martes, 31 de mayo de 2016

Retrato de hombre maduro ante un paisaje

Hoy me enfrento a mí
aunque el mar no reconozca
las huellas de la virginidad
y el cielo sea un pájaro
que nunca acaba de asomar
en mi incertidumbre.

Veo más allá de esta playa el sinuoso edificio que construí
con los pasos inversos y la lucidez tardía de los trenes que pasan.

¿Qué río es mi sombra,
cuál águila ya no planea sobre el lienzo infantil
de los ojos menudos?

Qué calma la de este otoño,
lamen las olas su cántico,
los pinos se comban heridos
por el aire que longevo no detiene su látigo.

Mis recuerdos se parecen al azul que nunca existió,
al rombo que apacigua el candor de la noche,
a ti cuando me hablas y no soy yo el pretérito que sueñas.


lunes, 30 de mayo de 2016

El fingidor

Una vez vi tu extremidad de niño alegre
concebir un juego, una máscara, el futuro.

Así es la verdad, no llama a duendes
ejecuta el canto de un ángel mudo,
se divide en labios,
habla como un sonámbulo
de sus cosas en flor.

En la costumbre de un ser o no ser
valen más las horas que se habitan,
un laberinto que solo su dueño conoce.

Me busco en la sed de tus mentiras,
un columpio sin regreso,
la oscura tentación del abismo.

Si quieres que la negritud sea un manto,
arroja la palabra imperfecta
en la ternura de lo cotidiano.

No existen reflejos
que amamanten el absurdo silencio de la culpa.

Comprende que sobrevive en ti un dios diminuto
que es paso,
una luz que aún no has visto
pero que te posee como un ejército de serpentinas
que abrirán tus ojos a un mañana
que se dibuja en mí para poblarte
con el don de la dignidad
que empieza a asomar en tu noche.

sábado, 28 de mayo de 2016

El perdón

Esta espina es demasiado vieja.

¿Ha perdido, quizá, la esencia del dolor,
su mensaje certero de dardos silenciosos,
la turbia mansedumbre de una luz
que apunta a la noche más frágil?

Toda herida sucumbe al sueño.

Tú me dijiste: “hay algo en tu interior que no es puro,
deja que tu boca escriba las palabras del miedo
sobre la túnica fósil del perdón”.

Pero no es así, madre,
porque las llagas gotean
como fuentes de insania
y no existen latidos blancos
que laven la injusticia de una culpa de plomo.

Tú también deberías saberlo, padre mío.

En ti, en tu formación de juez
hay islas en las que náufragos de la desesperanza
encontraron un puerto amable.,
una historia de comprensión y sabiduría, un fiel
que iguala los destinos
y les da calor y equidad.

Pero no para mí, padre.

Para mí esa venda
que enciende círculos nocturnos
en la adolescencia sin mácula.

Para mí el ahogo de imaginarme destino fatal,
huella voraz que exige un trozo de ternura
o un sacrilegio que condene al instinto
y lo vista de podredumbre y suciedad.

¡Qué infinita equivocación,
qué extraño cepo que soñasteis flor me aprisiona,
qué dormida serpiente queréis despertar
en mis ojos, en mi faz, en mi aliento!

Con los años mi voz humana ha encallecido
como una roca hostil, ajena al viento, a la lluvia
y a la indiferencia del sol.

Soy, al fin, un hombre que os comprende,
que os ama como se ama al dolor que nace a la vida
para que sea luz lo que un día fue calígine,
para que el abismo en su profunda sima
se vuelva relámpago, misterio, esperanza que aúlla.


"Si un hombre pudiera decir lo que ama" un poema de Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

jueves, 26 de mayo de 2016

Aquel hilo que un día nos unió

Lo que ya no soy se escribe en metáforas.

La luz en la luz es un libro abierto,
tu voz en mi voz un suburbio sin amparo.

Ese color, otro color, la palabra, el tacto, la mirada del instante...

Mis rodillas en las tuyas como un arco iris sin espejos,
el incendio que nadie contempla bajo las arcadas de la noche.

El arbitrio de la lluvia
cuando cae, cae y cae como el alud.

Tu éxtasis que no adiviné,
junto a qué música, en qué vaso de licor,
en cuál siniestro círculo de camaradería y adiós.

Mis horas que son blancas como la nube en las manos.

De ti a mi la franja de un reloj es infinita,
te mido en huellas,
en vacíos que invocan a los días futuros
con la falsedad de los sueños.

Arde un mar diminuto en mi bolsillo,
el aire cruje cuando muere la decisión
de no presentir una llamada en la penumbra.

Así son los lobos del tiempo,
voraces, esquivos, indolentes
igual que estigmas que se abaten sin un dios ni una raíz.

martes, 24 de mayo de 2016

Mi rostro



Es un mapa que solo yo comprendo,
el iris vio renacer soles y penumbras,
cánticos donde el color hería la pupila
o quizá le daba ser.

No he contado esas preguntas
que en mi frente se agrietan como islas,
tampoco he sentido en mis labios
la humedad simple de la alquimia,
los ejes del amor, los círculos del sexo.

En mis cejas las montañas son recuerdos,
basalto y nieve, cumbres que el pensamiento visita
cuando la noche se calma.

En mi perfil no hay batallas,
solo la incertidumbre
como una llave que alguien robó
de mi suerte.

Si el espejo me mira
le digo que no soy yo.

Mi rostro es un delta donde los ríos fluyen,
una alcantarilla sin formas,
el delirio de la piel que se aja
como la esfera de un reloj que cae
sobre sí o sobre la herida
del único devenir que me precede.

lunes, 23 de mayo de 2016

Los veranos no son para mí



Si abriera mis venas no surgiría nada.
Yo que soy la pulpa de lo ido, el
corazón agridulce de los vertederos.
¡Cuál sería mi sangre sin los pasos,
las huellas, el uniforme que el tiempo
dicta sobre la piel! Una cálida amapola
me recuerda que aún existen veranos
en la luz, ¿en qué luz?, ¿en qué agosto
azul sin este cuerpo que tirita?

sábado, 21 de mayo de 2016

La desconocida

Otras palabras serían las mismas
bajo la lluvia de este lunes imperfecto.

Esta vez el traqueteo de las vías
suena a un corazón perdido,
esta vez hay un espacio informal
donde no existe el roce de los músculos perennes.

¿Qué hora es si en la noche cerrada
de pronto las palomas se agitan
y el cuervo se aleja a picotear en los campos del sueño?

Te invito a desnudar un diálogo,
a descubrir los mapas insondables de ti y de mí,
a la locura de un café que sobrevive en una taza rota.

Lo que diga yo o lo que digas tú, muere.

Mañana otros grillos cantarán
sobre tus huesos de plata,
no sera tu sombra el eclipse de los jardines nuestros,
nadará tu esqueleto en aulas perdidas
como un río que deja atrás su sol ennegrecido,
su deriva en unos ojos que huyen.

Fragmento de "El lector" de Bernhard Schlink

«Años más tarde comprendí que lo que había cautivado mi mirada no había sido su figura, sino sus posturas y sus movimientos. Durante un tiempo, cada vez que tenía novia le pedía que se pusiera medias, pero no me apetecía explicar el motivo de mi ruego, revelar el enigma de aquel encuentro entre la cocina y el pasillo. Así, todas entendieron mi ruego como un capricho, una afición a la ropa interior picante, una extravagancia erótica, y cuando complacían mi deseo, se deshacían en poses coquetas. Y no era eso lo que había cautivado mi mirada. Ella no posaba, no coqueteaba. Tampoco recuerdo que lo hiciera ninguna otra vez. Recuerdo que su cuerpo, sus posturas y sus movimientos me parecían a veces torpes. No es que fuera torpe. Más bien parecía que se recogiera en el interior de su cuerpo, que lo abandonara a sí mismo y a su propio ritmo pausado, indiferente a los mandatos de la cabeza, y olvidara el mundo exterior. Fue ese mismo olvido del mundo lo que vi en sus posturas y movimientos al ponerse las medias. Pero entonces no era torpe, sino fluida, graciosa, seductora; una seducción que no emanaba de los pechos, las piernas y las nalgas, sino que era una invitación a olvidar el mundo dentro del cuerpo.»

viernes, 20 de mayo de 2016

Sin vuelo

Callan los pájaros en mí,
qué prisión de alas me contempla,
de qué horizonte no supe partir,
en dónde el confín
que ya no es sueño.

jueves, 19 de mayo de 2016

Habitación cerrada

Un suceso y otro.

Una mirada que es olvido,
un objeto que amorosamente depositaste
en la mesa de mármol.

La palabras que convivieron
en la silenciosa magia de un día,
la luz que parpadea como un artilugio de nombres
sin cáliz.

Son años de alcanfor y tiniebla,
armarios vencidos por el peso de historias inacabadas,
espejos que desnudan la costumbre
de saberse una verdad en el cristal.

Cada imagen exhibe en su aurora
la marca de un acto,
nada-ni mi cuerpo ni mi ausencia-
conmemora hoy su dibujo de galaxia
en mi horror desnudo.

Que lluevan telarañas
no es un ejemplo de ternura,
quiero abrir las ventanas,
que el aire penetre como un aullido
que imagina un sol bajo la nieve,
una pregunta sin padre,
una aurora que nazca en mis bolsillos.

martes, 17 de mayo de 2016

La emoción contenida

Yo me la tragué porque desconocía su dominio,
el ángel que despliega sus alas inmortales.

Como un río,
como otro río que añora un cauce
comprendí su atmósfera, su nido y su flor.

Pero no quise que la razón golpeara los sueños
ni el resplandor de un grito me devolviera a la noche.

Vive en mí su latido como una hembra loca,
se multiplica su instante
aunque detrás de mis párpados
nadie vea su estallido.

Me conmueve el rocío de la tarde,
tu sonrisa y tu gesto de ave
perdida.

En la artificiosidad de un film
reconozco mis cicatrices,
la historia de un niño que llora en una esquina
sin comprender la injusticia del mundo.

Doy gracias porque en sus racimos
yo encuentro mi sentir,
cada vida, cada ser,
cada ocaso que muere y no muere
son la anilla que me ata a la plenitud
para que el sentido de las cosas
me devuelva unas coordenadas de luz,
un motivo para quererte.

lunes, 16 de mayo de 2016

Mañana

Qué extraño este silencio de mañana. Escucho
cómo duermen los que conviven conmigo, siento
la armonía de los latidos, la paz que les cubre.
Escribo sin que mi reflejo me atrape, ausente de mí
igual que un pájaro que no quisiera volar, igual que
dos alas muertas en el cieno. Qué extraño silencio
el que me arropa y me convierte en una burbuja
o en un pensamiento o en un fantasma que sueña.

domingo, 15 de mayo de 2016

La sombra etérea de tu paso

No me has dejado explicarte el por qué de nosotros.

Y era fácil, la calle donde pisamos el silencio,
el mar que se abandona bajo tus pies y los míos,
el aire que te abraza-y a mí me hiere-
en cualquier día azul o gris.

Yo miro el reloj de la tarde
y veo tu escenografía de niña-duende
en el perfume blanco de las plazas.

Me gustaría escribir esa canción múltiple
que se esconde en las esquinas,
la voz amarga de los topos,
el canto del grillo que espía.

Hablaremos de los libros inútiles,
de cómo tu hermana cuida de tu futuro
de golondrina vieja,
de en qué lugar los párpados se encendieron
para ser luz que naufraga
en una frase de muerte.

Yo sé que solo volverá a mí tu edad,
los gestos que los elefantes aman en la penumbra,
esa armonía de cuadros que te envejece
sin que puedas volar.

Mis ojos para ti son blancos
y no saben mirar.

Piensa en los dibujos
que en la alegría de la tarde te buscan
como una argucia que solo quiere un eco
o un subterfugio,
una latitud donde tú y yo
seamos.



sábado, 14 de mayo de 2016

La imagen de una fotografía en el espejo

Es una fotografía de familia la que hoy me observa
desde la superficie pulida del espejo. Esos rostros
que viven en el sepia me hablan de un tiempo anclado
en mi memoria igual que una luz que no muere. Así
mis ojos van del ayer a esta faz gastada que como
un árbol viejo va dejando caer voces que susurran,
caricias escritas en el vacío, palabras sin hambre
que cabalgan el tránsito mecánico de las horas.
En este momento de la tarde la luz casi no habita
en la húmeda presencia del azogue, llueve contra
el cristal y una atmósfera de sauces marca en mi piel
la delicuescencia soñadora de un arpegio. En aquella
fotografía de un verano sin rubor mis labios recitan
los versos que vendrán, unos versos que yo aún
no conocía. Unos versos que hoy escribo para que
algo quede de lo que fuimos, de lo que éramos.

"A las órdenes del viento" un poema de Raquel Lanseros

Para todos los que sienten que no están al mando

Me habría gustado ser discípula de Ícaro.
Hubiera sido hermoso festejar
las bodas de Calixto y Melibea.
Me habría gustado ser
un hitita ante la reina Nefertari
el joven Werther en Río de Janeiro
la deslumbrante dama sevillana
por la que Don José rechazó a Carmen.

Yo quisiera haber sido el huerto del poeta
con su verde árbol y su pozo blanco,
el inspector fiscal
con el que conversara Maiakovski.

Me habría gustado amarte. Te lo juro.

Sólo que muchas veces la voluntad no basta.

jueves, 12 de mayo de 2016

Apuntes sobre la felicidad

Esa gota, esa gota que una vez gobernó la sangre.
La felicidad se escapa como un renacuajo entre
los dedos, su memoria, en cambio, es un oasis
junto a los párpados del azar, un caracol que
nunca envejece. Recuerdo un balón perdido
entre la algarabía, recuerdo las olas amables
del verano, la falda de María cuando el aire
buscaba una sonrisa imposible entre sus piernas.
Algo pasa, breve, silencioso, casi como el eco
de un fantasma: ahí está la magia de esa efigie
redonda que llamamos éxtasis, imagen que se
agota al preguntarnos por su ser. Hay en el diamante
del sueño una conquista de ángeles sin luz que no
pregunta por la sinrazón de las flores, ni por la danza
alegre de una madre en cualquier portal de cualquier
ciudad. Es suficiente con que un suspiro se encienda
entre las vértebras, pasajero, frágil, para presentir
que no existe otra eternidad que no sea este latido
que se va, se va y se va...

martes, 10 de mayo de 2016

Mi baño



Es un espacio donde cabe mi alma.

Después de la luz
el agua imagina un cuerpo desgastado,
una historia que cada día muere.

Mi rostro en el espejo se mira hacia atrás,
aventura su gloria, los livianos gestos
con los que la juventud se creyó atmósfera,
viento y azar.

Soy amable con la desnudez,
le hablo y le digo que son muchos los enigmas,
demasiadas las oscuras travesías
para que el recuerdo se asombre
como un navegante
sin memoria.

En este mundo de toallas cálidas,
de grifos inútiles, de mamparas que no lloran,
de perfumes y lavanda, de geles
y omnívoros cosméticos que aguardan;
yo me siento un episodio,
la piel que no debiera estar allí
cuando los hombres cantan su alegría
bajo la humedad hipnótica de la ninfa,
en el territorio donde la espesura del agua
no es un dios, solo la máscara de un río
que aún sueña con la compasión de los delfines.

domingo, 8 de mayo de 2016

Tantos años juntos

Ya sé que es difícil
cuando se siente el sexo acuchillado.

Se abren otras ventanas que no tienen luz,
pero hay un latido que crece en la sombra
como un mensaje de arco iris.

Ya no se trata de la armonía de un cuerpo
que se transmuta en diosa madre,
ni tampoco de la voz que antes era un círculo
dentro de otro círculo, el eje de una sílaba suave,
el resplandor de un labio que todavía sueña.

¿Es así la vida, una efigie que deja de ser luna,
un crisol que amenaza con los espejismos del recuerdo
bajo las noches altivas del éxtasis?

Quizá solo se trate de aprender a caminar juntos,
paso a paso entre las dudas, el miedo, la sensatez
de una ligazón que, al fin, nos reconozca.

sábado, 7 de mayo de 2016

Si te pudiera pintar

Cuando te miro leer yo siento el aire
de las palabras en mi corazón. Sé que
abandonas tu piel y te alzas palabra entre
palabras como una linterna que ilumina
la nostalgia de tu yo, la rama caída del futuro.
Me gusta ese beso de la luz que acalla el canto
de tu libro, el desdén inútil del color, la pasión de
tu manos que envuelven con su amor las portadas
de cartón, la magia de los mundos en unas páginas
sin nombre. Si te pudiera pintar elegiría el rostro
amable de un tópico, tu blusa reflejada en el cristal,
tu perfil ausente, tus labios que hablan como un suspiro
que ha dejado de ser muerte.

Fragmento de "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera

"Y es que las preguntas verdaderamente serias son aquellas que pueden ser formuladas hasta por un niño. Sólo las preguntas más ingenuas son verdaderamente serias. Son preguntas que no tienen respuesta. Una pregunta que no tiene respuesta es una barrera que no puede atravesarse. Dicho de otro modo: precisamente las preguntas que no tienen respuesta son las que determinan las posibilidades del ser humano, son las que trazan las fronteras de la existencia del hombre"

Las compañeras de clase


A Concha

Detrás del uniforme
late el cuerpo sin abrigo.

Suben las escaleras
con sus largas piernas de niña,
se balancean como cisnes
en un acuario inmortal.

Y yo que escribo versos
en las tapas oscuras del plástico,
poemas que no entiendo
-y sin embargo encienden en mí la luz
de la emoción- porque doblan las historias
en mensajes que guían a los pájaros de la incertidumbre
hasta la chispa que crece en la barba inmadura
del adolescente.

Pronto sentí las risas de lo extraño
y comprobé que nada atormenta a las flores
que no sea la tos del viento.

Y es que se dibuja una traición
en sentirse parte de un río
que jamás cesa en su búsqueda,
en su amor por la vida que brota.

Es cierto que amé las rayas marrones, verdes y azules
de una camisa que ajustaba sus senos,
es cierto que su voz era blanca
como un suburbio de leche.

No es cierto que su palabra
como una isla me enseñara
el refugio estéril de la urgencia.

Existen meteoros que por una vez se cruzan
en la misma galaxia,
algo así como dos cuerpos
que vuelan sin verse
en el azul.














miércoles, 4 de mayo de 2016

El des-encuentro

Qué curiosa la llama de abril.

Su cuerpo no perdona el candor,
su cuerpo se viste con rayas ambiguas
como una bandera sin nación.

¿Cómo podré evitar la luz que me atrae,
cómo no transigir con la piel que me roza
y deja su huella de mar hostil en mi orilla?

Y de nuevo los pasos,
la alegría de una voz
que se engarza con lo que no digo
en este paisaje de sombras,
en la efímera secuencia de un reloj.

Todo lo transitorio exhibe una herida blanca
que cuelga del presente
y no permite que las golondrinas
se dibujen en los cielos del porvenir,
tras la nostalgia o la simple cicatriz de un deseo,
en la finitud de un hoy
que no adivina los espejismos que ya no son
ni serán.

martes, 3 de mayo de 2016

Mientras lees

Mi error fue creer que te conocí en un libro.

No,
la voz que traslucía los silencios
dejaba un poso en mi razón
igual que una ola intacta.

Sí,
porque las horas vencen a la mentira
y uno espera la rugosidad de la piel
entre sorbo y sorbo de anís.

Hasta que la boca y los gestos son uno,
entonces el hechizo calla y callas tú
y callo yo
y somos el filo del día en la noche
o de la noche en el día.

domingo, 1 de mayo de 2016

Inicio de "Scaramouche" de Rafael Sabatini

“Nació con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese era todo su patrimonio.“

La belleza



Quisiera encontrar su número secreto.

La llave que encendiera en mi toda la luz.

Porque son demasiados los estallidos
y un solo corazón recibe sus cicatrices
de estupor.

Me basta la lágrima de la noche
o la memoria de un cuadro
o los diamantes de un rostro,
o la longeva edad de los edificios
en su ocaso.

La belleza llueve amor con sílabas de arco iris,
la belleza ama la calidez de una piel retratada,
el bronce tardío
que es un beso que nunca termina.

Yo sé que hay algo más allá de mi,
una fuente de amor que no me nombra
y sin embargo me acompaña;
un alud sin ejes,
una verdad que maravilla los otoños
con su flauta de pan y sus guirnaldas rojas.

La belleza es, también, una palabra
que tiene vocación de río,
su caudal ilumina los crepúsculos
como un reflejo en los episodios del día,
lame con su inmadura efigie
los silencios de un iris
que una y otra vez se asombra.

No me importaría descubrir un sol que me amara,
una vida que en su resplandor me diera
un gozo inesperado,
un segundo en el que las espinas de la inmortalidad
me atravesaran con su magia y su gratitud,
con la lucidez insondable del misterio.