miércoles, 29 de diciembre de 2010

Amor filial

Ella luz y él sombra-o al revés-. En el sepia
su ojo negro de carbón y miércoles. Oh! madre
por qué tu índice no alcanza el sol. Ya no hay
doctrina en los juegos, ni esmaltes que duerman.
Tu pulgar y tu viento, la palabra que hiende
los hemisferios de un narciso. Odio el maquillaje
de los vómitos, las canciones de despedida,
el suave tacto de la araña. Son sus pasos
la golondrina ciega(pero ella ordena
las magnolias con un sí o un no). Veo la luz
con su amarillo diminuto. Veo la queja del cristal,
el órgano que apunta a las amígdalas de un dios.
Oh sí, las figuras son espectros que acumulan nieve,
sonoros tallos de un clic ancestral. Mi juventud
de diafragmas rojos, mi orgullo de pegajosas
ausencias, de raíles sin un nombre ni un candil.
Tú, madre resucitas en los films como una siniestra
esfinge. Tú, padre amas el negro por sus branquias
o su incienso de idiomas varados. Vuestra voluntad
es como la ropa vieja que se desnuda. Hoy visito
mis insomnios y en su eje de metal encuentro
la huella de escondidas metamorfosis, horizontes
del deseo, estrechos líquenes que me han regalado
un segundo de eternidad.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Loreena Mckennit

En Navidades me da por escuchar cosas como ésta...

Un poema de Aurora Luque

PROBLEMAS DE DOBLAJE

En la toma perfecta,
cuando el guión es bueno
y los actores fingen dignamente ser héroes,
el tiempo marca estrías, va apagando
uno a uno los focos y la banda
sonora se interrumpe.
Sensación de pantalla desgarrada
la insuficiencia siempre de vivir.
Qué frágil la película
que intentamos rodar en esas horas
para sesión privada y clandestina
en la pantalla interna de los párpados.
Un insípido tono pudoroso
de noche americana
en las irisaciones del deseo,
ni siquiera el siena matizado
del pasado indoloro nos acude.
Sueño de gabardinas
por calles satinadas de humedad,
labios muy densos, casi
negros desde la sala. Juventud,
cinta de celuloide erosionado,
un guión mediocre,
problemas de doblaje.

De "Problemas de doblaje" 1982

domingo, 26 de diciembre de 2010

La ciudad sin ti

Otra doctrina, otro sol, otra penumbra.

Vi tejados rojos y escuché a los pájaros,
todo era frágil como un racimo o un pensamiento
sin fe.

Me escondo en la minúscula sed de los niños, se oyen sus risas
y yo sé que no aman el ruido de las mareas
ni la canción de un jueves, ni los números
que ambicionan los autobuses blancos.

Tengo letras en el hombro que acechan como duendes.

Y tu miseria y dos candiles de sol y el adjetivo que pronuncia risa,
dolor, miedo.

La ciudad hoy me visita, leo sus abecedarios,
sus músculos que anhelan la indiferencia de los días,
los rótulos como un párpado de alacrán
y ese latido de cabellos que nunca eligen piedad.

Cuando se anuncia el invierno las golondrinas dejan de ser disparo
y yo me acuerdo de tus preguntas, de las manos viajeras,
del murmullo del labio que concentró una sima
o un destino.

Y es que éramos como espigas o sueños,
y algo-el silencio del tiempo-nos adornaba
con sus flores rojas.

Y había hoteles sin desengaño(qué fantasía de dorados),
y al salir a las plazas, el púrpura de los metros,
la suave música como arrullo o renuncia.

Yo he vivido en una tómbola de espejos,
busqué los capiteles o las orillas o la memoria de vértebras doradas.

Pero no estabas tú. Es inútil recorrer los senderos vacíos,
me miro en los estanques, en los palacios de metal
y sólo veo máscaras, pálidas como un reflejo,
intermitentes como el pulso que antecede al invierno.

Tu nombre es un corazón doblado, hay en ti dibujos sin mar,
colores de un solo ojo, la impaciencia de los collares oblicuos
que no regresan.

sábado, 11 de diciembre de 2010



LOS DIAS DEL CALENDARIO

Se persiguen como dioses diminutos.
No tienen nombre ni edad. Si
les preguntas cualquier cosa
su respuesta llega tarde.
Casi todos visten de negro
pero no te podrían decir porqué.
Son una costumbre o un paso
en la nieve. Una línea exacta
de párpados ciegos.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

La isla encendida

¡Hubo luz, hubo luz!.

Allí todo era blanco, el colmillo de los taxis,
la aventura de los nenúfares, el miocardio de un sueño.

Un país de poliedros, con el acento de las ocas
y la piel bruna del tritón.

He vertido el equipaje en la huella solar
como quien ama teléfonos o pasos sin cintas
ni azul.

¿Y el sol o el aeroplano cuyo vientre de fuego
aún ausculta los días, las noches, el mercurio?

De rodillas el tiempo con sus abecedarios sin flor.

¿en qué estación la luz que naufraga, mis anchos hombros
de cóndor o esfinge?.

Crecí desde la sombra porque los lápices marcaron
la metamorfosis de la palabra y fui signo
entre las bocas horribles del metal.

¿Y la noche con su fósil marcado(penumbra fiera,
lastrada, apocalíptica)? Pero no, un cigarrillo que tiembla,
el ascua como un inmenso astro de azúcar
y la pregunta y los ojos de topacio que sellan un nombre ciego.

¿has temido a los alfiles como si no tuvieran regreso?

En la escritura inmensa del mar sollozan los niños blancos
y una tenue bruma se apiada de un labio.

Aquel día nos arrullaban los árboles: preciosos castaños,
robles de brazos perfectos, acacias, álamos de tez lechosa
o rotundos pinos de ampulosas mejillas.

No esperaba la razón del trueno ni la calcárea nieve
tan herida.

Oh señor, adónde tu cuarzo de óseas membranas,
de fusiles viejos, de alcanfor y muerte.

Nada temo pues soy la eterna sombra
que aún vigila su aliento, un soplo de carne,
una raíz vieja, un tobogán de astros y sur.

Mi única memoria son mis vértices.