noche en el silencio del metal
que quiere ser brillo en los cristales,
caricia en los rótulos, ubicuidad en la
sombra del mendigo frágil. Avanza el tren
y tú en un marco de luz desnudas las palabras
de un libro oscuro con el amor del pretérito,
sin la flor azul que olvide el agujero de la
conmiseración, en la galaxia de unos
labios que no saben decir ni tú ni yo
ni una pasión ni nada.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Una reflexión simple

"Y sin embargo no quiero arrepentirme de estar aquí. Si reflexiono sobre la infinitud de posibilidades y el porqué los hechos se han materializado de una forma y no de otra, llego a la conclusión de que no puedo juzgar la conveniencia, el acierto o por el contrario la equivocación de haber elegido la opción no debida. De alguna manera cada acto de mi vida fue el único posible, precisamente por su conversión en presente y más tarde en suceso. No me desdigo de los compromisos contraídos, me enorgullece luchar por ellos aún sabiendo que no duraran o que duraran solo lo que yo viva. Quisiera, nada más, que lo que hoy es una herida se convierta mañana en posibilidad de futuro, que mi hijo encuentre en si la fuerza para proseguir, que su lucha le otorgue, cuando menos, algunos instantes de felicidad y amor, que nunca se arrepienta de haber nacido, aunque el mundo y él no se comprendan del todo, y a veces sufra y a veces llore-como yo-por lo que pudo ser y no fue".

La blancura



Tengo en el puño un corazón de nieve.

Si miro los rótulos de la estación
descubro cómo parpadea el símbolo,
las ciudades, los delirios
y tu nombre.

Mes de enero,
frío en los músculos,
aire que se posa como una estrella caída
en mi piel peregrina.

El ultimo tren es el primero,
los sonidos, las maletas y su color,
los mensajes que repiten el imán
de un reloj transparente.

Así
la flecha que indica el destino de las horas,
la deriva blanda del pulso
al
que
llamamos
tiempo.

Sitúate,
miente al que fuiste,
recuesta en las fotografías
el misterio de tus heridas,
calla como un anuncio que se diluye
entre los paisajes blancos
y no exige ser la memoria del pájaro,
las aspas de un vuelo infinito.

Algo llega
cuando la caricia del sol
brilla en los gestos de la locura.

Será la astucia
-o el cómodo ejercicio de los espejos-
quien recorra el corazón
de esta experiencia núbil
que vagamente
incita a la fe.





jueves, 17 de diciembre de 2015

El tránsito a la madurez

Has volado como un pájaro sin color. Entre
nubes, sueños y burbujas no conociste la luz.
Nadie responde dentro ti cuando la necesidad
crea colinas áridas, montes inabarcables, fríos
de cal. Lentamente suspiran los televisores su
exactitud, mientras sobrevives con el músculo
de los juegos y el volátil humus de las risas.
Pero la piel crece y el esqueleto anuncia al hombre
que vendrá.¿Dónde el artilugio de sentirse abrazo,
protección o muerte? Que escriba la intemperie
un escenario para ti, que las hojas cubran tu lecho,
que los espinos se crucen con tu voluntad y seas
el eje que aniquila el rebumbio del tiempo. Son
dieciséis o diecisiete los años que te contemplan,
si vieras tu imagen en el espejo del futuro lucharías
por ser otro, encenderías tu lid, romperías el círculo
de tu inseguridad con la fuerza increíble que refulge
en tu interior. Solo imploro que nunca regrese el
fulgor de la huella fósil que te mata.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Fragmento de "El siglo de Sartre" de Bernard Henry-Lévy

" A Sartre nunca le gustaron las casas. A pesar de lo que se ha dicho, fue propietario de una: el piso que compró a la muerte de su género y donde vivió diecisiete años, de 1945 a 1962, con su madre. Pero no le gustaba. Lo que no le gustaba, lo que nunca le gustó en el hecho mismo de tener una casa, es que se trata de un depósito de ser, una sedimentación de identidad y existencia. Se cree que las casas están hechas con piedras. Error: están hechas con recuerdos. Retazos del pasado, Están hechas con alma muerta y, se quiera o no, con resentimiento. Sartre sin lugar donde caerse muerto. Sartre sin domicilio fijo. El rechazo, también en esto, a todo lo que podría fijar, solidificar el ser en fusión que quiere seguir siendo. No ser, y por lo tanto no tener. Ser poco, y por lo tanto poseer lo menos posible. "

La huida



Es como si escondieras
un tren en los bolsillos
y lanzaras al aire palomas ciegas.

¿Quién sabrá la verdad de la huida,
adónde la palabra sin paz?

Hacia la isla, sí.

Allí, en ese lugar que no finge claroscuros
ni teme al relámpago, ni habita el resquemor
de las ciudades blancas, ni espera otra cosa
que cuerpos tendidos bajo un sol omnipotente,
en el mercurio de las sílabas, en la suavidad
de los acentos que no mencionan el futuro
porque se saben atmósfera, ola, aire
que dormita en los intersticios
de esta calidez de algas y sabor,
de una hembra que se exhibe
con el don de la carne
y la sensualidad de los mitos.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Monstruos(un poema de Dámaso Alonso)

Todos los días rezo esta oración
al levantarme:

Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual que yo les interrogo a ellos.
Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!

No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma, me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.
No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con
todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esta alimaña que brama hacia ti,
como esta desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto intimo que hacia ti gime en la noche.»



domingo, 13 de diciembre de 2015

Las coincidencias no construyen destinos

Hay una simpleza en las cosas que desconozco.
Lo escrito ya estaba escrito aunque te empeñes en
imaginar un sol en los renglones perfectos de tu
caligrafía. Una vez descubrí un poema en las hojas
de un calendario, otra vez el azar alzó su mano para
rozar mi mejilla con el calor de un encuentro. Si, son
cosas simples, como la extraña coincidencia de cruzarnos
en las mismas calles, o la locura de asomarse a un cristal
y ver la figura que ya viste ayer y que también verás mañana.
Al final son los posos de la costumbre los que invocan la noche
-tu pórtico amable, tu salón que no miente, tu dormitorio blanco
-sin que intervenga la voluntad, ni la negación ni tampoco el
insomnio perpetuo. Seguramente, tras la bondad de las infinitas
neuronas un espejo dibuje el alma congénita que acompañe
a la luz y sea misterio, instante por explorar bajo la urgencia
de abril. Y es que triunfa el eco y no la mirada en la huella,
y es que las serpientes no encuentran madurez en el rostro
pasivo de la prontitud. Pasan las imágenes igual que fotogramas
perdidos, y yo no sé porqué el recuerdo quiere encontrar la flor
en la luz si otras manos eligen la somnolencia del arbitrio,
la candidez intacta del olvido.





sábado, 12 de diciembre de 2015

Casa de campo

Tal vez los geranios sigan desordenados.

O la forja se haya cubierto de óxido.

Son tres los pasos que me llevan a la frialdad,
el de mañana, el de ayer,
el que ahora
-aquí-
nombro.

Diré: la casa o la cicatriz de las telarañas,
diré la húmeda
caricia
de
la
muerte.

Diré los retratos y la añoranza
de
los
objetos
caídos.

Es tan simple la memoria,
tan luminoso el arpegio de las noches silenciosas,
tan cándido el madurar de los árboles en la luz.

Allí
en los osarios de mi niñez,
en la simpleza de los campos abiertos,
en el corazón que espía el manar de un río,
los pájaros sueñan
nidos
azules.

Mi nostalgia es un balón prohibido,
el rumor de las hojas cuando los castaños gimen,
las aguas que pasan como un hilo breve
en el rumor de este cálido agosto
que gira tras las ondas de un eco de libertad
que oculta insomne
el vacío de un abismo interior.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Melancolía

Hay un sólo camino que muere en el mar.

El viento olvida las esquinas
mientras la música juega el juego torpe de la edad.

Nos nombraron cuerpos jóvenes,
racimos de aquella primavera
que tuvo un año como quien tiene descendencia.

Fui la ropa de bronce,
el pesado equilibrio que acuna la ruindad de las horas
(sin adivinar el sonido de la veleta,
sin oír a la caracola en su límite, en su armonía de iris rojo).

El paseo llegó como amenaza,
nunca vi el faro ni fui asombro en su telaraña de luz.

Me quedaban los pasillos sin hogar,
el laberinto de las flores de carne
y ese espectáculo indefinible
que ofrecen los paraguas cuando lloran.

Aún así recorrí la senda gris de los altares,
tu salón como si fuera labio, tu lecho de madréporas,
tan libres, tan sol, tan color de verano.

Juntamos los cuerpos y se vuelve raíz la fruta del ocaso.

No me oigo, no te oyes en los cascabeles del perro viejo
(escribo para ti la luz, la esperanza, tu diluvio que acecha y me marca).

La noche exhibe velas blancas de absurda melancolía.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Fragmento de "La conquista de la felicidad" de Bertrand Russell

"El que ha conseguido liberarse de la tiranía de las preocupaciones descubre que la vida es mucho más alegre que cuando estaba perpetuamente irritado. Las idiosincrasias personales de sus conocidos, que antes le sacaban de quicio, ahora parecen simplemente graciosas. Si fulano está contando por trescientas cuarenta y siete vez la anécdota del obispo de la Tierra del Fuego, se divertirá tomando nota de la cifra y no intentará en vano acallarle con una anécdota propia. Si se le rompe el cordón del zapato justo cuando tiene que correr para tomar el tren de la mañana, pensará, después de soltar los tacos pertinentes, que el incidente en cuestión no tiene demasiada importancia en la historia del cosmos. Si un vecino pesado le interrumpe cuando está a punto de proponerle matrimonio a una chica, pensará que a toda la humanidad le han ocurrido desastres semejantes, exceptuando a Adán, e incluso él tuvo sus problemas. No hay límites a lo que se puede hacer para consolarse de los pequeños contratiempos mediante extrañas analogías y curiosos paralelismos. Yo creo que toda persona civilizada, hombre o mujer, tiene una imagen de sí misma y se molesta cuando ocurre algo que parece estropear esa imagen. El mejor remedio consiste en no tener una sola imagen, sino toda una galería, y seleccionar la más adecuada para el incidente en cuestión. Si algunos de los retratos son un poco ridículos, tanto mejor; no es prudente verse todo el tiempo como un héroe de tragedia clásica. Tampoco recomiendo que uno se vea siempre a sí mismo como un payaso de comedia, porque los que hacen esto resultan aún más irritantes; se necesita un poco de tacto para elegir un papel adecuado a la situación. Por supuesto, si uno es capaz de olvidarse de sí mismo y no representar ningún papel, me parece admirable. Pero si estamos acostumbrados a representar papeles, más vale hacerse un repertorio para así evitar la monotonía".

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Resumen

Ha pasado fulgurante la vida. Desde el primer
recuerdo hasta el instante en que escribo este
poema todo se asemeja a un rayo de luz sobre
una piel gastada. Fui un niño inconsciente de serlo,
fui juegos, inocencia y duda. Fui la secuencia de
una hermandad o el soldado de una tribu amante.
La juventud quiso hacerme sol pero mis pies adoraban
el barro de las ilusiones sombrías, la madurez situó
sobre mis hombros la condición del fracaso, la senectud
llegó con el lastre del desencanto.¿Es mi vida diferente
a otras? No lo sé y eso ya no importa, solo importan
la dignidad y el orgullo de proseguir mi camino entre
la obligación y el silencio, entre la fe y el azar estéril.

martes, 8 de diciembre de 2015

Sin cuentos

Nunca me leyeron cuentos.
Nunca el silogismo de la vida
vistió una capa infantil.¿Qué se
aprende de la inocencia cuando
el encanto y el aprendizaje no son
máscaras reales? Nunca me dormí
soñando con lobos, castillos, brujas
o hadas, ni sentí el aliento del ogro
en mi pequeña nariz. Jamás la venganza
fue un dulce de miel ni vi a la princesa
jugar con los niños perdidos. ¿Soy tan
extraño, acaso?

lunes, 7 de diciembre de 2015

La luna en éxtasis



El rojo, el rojo es un viaje sin regreso.

Trenes olvidados en los muslos jóvenes,
una luz que tiembla inconstante
como una luna en éxtasis,
los raíles de un tranvía en los ojos de la lujuria.

Impronunciables las lágrimas del laberinto.

El neón verde irrita los besos de la noche,
la imaginación quiebra el cristal de las copas álgidas
con su color de mar y sus infinitas hélices.

No hay rompeolas en la prisión de las calles,
sudan los faroles la inquietud de los mentones de niño,
de las trenzas frágiles
como ramas de un árbol de navidad.

Solo es posible un camino entre la sombra
y el brillo ecuestre de la aurora.

Ese camino dibuja un mapa en tus pantys ajados,
se esconde en la felpa de una falda púrpura.

¿Es el tiempo de la palabra encendida entre los espejos,
la parusía amable de un abril
que ya es demora?

Quizá las celosías
nos demuestren que la voz se escribe en susurros,
que unos labios hablan más que un poema
cuando su encuentro es otra carne.

Hoy estamos aquí y es la luna nuestra ciudad.




domingo, 6 de diciembre de 2015

La casa en mí

Hay una casa que vive en mí.

Abro sus puertas en los ventrículos de mi corazón,
surge la luz de una historia con pasos alegres
y es el tiempo una sangre insólita
que fluye desde si hasta si
como un río sin límites.

Dentro, las voces repican su adiós,
mientras las celosías niegan el futuro
con una flor en el dintel.

Allí estáis
igual que sombras que recorren sin parar
mis músculos y mis sentidos.

Sois el clamor de cada alvéolo,
la latitud insondable de los abismos,
el pálpito urgente de cualquier pensamiento.

Hay una casa que soy yo
con mis ventanas de mar y mis pasillos azules,
con la penumbra de las habitaciones descreídas,
con la voz en los caireles
que lloran su luz blanca
sobre recuerdos sin edad.

Hay una casa en mí
que no se describe en metros cuadrados,
su medida es el rondo de una peonza incansable,
su longitud la cicatriz de un horizonte
que para siempre me habita.












Un aforismo de Cioran


"El 18 de este mes, muerte de mi padre. No sé, pero siento que lo lloraré en otra ocasión. Estoy tan ausente de mí mismo, que ni siquiera tengo fuerzas para la pesadumbre, y tan bajo, que no puedo elevarme a la altura de un recuerdo ni de un remordimiento".

sábado, 5 de diciembre de 2015

Diletante



Nunca calculé los pasos, aunque a menudo
fueran los mismos.¿Los meses, las estaciones,
los días, ya no tienen nombre? Por eso la vaguedad,
la atmósfera perdida, los tiovivos con que se dibujan
los surcos sin paz. Y el alcohol como un laberinto donde
volver a mi, al refugio o a la tiniebla. En la gran ciudad
nada es real, ni el calor de los abrazos, ni la mirada del
clochard, ni la imagen que se guarda como un candil azul.
Ya sabía de los silencios del reloj, también de ti cuando
regresabas con las manos enrojecidas, con la campanilla
de los náufragos, con tu iconografía de sueños en la sinrazón
de la duda, aún febril la memoria de lo que fue el parpadeo
de un viernes.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

El ojo del cíclope

Así viven los niños
con la libertad del pájaro y la risa en los ojos.

No preguntes si el orden es un cúmulo de planetas,
piensa en el vuelo que nunca volaste,
en la longitud de un ideal
que rebota en tu fe.

Piensa en el descontrol de la locura,
en el mercurio de ese termómetro ambiguo
que llamamos edad,
en el grito que sorprende a la noche
-y a ti-.

¿De qué color son los cristales que construyen tu vida?

¿Opacos, quizá, como un ladrido de viejo
o un manto que tapa tu iconografía
de fantasma lúcido,
de árbol que asume
el yugo de las estaciones?

Has caído en el cepo de la iniquidad,
largos los episodios donde el poso crece
como una madriguera invencible.

Hay en tus brazos ríos secos,
cansancio,
lentitud de aguas estancadas.

Sólo vives para la mirada del cíclope.
El único ojo que aún pregunta quién eres,
en qué lugar habitas, cuándo
dejarás este mundo.