jueves, 30 de enero de 2014

Retroactividad

Si hallas el amparo en tu lince azul.
Si tu sombra aún puede concebir
la mitad de un sueño, si el iris
vuelve al ayer como dinamita
de pétalos; piensa que mi lucerna
será marfil, rayo sin horas, espejo
en tu vientre inmóvil.

miércoles, 29 de enero de 2014

El retorno

Hoy no es igual
el paisaje de la memoria.

Ni tampoco el escenario frío y ausente.

Ya solo es la entrega hacia la luz
nuestro equinoccio.

Nadie sabe la edad del día,
en las vértebras del reloj
un mudo clown
viaja frágil
sin conocer la música.

Buscamos el ala protectora de la niña amable
mientras el silencio de un hogar se viste de cristal
y tubos de neón.

Únicamente la ciudad reconoce el paso lánguido
de la osamenta, la piel que mira al mar
sin ganas de saberse.

Ahora es el tiempo de las manos
y sus círculos de aire,
también lo es de la ausencia inconmovible,
de los espacios abatidos por la retama del ayer.

Nos pusimos un nombre como árbol,
estirpe o canción.

Y fue la esperanza el único germen
que cultivo las horas.

Hoy el signo ha crecido
como cruz fuerte y velluda,
su rabia estremece las raíces
igual que un soplo de huracán
o lascivia.

Desde el lugar en que la ventana descubre
las lágrimas del agua
pienso en la herida,
en lo impreciso que resulta
el tránsito de una ilusión
que ya cae,
cae.

martes, 28 de enero de 2014

lunes, 27 de enero de 2014

Tu rostro

Desciende un pómulo hacia el sur.
La curva del aire en la piel o la hermosa
sonrisa de la noche. Los ojos y su fuego
de color, la cálida onda del manantial
derramado en hilos, su roce de alas,
el subterfugio de los visajes. Los labios
como crepúsculo de mentira, su don,
su tiniebla. El oído blanco que no escucha
el alud, las cejas muertas del cansancio.
Es tu rostro un jardín extraño de aves
sin patria ni destino. Nunca te pregunté
adónde mira lo que niegas. Ni si era
tuyo el perfil que asoma.

sábado, 25 de enero de 2014

"Avec le temps" de Leo Ferré

Nuestro hijo

Nacerá la sombra con el llanto de cal.

Dejará el hogar de ser cómplice
porque un sueño habitará la esperanza
como un dios sin piel.

Nos esperan las horas oscuras,
el baile y la caricia, paseos igual
que trasatlánticos perdidos.

Sólo la vida abre flores al ocaso,
sólo el músculo de la especie
es capaz de convertir un corazón
en una pregunta.

¿Qué camino elegirá el miembro fértil,
la extremidad dolorosa,
la ilusión o la quimera
de este ser ingrávido?

Ya se ve la luz en las mejillas
de aquel lugar sin frenesí
que invita a la laxitud
y al abandono.

El mar sigue callado, dormido, rojo.

El niño espía el volar de los pájaros,
sonríe con la inocencia
de un circulo que crece.

Quisiera que tu cuerpo volviera al éxtasis,
que la noche traslúcida
o el furor encendido
encontraran en los labios un pedazo
de carmín hiriente.

Como antes, como ya nunca.

viernes, 24 de enero de 2014

Retrato de un rostro

Es imposible recorrer el aullido de un rostro.
Palomas en al aire, dedos de escarcha, infantiles
acrobacias sin memoria. No puedo, no puedo
adivinar el oasis que cabalga. Los vehículos,
las pisadas o la coincidencia del instinto
o de la nieve. Lejos, las cremalleras del perfil,
su oblicua sinrazón de panteras. Los años roban
el caleidoscopio al sempiterno eje de la flor
bendecida. Inútil el calendario que desnuda su candil
de células ambarinas. El color, la piel, el albur
ensimismado como la palidez del abismo. Quien
ansía la sombra del ayer no enmarca su latido. Vagan
los pájaros en el circulo imposible de los pendientes,
los ojos calibran las luces del azabache, las metáforas
ambiguas de un sol insípido. Mi latitud quiere
una frase perdida, aquella que en su infancia roja
despobló los mitos o encendió las hogueras
del suburbio. Una página abierta que no conocí.
La llave azul que mira sin ver las alas del buitre.
El misterio lúgubre de este hoy caduco.


martes, 21 de enero de 2014

El abandono

Se acabó el final. Sí.
La luz es un ovillo
de mariposas, la patria
un robot sin horas. El tren
deja surcos de aliento
en la mentira. Serás tú
y será el otro un pedazo
de abril. Círculo insolente
de sombras tu vértigo.

domingo, 19 de enero de 2014

Noches de luna llena



Siempre a la espera de un quizá.

Esta noche invita la palabra a ser comedia azul,
brillos de copas, melancolía, faros de neón
en autos incombustibles...

Y el camino, el paso como gimnasia rota
con la sed de los rótulos
parpadeando en la risa.

No había un nombre que decir,
tampoco un cuerpo
o su refractaria exactitud.

Era demasiado pronto para el olvido,
demasiada la luz del artificio
para que el reloj no inventara
una historia.

El látigo de un verbo me indica el sol ausente,
la salida hacia el claror de la luna sólita.

Somos tres las pieles sin sombra,
tu miras,
yo miro
ella mira
el oscuro pozo de los ventanales,
los pájaros del parque callan
como músculos de piedra.

Así comenzará el sueño de una primavera virgen,
su largo talle, sus medias negras,
el color impertinente de sus vestidos.

En la mágica deriva de mi juventud,
caen los fuegos fatuos igual que luces de mar.

Hombre de agua soy,
náufrago o capitán de un barco errante
ya ido.









viernes, 17 de enero de 2014

Fluir de vida

Aquel hogar fue un monte de infinitivos.
¿Qué esperar aquí salvo el baile de un niño que
crece? Una vida como el ramal de insobornables
arterias, un azulejo de labios abstractos, la calidez
de un futuro versátil. Si ves las ánforas del río,
si un sueño es igual a una tabla que metamorfosea
su enigma, si en el temblor de la paredes hallas
la diástole del adiós, si aún en el fondo del barro
tus pies lloran; piensa que hay un valor por encima
del signo, ama la raíz de invisibles esperas porque
en el viento de los días has ganado el arpegio,
la magnitud y la incertidumbre. Caudal de este
existir diáfano.

miércoles, 15 de enero de 2014

La amante



El aire con su sombra de calles.

Vigila,
visita tu signo donde el hogar
muere.

Ella no habla, solo indica esa latitud
que el refugio ciñe.

Hay música nocturna,
ruido de agua,
luces de abril.

Un día son sus pasos la flor de un eclipse,
otro día sus mallas negras van,

van,

y van

hacia mi índice.

domingo, 12 de enero de 2014

Dias de hotel



Sonido de agua dentro,
dentro.

Mi padre me enseñó la historia de una equivocación.

Descubrió edificios de arcos, cánticos de un siglo moribundo,
imágenes de hombres perdidos entre la luz y la locura.

He allí el refugio, la paz, la memoria de los viajeros,
la cúpula del ayer, tu canción-eso dijo-.

Por el día las pisadas de los mustélidos acompañaban al reloj,
la química de mis pasos regurgitaba en la piel del mármol,
viejas escaleras que lloran.

¿Quién me visitará aquí si aún hay rostros del pasado,
caras muertas y cuerpos de alquimia?

No voy vestido como debiera, lo sé por las miradas
que huyen al presentir los anillos de mi sonrisa.

Sonido de agua en el esmalte del cristal,
ventanas desportilladas que no tienen patria.

Alguien me dice que la noche grita, que la busque,
que la ame como a un dios caído.

Si, pero eso será mañana.

sábado, 11 de enero de 2014

Reivindicación del presente

Créeme que nunca te pensé...

Una vez las alas del dulzor cayeron en mi luz.

Entonces mi prisión fue tu memoria,
tu acento en los pasos de la vida: las rúas ciegas,
los cines sin espejos, las fachadas de antiguos símbolos
o las orillas del mar en prontitud.

Hoy quiero hablarte sin que las palabras sean señuelo
porque en la doctrina de las miradas tu esgrima ejerce
un influjo de sombras de hojalata
o murciélagos que conocen la ruta
que yo ansío.

Te presentí en los lugares del jazz, como si tu piel
lograra adormecer la silabas de un saxo
en la madrugadas de añil.

Perdona si mi lápiz perdido
eligió esa atmósfera de los iris
y su racimo de sal.

Quisiera encontrarte en las páginas de un hogar desnudo,
quisiera una penumbra cerca de ti
como un duende fósil.

Que no rastree mi corazón las horas sin paz,
que se ancle su exactitud en el hoy.

Que solo sea tu semilla una flor en el ártico desliz que se aleja.

Dime, ¿por qué vuelve lo innombrable a mi ser?


jueves, 9 de enero de 2014

Lluvia de cuerpos



Podrían entrecruzar sus piernas como aspas
de bienvenida. Son la misma mujer, un armazón
perfecto de huesos y calor. Una es noche, la otra
día. Inoportunas regresan como alfiles del deseo
o de la astucia. Quieren un jardín sin amapolas,
un espacio lunar de ceniza y meteoros. Sus cuerpos
imitan el aquelarre de las marionetas, y fingen
el amor, el odio, las cosas que levemente ocurren.
He perdido su huella en el sinsabor de los trenes
o de las rúas sin paz. Todo es como una lluvia
que inútil persiste en la memoria. Mi memoria.

martes, 7 de enero de 2014

El iluso

No habité otra casa que mis sueños.

Después de la oración, después del infame
ejercicio de la rutina el cosmos regresa a la luz.

Días infantiles que arrodillan los parques,
en ellos hay un frenesí de hojas muertas
sin ruido, sin albur, sin pálpito ni vacío.

Porque en la brevedad de ese vendaval
de cuerpos y miradas-o en los equinoccios
del azar- yo no descubrí el perdón.

Siempre a la busca de lo inalcanzable
como el borrador de un dibujo en la noche,
el alto refugio de un labio que desangró su meteoro.

Entonces, aún creía en un dios o en primaveras
blanquecinas o en el deseo como un rubí
que podría robar al silencio.

Pronto llegó la edad con sus caballos omniscientes
y con ella un devenir de máscaras en las pupilas,
el terror igual que un juego que nos desviste
y nos incendia la piel.

¿Será la vida este río de átomos
cuya extraña gratitud nos sorprende?

Hoy sabes que has perdido,
que ya nada es resplandor.

lunes, 6 de enero de 2014

Navidad

Caen lágrimas de luz sobre la fachada
invernal. Un paje oculta el misterio
con voz de ninfa. Las miradas sueñan
con los tesoros de la infancia, recitan
las palabras que alguna vez fueron
dicha, ilusión, metamorfosis. Una
ciudad pasajera habitada por símbolos,
el parpadeo de la historia en versos
breves de latitud. Esta tarde hay
máscaras que resucitan, cosmos
de la edad cuyo significado llueve.
Me gusta el cansancio fingido, la
astucia que una imagen deposita
en el iris soñador, la bondad que
incorpora su tránsito de serpentinas,
libres, ausentes.

viernes, 3 de enero de 2014

Resistir

En el tránsito de un sol no hallo mi nombre.

Fui espía en las aulas, un pájaro del frío
en la educación rota.

Los hoy son ágrafos o impertinentes o vagones
sin furor en el pulso negro.

Transferir una sola verdad cuesta latidos y penumbra
en los ojos sin paz.

Mi viaje acentuó el eco de las colinas,
el mar dormido en los lunes del solsticio.

Si,
vivir o no vivir,
con las máscaras de ese tiempo
de palomas infinitas
y reconocer al atlante
desde las órbitas del azul.

Los cuerpos ambicionan una serenidad, las venas
simples se acostumbran al calor de los bares,
a la confidencia vespertina, al ácido de un reloj.





El diálogo

Hablé contigo de aquel tren,
de las calles, de los cines,
de las piedras antiguas
como un ejército
en tu edad.

¿Dime, dónde duerme la palabra,
la oración que intransitiva regresa al diálogo?

Rutas de sillares- admiro tu andar de botines de felpa,
armoniosos como un secreto o una mentira-
en esta olimpiada de sueños cuando las galerías
se vuelven viejas y cantan los pájaros en tejavanas rojas
como un nido insólito o crepuscular.

Perdona mi maquillaje, es amargo y se estremece
sin un latido o un ojo que reviva su luz.

Ya sabes, la juventud no admite los fuegos fatuos
de una noche inacabada.

Mira la lluvia, cómo en el vidrio de los faroles
vierte su canción de primavera, así la historia
que nombro en el café, tras la oscura sinagoga de los días.

Hay demasiados círculos vacíos para que mi juventud
no reconozca los ramales de un espejismo, el futuro
con su gong de amapolas y su astucia.

¿Adivinaste en el rumor del molino, la felicidad sin hojas,
la simbiosis de los vástagos que te doblan,
ese mal humor dormido, incandescente?

Ya no vigilo las aspas del reloj. Si veo tu perfil,
lanzo al aire los doblones del misterio,
y confío en las rosas del azar,
en su sol
o en su nieve.