martes, 31 de octubre de 2017

Destronado



El gato está pero no está, su presencia es su ausencia.
El faro azul de su iris y la tronera de una pupila cuneiforme.
¡¡Mira!! ¿hacia dónde, hacia qué el instante de la quietud
antes de la zarpa del salto, después de la caída mullida
de la levedad? Su perfil rodea las ventanas, la sombra
de su lomo acaricia los zócalos de mi casa. Él es la señoría
que yace entre las cenefas del sofá, altivo como un eléctrico
segundo ronronea en un bostezo de eternidad y leche
hasta el memorándum del refugio, hasta las sábanas
donde se envuelve el sacrilegio de este dios, su celo
y su huida tras el maullido del misterio que te deja
y te deja inmóvil en ese lugar que ya no ocupas
ni ocupaste nunca.


domingo, 29 de octubre de 2017

El nadador



Aprendí a nadar sin querer,
sin querer el líquido que me rodea,
ese magma espeso
como un océano ocre
en mis días de nauta.

Crecí bajo el temblor inconsecuente de la facilidad,
mis horarios igual que la ternura de una canción amable,
allí en el rebozo del orden y el algodón
el tiempo ya no es tiempo
solo caricia tras la nube que no llueve,
no llueve.

¿Por qué, entonces, la deriva,
el braceo abstracto entre semanas
tras el que no soy capaz de divisar
el signo que vendrá
como una gaviota exhausta?

Regresa mi cuerpo al sol caído
para descubrir, al fin, la metáfora de una juventud añorada,
después de mi cuerpo
la razón no olvida las llagas de la memoria
y así sufro la fragilidad
bajo el diluvio inclemente de las horas acuáticas.

Llegar tarde y escupir en el silabario que fluctúa,
la piel no reconoce su latido,
se despereza la niebla de este mar
que cubrirá de azul mi sed deshabitada.

Ahora nado entre icebergs
y ya no siento el frío del alba,
la rutina escribe versos que me alimentan
con la mácula del ayer
y su descolorido dibujo de fantasmas alegres.

Cae la noche sobre cada noche que parte,
mi camino teje un surco entrelazado de orillas,
en él habitan las sirenas gráciles de una irreal Ítaca.

Es difícil sobrevivir cuando los espejos ríen
y tú eres la espalda que se aleja
y ya no oyes, y ya no escuchas,
y ya no eliges un destino
entre las olas.

sábado, 28 de octubre de 2017

“Heredé de mis antepasados las ansias de huir. Dicen que mi sangre es europea. Yo siento que cada glóbulo procede de un punto distinto. De cada nación, de cada provincia, de cada isla, accidente, archipiélago, oasis. De cada trozo de tierra o de mar han usurpado algo y así me formaron, condenándome a la eterna búsqueda de un lugar de origen.”

Alejandra Pizarnik, de "Diarios"

viernes, 27 de octubre de 2017

Desvelando el primer deseo

Así es el ala que se pliega sin dolor.

Lento el viaje, la lágrima,
el festivo ámbar de la niñez.

Omnímoda la luz de julio
cuando ejercen de sol los miembros
y la caricia es un desafío o un éxtasis.

El arco en llamas,
la deidad de un dios tan próximo
como el relumbrar de la piel incendiada.

No hay alguaciles para la infancia rota
ni nubes grises para la raíz
que arremete altiva
contra la pasividad del tiempo.

Solo un olimpo
donde duermen las margaritas invencibles
-aquel verano suave, fértil, un desliz en el labio,
igual que derretirse el color
de un helado interminable
en la boca soldada de nuestro aliento-.

Se rompen las cadenas
cuando vibra la longitud ambivalente
de la armonía táctil.

Allí, en el país que no conocimos
o en la lúgubre habitación hastiada de deseos,
en los viajes opuestos a la luz,
en las ramas que el viento posa
después del delirio,
quizá en los rombos que se entrelazan
como murciégalos dormidos
antes de llorar en las vigas unísonas
de nuestro despertar,
se encuentra el silencio manso del placer.

Al fin crece este reguero de sílabas sin paz,
para que mi nombre se suicide
bajo el pábilo de un poema,
entre las costuras de una pubertad eterna
- casi despiadada-
en el refugio que ha dejado ya de ser enigma.

martes, 24 de octubre de 2017

Sin memoria

Le hablo al que no soy
desde el maquillaje
de un hombre enfebrecido.

La tabla de la vida
guarda muescas de dolor
y es invencible el crepúsculo
que asoma.

Desde el príncipe azul
hasta el paso vacilante del anciano,
desde la multiplicidad de los caminos
a la angosta senda que recorro
sin ningún ardid.

Vertebran las heridas un mapamundi abstracto
-así los trayectos, nunca decididos
y las mariposas en las ramas
y el púlpito de las doctrinas
con las monedas tintineando
como flores de metal-.

¿A qué edad muere un sueño,
dónde el color perdió su nube,
su lirio,
su alegría?

Demasiado tarde para la duda,
hoy el sol es un suburbio de grises añoranzas
con las guedejas adormecidas
entre magnolios de rubor.

Ya no recuerdo la levedad del tiempo,
ni el sonido de la luz,
ni el incendio que surge de un roce
al bies de los pechos,
o bajo las caderas que surcan los mares del infinito
y no retornan, jamás retornan.

domingo, 22 de octubre de 2017

Selfie



Así, tus codos, pronunciando los misterios del vértice,
la santidad del cielo y la división del rostro en muecas
de arrabal. La risa de la máscara huye del arpegio,
del natural encanto del asombro. ¿Puedes, por favor,
juntar la mejilla hasta el perfil de mi labio?¿puedes
fingir, como yo, si el rosal son los cabellos al viento
y un duende blanco elige el clic de la armonía?
Tú extiendes el artificio donde maduran los dedos
su efigie. Atrás un río, un puente, el mar, las colinas
vertidas a la nieve, la playa que el verano anunció,
una fiesta de algarabía sin que nadie sea el reverso
que medita la soledad de un punto neutro. Para mí
los segundos sin huella, para mí el gong que invoca
a la muerte y que sucede al párpado, a la palabra
huida, al innombrable gesto de la evasión que somos.

viernes, 20 de octubre de 2017

Entregados

Me pudo tu carne abierta colmando la tela ocre.

La perfección de un cuerpo
cría ventosas de alabanza,
círculos concéntricos de inmanente luz,
espadas que penetran los istmos húmedos
de una flor tibia.

Y así para siempre
el vicio de la lubricidad llama a los días
y festeja el soliloquio de un índice
que se demora en el resplandor
de tu piel aceitada.

De pronto las petunias álgidas
alimentan el aroma fértil de un pecho
y reluce el pasado y su altivez
como un caleidoscopio
en tu oscura areola.

Bajemos a las orillas del abismo
con los faros del insomnio en las venas,
la noche será tacto alegre
que habite el canesú de tu ojal,
aún incólume, aún vivo
en el éxtasis de los cometas
que habitan mi lengua.

miércoles, 18 de octubre de 2017

El quimérico inquilino

Si los espejos me quieren a mí
que sufran de ausencia.

El pasillo no tiene fin
ni las ventanas asoman a la luz
hartas ya del verano.

Mis cosas y yo
comprendemos la soledad,
el silencio que dibuja paraísos en los cuadros,
las mariposas que persiguen el cenit
antes de la muerte ciega.

Yo vivo aquí
y es mi hogar una latitud desconocida,
un misterio inalcanzable.

Cada día huye de su nombre
y deja huellas,
telarañas,
rastros de hedor en los visillos.

Me dirás que no tengo futuro
y yo te diré que sí,
el tiempo es un columpio,
una flor, una aventura
que todas las primaveras
florece.

Me desnudo para ser el águila
que parte
hacia las nubes
o hacia el increíble horizonte
que tan a menudo sueño
entre las paredes abiertas al confín
de este suburbio en llamas.

martes, 17 de octubre de 2017

Tan iguales

Antes de ser sombra ya oías mi latido.
Los pensamientos eligen soles imberbes,
huellas sin pasado, ejércitos que sucumben
al deseo. Tus rodillas y el canto gris de la rosa
aleve. Basta la flor en la palabra, el trino dulce
y sonoro de la noche, el rebumbio que, de pronto,
halla un cauce común y no duda. Luces, torpeza
en los labios, el aire que invita a la música
con el idioma claro del futuro. Son las naves
del tiempo como un río que no cesa, son
los meteoros de las ciudades un código
que juntos comprendemos, y fluye la raíz,
ahíta el agua de la primavera, y un gong
rescata las últimas preguntas que respondió
un silencio táctil. ¿En qué espejo la candidez
absorta de tu piel, allí donde las alas crecen
y los mitos comienzan a dibujar la dulzura
de tu seno? Dame el abrazo de la nocturnidad
porque soy el lince que vigila tu ansia,
la red inhóspita de tu ayer, la materia
que el delirio esculpe con la desesperación
tranquila de las cadenas amantes.

viernes, 13 de octubre de 2017

El desencuentro

Todavía agito mis alas cuando paso junto a ti,
espectro que ha dejado su huella antes de ser,
espalda que huye, jolgorio de risas,
naufragio si te alejas.

No sabía de los cuerpos,
el bar era simple, la caoba dormía
en las frases ambiguas
y la luz con su amarilla nieve
poblaba mi piel de segundos infinitos.

Y la huida- o la marcha- siempre indolente
pero esta vez relámpago en el iris
que has sido tú sin querer.

Un guiño, un visaje, caracolas en el vientre
que no encontraron el tuyo.

Mis amigos se van hacia la noche
y yo hablo con la despedida estéril del transeúnte
y soy mueca, arlequín en los labios
que nombran tu ausencia.

Palimpsesto

He escrito un poema invisible. Para
ti, para que escribas sobre él un jardín
o un solsticio. Sin que tú lo sepas
engarzarás la rima, crearás el ritmo
de un corazón alegre, responderán
las letras a tu arco iris de silencio.
Solo tú podrás leer ese poema
que nunca escribí, porque lo has
escrito tú y es solo para ti,
aunque aún no lo sepas.

15 de Enero, amanecer de sábado

Un arrobo de calles no basta. El incienso
de un relámpago indica la hora y el lugar
del amanecer. Así, en mi boca la herida
de un beso, el calambre de la luz
que aún parpadea, los pasos sobre
las losas frías del edén. La mañana
crea un sol gris, llueve sin llover,
la humedad sonríe acostumbrada
a los cauces, al lamento de los tejados,
al río que nace en mí y muere en mí,
a este rumor de cañerías que me
persigue como cien mil gotas amantes.

jueves, 12 de octubre de 2017

El clamor del silencio

Apura el silencio un orgasmo.
Mudo, entretejido al tiempo,
evanescente y rojo,
boca inmóvil,
astucia en el brillo de la porcelana,
recóndito su aliento en el azogue,
pantera que me mira desde el océano
de la quietud.

Compañía que se sobrepone a mí
como una capa invisible de laxo azul,
sus ejes en mis pupilas,
la canción amortiguada no finge armonía,
late en el interior de un músculo
con la mordaza de la luz,
es aire sin trueno,
voz que no aúlla,
claxon fallecido
entre los coches de una vía.

Su esplendor ensimisma,
hablan los caídos,
los túneles, el mar,
la memoria sufre en un susurro inaudible,
los besos son solo tacto,
la lengua odia el chasquido de la masticación,
la risa, el llanto, la confidencia,
el grito contra el huracán que nos aterra,
los mil cráteres de la sintaxis,
esa pared que repite como una letanía
palabras y palabras que ya no escucho.

martes, 10 de octubre de 2017

Y estás tú

Nunca me siento solo cuando estoy conmigo.
Hablo y me escucho, pienso y me nombro,
el que no fui me acompaña
y juntos escribimos
un verso.

Y estás tú, memoria,
con la guirnalda ajada
y un epitafio en blanco
sobre el olvido.

domingo, 8 de octubre de 2017

¿Qué importa el paso del tiempo?

En su plenitud los cuerpos engendran un sol.

Los años son muescas sin resplandor,
ríos que pronuncian un adiós lento
de despedida.

El ascua no muere, se transmuta,
elige la sombra del destino
y así el cauce de la vida impone su caudal.

Tanta agua y un solo misterio,
la raíz sobrevive como una bandera
y la apariencia del sexo es el sexo.

Ocupar el mismo espacio cada noche,
compartir la nieve y la alegría
que de pronto resurge,
atisbar lo que no fuimos en la senda del hijo,
rememorar el recuerdo en la luz impertérrita,
sentir el don del crepúsculo
con sus rosas efímeras
y el cielo azul de la memoria
encendido en las entrañas.

Ser feliz no cuesta nada
solo la tenacidad
escribe alientos de ternura en los corazones ya viejos,
ya heridos, ya abrazados
a la isla de un tiempo que hoy nos niega.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Hoy que recuerdo mi despertar de niño

Todo es tan blanco como un latido.

El respirar un reloj sin querer,
la suavidad del alba en mi sábana,
un gramo de luz en la frente,
la gracia del visillo como un beso diurno.

De pronto mis alas vuelan suavemente
sobre la habitación en penumbra,
el espejo que lloró la ausencia del hada
se borra y no me mira.

Han sonreído las paredes de dibujos sin sol,
mi luz es mi luz porque no pregunta por el sueño.

Me levanto y soy cisne,
me incorporo con la sangre enhiesta,
con la humildad del niño.

Y quedan atrás los recuerdos imposibles,
la maldad con sus látigos
que solo son presente en fuga,
la inocencia como un ángel
que se incorpora sobre mí,
el peso de este día
que quisiera negar mi infinita alegría de ser
y no puede.

martes, 3 de octubre de 2017

Las horas muertas

Ay! de aquel tiempo de las cerezas dormidas
al sol. Ríos de septiembre profundos tras el brío
de los corazones álgidos, el perfume de las gramíneas
en tu cuello, la sombra de la infinita estatua cuando
los cuerpos desoyen sin querer. Y el caparazón
de las horas huecas, la quietud invisible del silencio,
el ángel que asusta, las rosas y el dulzor de un aire
ambiguo. Tan solo el camino bajo la multitud de la piedra,
esos rostros que hieren las terrazas, un cenit que invade
las calles y se hace rumor o serpentina. Alcanzar la huella
que dejé ayer, silbar al unísono de las palomas, encender
un cigarrillo que desnude el aire, dibujar la latitud
hasta no volver al recuerdo ni a la caricia.

lunes, 2 de octubre de 2017

Tu rostro

El pómulo es una mano encogida. La curva
del mentón hereda la nostalgia de una madre
frágil, carnoso el labio intocado, la mejilla rosa
de la algarabía, la recta costumbre de una nariz
filiar, el hospedaje del color en un iris macilento,
la bravía sien que tantas veces acarició tu índice.
Y qué del arco infinito de una ceja indómita
o la frente que se inclina como una verdad
dulce. El perfil angular quiere ser historia,
la gracia de la comisura, el jardín altivo
de las pestañas, toda tú tiempo que no olvida
la ajada virtud que vendrá tras el sol perfecto
desde el que hoy te miro.