martes, 21 de mayo de 2024

Entre todas las palabras, una sola palabra

 

Enlaces como dijes o átomos prohibidos que encuentran,

sin querer, la sonrisa ambigua del pasado;

la palabra tiene el don de un artilugio con membranas de vida,

se esparce sobre un rastro de nubes, codifica el tiempo,

da sangre a la sangre del futuro, a veces recorre el laberinto de la música

y los fieles cantamos odas de cisnes, sin la alegría el pájaro;

también el color y su estigma de arco iris, la fugaz historia de los signos que,

como anclas, viven en la profundidad de un anhelo, nos dan un sur adónde ir.


Mi océano sin islas, mi rastro en la estela-qué resplandor en la espuma-,

y en el vientre de las horas la letanía de un arpegio azul,

su máscara retorcida por la filigrana de inventar la duda

en el jardín del recuerdo, la sinrazón del olvido con mensajes negros,

la huella en la nieve, jamás vista porque en la sed del sol,

en su morir de artificio entre raíces de pétreo abril

no existe el viento húmedo que torna en metamorfosis

la agonía de un cáliz sin ríos, ni savia, ni aroma en la flor del silencio.


Y tú que ya no eres carne bajo la sombra del almendro,

que no heredarás del ardid el espejo incólume de la juventud,

que te acuestas-oh sí, látigo firme de la ausencia-

con el temor a vivir bajo las cascadas de la desmesura;

igual que el solitario grito que no deja reír a la noche, te inmolas,

tu frente de farol y labios abiertos en las plazas de un deseo pálido

cuando se abren los pétalos del frio eclipse y en los Médanos llora

la arena por una luz de flores blancas, sin perfume, sin el ramo del clavel

o la dalia entre las miríadas de lentejuelas que se filtran por mis dedos

como glóbulos rojos perdidos en el canal de un latido insomne.


Así de quebrada mi luna como la clepsidra del hielo,

sólida quietud que en mi mente espejea,

repitiéndose como una secuencia de caballos fugitivos

a la orilla de un mar que carece de diques en donde surja la paz,

donde yo pueda escribir la sola palabra que resume el color de mi pensamiento: tú.

lunes, 20 de mayo de 2024

Galicia es el nombre de mi hogar

 

Se abre mi país, se expande por el territorio feliz

de mi casa, aquí el platino de las olas y el acontecer

de un río que transcurre entre meandros fértiles

donde la vid es un laurel que corona la testuz de una tierra de verdor y sueños.


En la pared, los bosques arracimados, eucaliptos y robledales,

pinos altivos, un tapiz sin las heridas del surco, crestas como penachos

donde la bruma traza amaneceres de lluvia gris, y un canto de alalá

que retumba por las cuevas y las recónditas madrigueras del lobo y la alimaña

se esconde de la luz bajo la sombra matinal de los arces.


Y si busco en el espejo que tanta veces me mira,

detrás, como un lienzo de mareas que vagan por los dedos abiertos de las rías,

un resplandor de ágiles navíos-barcos sin edad que rompen las espumas del vendaval-

transita por las estelas del azul hacia los paraísos de peces

arrebatados por el flujo incesante del océano

que los lleva hasta los límites del ártico o el perfil de las islas,

más allá de esta lágrima inmensa que es el mar de la vida.


Y en los suelos, el mapamundi de los relieves, en su tez

el íntimo sudor del labriego, su mies, su ganado triste,

su huerto, siempre en fruto como un árbol celestial

entre rocas que reclaman una red de lagos y lluvia perenne

para que el pájaro beba de la escarcha que forma el invierno

en la pétrea piel del granito.


Y en mi habitación, la soledad del emigrante,

el silencio del temor cuando el viaje es una sombra

que impide ver la luz del futuro en los ojos de un hombre que ha perdido su patria.


Y el ímpetu de la leyenda, un río de cadáveres que resucitan en hileras de candiles,

bajo sábanas de estupor y grupas de caballos erizadas como espigas sin paz

en las madrugadas de los caminos solitarios-ulula el viento y la lechuza

en su rama observa a ese sol lunar que imagina pálido

como una perla en lo negro de la noche-.


Y también yo, espectro de mí, con mis cenizas y mi piel

y mi raíz muda, con mi nostalgia y mi voz que pronuncia el idioma ancestral

del arrullo-suave la letanía-, su música que canta al agua y al verde,

a la lluvia y al mar de este país que navega por mis arterias

como un navío sin otro puerto que el azul de un horizonte infinito.











domingo, 19 de mayo de 2024

Hormigas

 

Creamos líneas precisas sobre la geometría de los suelos,

subimos por los troncos de los árboles como una arteria

que no cesa de manar savia, en la pequeñez y la negrura

está el alma de un colectivo cuya fuerza es el tesón que nos une,

no nos importan la lluvia ni el cierzo ni el sol ni la canícula,

a veces morimos, si el agua, como un torrente fatal,

anega el sendero de un jardín abandonado, es la llama

el enemigo si el bosque arde con latidos de ceniza

en su corazón de agosto, también-como la propia tierra- 

el cantil, el atrio, los muros o la madera de las habitaciones 

nos sirven de hogar, y así seguiremos igual que un río que circula

incansable por los caminos, aún sin descubrir, de la vida.


sábado, 18 de mayo de 2024

El castillo interior

 

Recogido en mí, tu sombra en las almenas y los estandartes

de mi vida en la frente, de sillar y portalón, de foso y barbacana

mi arquitectura inexpugnable donde los fantasmas habitan

la pared como dormidos títeres bajo el dosel de la melancolía.


Hachas de luz amarilla, pasadizos interiores, las mazmorras

vacías de ternura y amor, el salón de mi memoria con ventanales

abiertos a revivir la juventud, ahora sin pasión, dulce como un trago

dulce que llega a mis labios como llega a la sed el tímido beso del agua.


Sin ti, cautiva del olvido, sin mí, que ya no ansío subir

a tu torre de cristal donde los pájaros del ayer son, tan solo,

un rastro de alas pasajeras en el invisible muro del recuerdo.

viernes, 17 de mayo de 2024

Cuando sufras

 

"Piensa en mí cuando sufras, cuando llores también piensa en mi" (Luz Casal)


Piensa en el tizón sobre el ojo abierto con su roja pulpa encendida

o en el llanto del amante al ver morir el sol que iluminaba el rostro

de su amada, piensa en el aullido que crece en la herida como un volcán

inmenso de sanguínea luz, piensa que no eres tú el que piensa en el dolor

para que se vaya yendo lentamente como el agua se va en el río abajo de la vida,

piensa que la esperanza madruga y que si no estás allí el azul que soñaste

se volverá oscuro como la noche, piensa en el mar de tu adolescencia

y en los jardines que florecían una y otra vez después del hostil pedrisco,

piensa en mí porque si piensas en mí nada malo habrá de pasarte, créeme

si así te lo juro, aunque dentro de ti tu alma aún presuma que el dolor será eterno.


jueves, 16 de mayo de 2024

El suspiro

 

Acontece el suspiro que invoca a la secuencia del amor

cuando en la memoria se fija el momento de la doblez cálida 

en que la palabra deja de ser hegemonía y son las vértebras,

los huesos y la piel el idioma feliz que buscan las manos en una única

síntesis, en un único mimbre donde las caricias sustituyen al verbo

y los ojos miran al silencio de las bocas, al carmesí o a la carne

de los labios, a la tez tan próxima, al abrazo que extiende

su perfil de enredadera por las axilas, la espalda, el arrullo

de los vientres besándose como niños que juegan a compartir

una estrategia de vaivén y olas, de latido y eco, de finitud

e infinitud en un solo cauce, en idéntico árbol, sus pétalos

y sus ramas perfectamente superpuestos como un nimbo,

como un halo, como un reborde que se perfila y deja

una sombra entre los dedos, una cicatriz con rúbrica

en la que existe un misterio que los une, ella la hoja,

él un fruto alimentado por la savia del amor que provoca

en los amantes un suspiro en el recuerdo cuando ya para

siempre es definitivamente tarde, y no hay vuelta atrás.


miércoles, 15 de mayo de 2024

Recorro con mi nave la sangre donde la ciudad duerme

 Sombría la lisa membrana de donde brota el aliento vital


del plasma, con la quilla surco los estrechos limites de la roja

tiniebla mientras a mis lados imágenes fósiles de secretos ocultos

por la infancia representan escenas de islas en la pared viscosa

de este canal donde palacios de mármol y agujas de plata brillan

entre la hojarasca del tiempo como un jardín en el que la memoria

reproduce el ensueño de la colina y el faro con su anillo resplandeciente,

su haz que asola los párpados, la sortija del cristal cuya luz emerge

entre las dunas de la misma playa en la que la osadía del galeón

penetró igual que el agresivo espolón de una nave sin ruta

bajando a la orilla del magma, anclándose al rumor

del río púrpura, derivando su mástil hacia las cavidades

y el capilar múltiple en suicidio de piel, y dentro la casa

y la ternura de ese rostro que vivía entre los muros de otra ciudad.



ay! el rubio espejo que el sol enciende al volver su cabello

la hembra infatigable a la que no le han crecido las alas del amor,

y la semilla de la lluvia-bendita lluvia de azares y viento en la latitud

de todos los momentos en que mi voz se perdía hacia las plazas

y el musgo de las columnas- tras el retablo que en mi bolsillo

refulgía sin ser de oro, por el humo del desamparo

-un crepitar de tabaco en la urna caliente de mi pipa,

mullidas las hebras de tizón y fuego- asi los oráculos

como palabras de anteayer brotaron de las bocas levemente

poseídas de dulce, mientras los párpados caían

como hojas de árbol en la humilde caoba de la espectral mesa.



Estaba la ciudad alerta y la sombra de todos los miedos en las calles solitarias,

también los naranjos de las avenidas en plenitud de primavera

y los autobuses que llegaban sin pasajeros

hasta las marquesinas donde mis huellas eran de frágil paloma

y los grillos mudos, sin el eco de las piedras callaban por el tósigo

de los portales cerrados y el coro de las bocinas,

las frases hechas en los picos de los pájaros

y los eclipses de la noche pálidos de luna y neón.



Las glorietas vacías y los cines abiertos aunque el amanecer llegara,

aunque el grito del cóndor se oyera por los laberintos mentales

de los ahogados que regresan al nido oscuro donde las horas son cadáveres

y el turno de dormir se viste con el insomnio del caminante que se aleja, se aleja

entre orines de ángeles y semáforos negros

como el abismo sin paz de las cloacas.

martes, 14 de mayo de 2024

La isla

Has visto el mar a todas horas, en la noche y en el alba,

en la tarde vespertina y en las mañanas sin luz,

en el ocaso y en la claridad que reverbera

con brillos de espuma en la playa de tus ojos,

en el sueño y a través de los océanos de tu sangre verde agua,

¿por qué ahora ya no eres la isla que una vez fue mi morada?

lunes, 13 de mayo de 2024

La estrategia de la araña

 

Fui paciente como el aire que desgasta la altiva roca

desprendiendo la lámina de su ser hasta pulir el silencio

en que vive su corazón de siglos.



Con el dibujo de mi tela creé un dédalo sin salida,

una pegajosa celosía para que la ingenuidad del insecto

pose allí sus alas traslúcidas que ya no volarán

entre el cristal y la pared de mi único hogar.



En el rincón más escondido, en el ángulo en que el fortín

de una moldura se despliega en flores perfiladas

está el taller de mis horas eternas, cómplice de la luz fósil y el hastío,

del polvo de las vigas con su raíz melancólica de árbol mutilado,

del desván húmedo y los baúles sin edad, de la ruina

y el descuido en que viven las habitaciones cerradas,

de las lámparas ya nunca más encendidas; solo acecho.



Soy la laboriosa quietud donde en el tapiz de la muerte

juegan la agonía y el instinto su invisible partida de azar.

domingo, 12 de mayo de 2024

Metáfora del buen existir o el barco en la tormenta

 


Arriba crecen las lágrimas de la tormenta

y en el fragor retumban los tambores del ocaso.

Es volátil el surco que deja mi nave entre las olas de espuma

colmadas de furia con nubes de aire borrascoso

que arrojan su llanto de fiera herida sobre las cuadernas y los mástiles,

sobre el velamen henchido que recibe la inclemencia

de un viento huracanado con la fe de resistir al flujo

de unos azares invisibles que, como una efímera desgracia, 
pasarán 

al devenir la claridad del cielo entre el sol y el azul de un pacífico amanecer.



sábado, 11 de mayo de 2024

La naranja

 


Pesa en mi mano la redondez de su infancia recién nacida,

lentamente en la corteza la navaja penetra como una lengua

de acero y níquel que desprende del blancor su pulpa agridulce

de néctar milagroso, del hemisferio brota el jugo en gajos de piel

desprendida por los dedos finos de mi madre que acercan la media

luna hasta mis dientes donde se derrama como un manantial su tapiz

mordido por el ansia de mi sed que ya no espera a sentir el aroma

del fruto en sazón antes de que el río de su vientre se rinda a mi codicia.

.



Buscando un abril

 

Aquí donde los espejos gritan la edad que transcurre

como un río de sombras entre horarios cíclicos, aquí

sin lámparas que iluminen la canción de la juventud,

aquí en el dibujo que tracé antaño sobre una pared

vacía y que ya no es más que la bruma de un recuerdo,

aquí con mi rostro en el cristal de un mañana impredecible,

mientras los pájaros visitan el alféizar de los sueños

con el trino celeste de los ángeles como un clamor

de esperanza que asoma a los labios mudos, aquí

donde el trasluz juega con el sol a ser un mismo

aliento de humanidad, estoy yo buscando un abril

entre tus párpados que me de el agua de la vida

muy poco a poco, muy lentamente, como una gota

de azar que humedezca la raíz hasta lo más profundo

de mi árida noche, y así calle el perro de la melancolía.


viernes, 10 de mayo de 2024

El buzo


En el seno del agua las anémonas agitan su finos brazos

de esponjosa quietud y el cardumen como un tapiz de plata

se aleja con el impulso indomable de la tenaz corriente.

Filtra la luz su rayo solar con los cabellos derramándose

sobre la espuma que el mar bravío ensortija con el frenesí

del aire en las olas de una tempestad arrebatada, pero aquí

bajo la noche líquida peces sin condición rodean la piel

de mi traje con un círculo multicolor de tránsito fugaz,

sin demora en su orden de ramas fósiles que el inmenso

árbol oceánico columpia como si fuera una cuna que el río

subterráneo balancea entre algas, corales y rocas mecidas

por la mano ancestral del salitre azul. Y pasan el tiburón

y el delfín, la sirena y el haz que pone una flor de rocío amarillo

en la corona del viejo Poseidón, el pez que aova en un cúmulo

rugoso, y el crustáceo con su coraza imperial entre nubes de arena,

y en medio de la llanura traslúcida de un piélago inconmensurable

la sal de tu nombre da forma a la plenitud del silencio. Eres tú

mi superficie cuando miro cómo juega la luz con el recuerdo que surca

la corriente de mis ojos y enmarca el marítimo conjuro de no olvidarte más.

jueves, 9 de mayo de 2024

Sin ti

Repica la música en el húmedo cristal cuando canta

la espera en los posos furtivos de la noche. Tu ausencia

tiene el color de los espejos al nacer la luz en su cáliz virgen, 

sin la memoria de la piel recogida en una bruma de plata 

y azogue. Y fluye la conversación como un aire que arrastra 

los silencios con las cadenas sólidas de una amistad en flor, 

mientras la faz de tu espacio te invoca con el rojo carmín 

de unos labios ausentes. Hay huecos que nacen de ti y van 

hacia el olvido de una voz y un perfil dibujados en las mesas

vacías de la madrugada. Ah! qué ausencia de sombra me visita

aunque el resplandor llore en las esquinas donde la curva

de tu seno se desdoblaba en ríos de luz transparente. Y si no

estás yo no estoy, y si estás yo te sigo como un albatros sigue 

al sol que se acuesta en el mar de unas horas aún no vividas.

miércoles, 8 de mayo de 2024

Tus dieciocho años

Tu verdad bruna se esconde entre las sombras de un pasado feliz.


Igual que en el tallo de la flor crecen las espinas del tiempo

de tu cintura nació la punzante sed de no herirte con las rosas

cómplices que se ocultan bajo los sotanos del alma.


Aún te imagino en el columpio de las risas

con el azul de tus ojos como bandera de los sueños

y en las manos un pájaro a punto de volar

entre las nubes del mañana.


Entonces la vida tenía blancos patios al sol

florecidos de eternidad igual que jardines sin invierno;

entonces las palomas aún llevaban en sus plumas

misivas que no anunciaban olvido;

entonces la luz era de plata como un resplandor gris

en el atril incólume de tu vientre.


Entonces te nombré con todas las sílabas prendidas a tu piel

que, otra vez, como antaño, volvió a ser un lenguaje 

solamente nuestro.


martes, 7 de mayo de 2024

Las horas vencidas

 

Estas horas que llegan vencidas igual que un atardecer

moribundo me abrazan con su lamento efímero. Vivo

en el silencio del día junto a una nube con areolas de ocaso

mientras invaden los pájaros de la noche su guarida cóncava,

allí el trino es azul de mar encendido por los fanales de mi habitación

en duelo y todo sucede con el artificial arrullo de una luz tramposa.

En mi voz hay carámbanos de luna que se agrietan como

el cristal del hielo en el candil que torpemente me ilumina,

nace la quietud bajo el alféizar y se derrama su ola invisible

sobre mi piel dormida lo mismo que un oasis de paz entre

el griterío de las voces de los locales abiertos. El neón escribe

palabras de abril: flor, agua, primavera... en mi pared desnuda.

Lentamente los párpados se abrochan a las pestañas del sueño

como un ojal se abrocha a la impaciencia de un botón amante.

lunes, 6 de mayo de 2024

Las sombras del día

 


Este silencio omnívoro se vuelca en mí

como una campana de cristal caída del misterio de la luz.


Desde la contemplación un río de minutos se asoma a la estática raíz

de mi cuerpo y es cuando la memoria renace con la algarabía

en sus pétalos de flor marchita y el roce de un pálpito

en las venas del sueño.


Y brincan las palabras con la magnitud de un satélite

que rodea los estambres de la piel y da cobijo a las preguntas

vencidas por la fe indómita de los soldados de la edad.


Y no sé si llueve o si en el gris de este carámbano de luz

no hay más que el pasivo ejercicio de la nada.


Y no sé si exisitirá un orden al que acudir

aunque sea un desfile de carnaval el tiempo que va pasando

como un pájaro de luna entre las sombras del día.


domingo, 5 de mayo de 2024

Sobrevivir al azar

 

Sobre las prímulas del azar llueven copos de niebla estéril,

casi en derredor la ceniza de los días esconde en su cáliz

llamas de inexactitud, extraños símbolos que fueron cruce

entre la pasión y el descuido de no adivinar el llanto inmortal

de los minutos en el seno de los cuerpos familiares que exhiben

sus heridas sobre la cruda esperanza de un devenir frágil,

atisbo de insensatez el desorden de la ola que llega indómita

como un atlante brutal a la orilla del silencio que amamantamos

juntos para que solo hablen los ojos, y nunca en la palabra

exista la humillación, la pérdida o el triste y efímero acontecer

de un imprevisto que rompe la serenidad de los vínculos

con la certeza irremediable de las horas furtivas sin ángel,

y las horas del mañana, el territorio donde la lidia persigue

sobrevivir con el mentón altivo de quien lucha hasta

la muerte contra los impulsos tenebrosos del azar.

sábado, 4 de mayo de 2024

La tormenta

 

Con el estrépito de mil carros celestes

que surcan el confín del océano como atletas invencibles

recorriendo la luz de un profundo bosque en llamas

surge la música de su melodía voraz.


Así el bramido que cae en la piel de las olas

y el relámpago venal que enciende la tiniebla

con la chispa mágica de un fulgor cautivo entre vientos ábregos

y largas crestas que se alzan como monstruos sin paz

sobre las dunas que el agua forma en los oleajes blancos

de una sinfonía fantástica y terrible.


La lluvia se agranda como un mar inverso

cuyo armazón se vierte en ondas de agua dulce

y es la tierra fértil su boca abierta a la sed

de todos los veranos que murieron

por no recibir la alegría de un presente líquido

en su matriz de madre virgen.


Y retumban los cristales y el insomnio de la luz

ilumina la negritud del horizonte,

y en tus ojos un resplandor de río culebrea en el iris

con el perfil de una herida que no sangra,

una herida como un espejo que reproduce mi imagen

bajo un nimbo de artificial palidez.

viernes, 3 de mayo de 2024

No consigo pronunciar tu nombre

 

Te daré la lluvia tomada entre mis manos para que moje

el tibio reflejo de tu piel. Vendrá el ruiseñor con la voz

tierna de un pájaro herido por los azares de la vida para

que la soledad escuche una melodía de arpegios sonoros

que van cayendo como rocío en las membranas acuosas

de tus iris azulinos. Y el ángel que se alejó de tu nombre

volverá a ser la vocal que aúlla en las sílabas rojas del estío

como un extraño eco de lo que un día fue la cálida palabra

que en mis labios puso unas alas de amor bajo la insaciable

canción del nunca decirte. Qué azul es el viento de la noche

y qué frío el que llega hasta mí como una sombra gélida, sin paz

ni utopía con la que cobijar el temblor inclemente de nombrarte.




jueves, 2 de mayo de 2024

Autorretrato frente al espejo

 

La mirada oscura no ve los sueños que vendrán.


Mis pómulos lívidos de ansiar la noche en que los poemas maduran.

La boca fruncida como un sello que guarda el tesoro de una palabra inmortal.


La nariz olfatea el silencio igual que un perro

buscando tu voz entre las voces del ayer.


Los ojos y las cejas en armonía, como un dibujo

que trazan los amantes en un mismo lienzo.


Mi frente es un páramo que surcan las lineas del azar.

El cabello se enrosca igual que racimos en una parra sin fruto.


Un dédalo es el perfil de mis orejas

a las que llega algunas veces

el susurro de tu nombre.


La altivez del mentón difumina el misterio de una fe quebrantada.


Ahora soy yo el que observa a mi otro yo en el espejo.



miércoles, 1 de mayo de 2024

Hijos de la lluvia(dedicado a Galicia)

 

Hijos de la lluvia y del verdor amable de los montes,

pacientes como un río lento y firme que transita sin premura

entre arboledas frondosas, cabalgan el mar y cuidan la tierra

con el vigor sin límite de su naturaleza ancestral, pausados como

un árbol que desde su raíz se empina altivo hasta los cielos grises

que dan el fruto del agua, hombres de recia fe en el misterio

de las leyendas que se transmiten como un rezo en las madrugadas

de invierno, mujeres de rubia piel que esperan a sus Ulises

con el temblor en las entrañas cuando arriba la marea, viajeros

por necesidad hacia países desconocidos porque el hambre

fue una poderosa ola que los empujo inclemente, sensibles 

a la añoranza desde la lejanía de otros lugares que no son el suyo, 

hay música en su voz y sinceridad en el abrazo, aseguran que su tierra  

la creó Dios al posar los dedos en el perfil de su costa, son hijos 

de la lluvia y el verdor amable de los montes,  permanecen

serenos igual que envejecidos troncos bajo la bruma del mañana.