domingo, 17 de marzo de 2024

Jardín vacío

 

Un mirlo nació de ti

que te escapas

con el silencio de los pájaros en la boca.


Tu seno blanco de carne en flor

refulge como nieve al sol primerizo de una mañana

que llega con collares de niebla y frío de témpano en las alas.


Y cae la sonrisa de los árboles

igual que el fruto del desamor

cae de los labios rojos de una sed agotada.


Sin tu voz adolescente todo es memoria de jardines

bajo las pérgolas del ensueño.


Te gustaba el mar, su honda tristeza de agua salina

agitándose en rizos de coral y espumeante luz.


Yo prefería el misterio del bosque entre las ninfas

que elegían tu rostro para venir a mí

como el deseo viene a la fuente

de la que emana el trébol de la lujuria.


Y si me cruzo contigo soy la sombra que se esconde en las esquinas,

y si es el eco del pasado lo que escuchas

ya no hallarás en tu jardín vacío

mi voz para nombrarte, 

amada mía.

sábado, 16 de marzo de 2024

El armario

 

Las perchas son una cruz donde los sueños

de los abrigos florecen. Hay un olor a jazmín

en sus cajones vacíos y un resol que se filtra

por la puerta a medio abrir de su jamba roja.

Guardé aquí el misterio de las palabras que un día

dije con la vestimenta del soñador, papeles

en los bolsillos que murieron de vejez,

los restos de un poema que nunca escribí,

tarjetas y llaves que no abrieron más cerrojos,

la hondura que dejó mi cuerpo en la piel forrada,

la lycra y el algodón de entrecruzado color,

la seda y la pana, el cuero negro y el azul

de los jeans, la gabardina que heredé a medias

oculta entre camisas que ya no me sirven, la ropa nueva

y la ropa olvidada como un efímero amor de verano.

Hoy son tan solo un vestigio en mi envejecida carne.

viernes, 15 de marzo de 2024

Dentro del espejo

El rostro que lloró por la permanencia de una imagen

en la lisura inmóvil de su tez.


Y el candil de plata desdoblándose en lámina

para que así los perfiles de un cuerpo encuentren

su lado sin la metamorfosis puntual

que la caricia de los relojes

deja en la piel.


Están allí el colibrí del tiempo y el azul de tus ojos,

la voz antigua que en mi boca es un trino de palabras jóvenes,

el enjuto mirar que solo ve un aura de sueños donde el pasado

escribió con letra de buril una historia imborrable.


Prosigue en él la escenografía de un confín humano perfectamente impreso

en sus contornos como un petroglifo lo está en la noche vívida de un ayer

que palpita luz y ecos de fulgor.


Dentro de ti todo se parece a mí, cuando ya no soy yo.



jueves, 14 de marzo de 2024

Amanece en mi boca

 

Subyuga la pálida tez del blancor.


Mírame como a una sombra

no como al cuerpo

que compartió contigo

la luz de todos los veranos.


Aquí no hay luna, ni sol en la ventana.


Te vi en el cristal, tu reflejo era de lluvia.


Amanece en mi boca que ya no es el abrigo de tu boca .


miércoles, 13 de marzo de 2024

Hermanos

 

Vosotras, las que saltáis el árbol de los sueños con trenzas de niña:

tú la que amanecía con el sol negro en las pupilas, tú y tu breve tez

alba, rubio cáliz de un azar genealógico y tú la que holló la primavera

con los ojos rasgados y nunca preguntó por qué el silencio

caía como un alud sobre su corazón en llamas.


Vosotros, que rasgáis los velos de la quietud, tú el muro que alienta

bajo un equinoccio sin ecuador, sereno y noble como un barco

en el río fugaz de la costumbre, tú el de la voz que se eleva

desde la mínima estatura de tu sitio en el azar,

lo mismo que una bandera recorriendo el mástil de la luz.


Hermanos y hermanas que aún lloráis por el ayer de las amapolas

en nuestro jardín silvestre, venid a mí si la nostalgia es un telar

compartido donde los rostros de la niñez se enhebran en un tapiz

al que la memoria regala el secreto en ciernes de la flor más viva.



martes, 12 de marzo de 2024

La casa luminosa

 

Oh tú almanaque solaz

que pintas en la fiebre del tiempo

guirnaldas con raíces unívocas.


En la piel que nos envuelve dibujas horóscopos sin nombre,

quedan las heridas del pasado batiendo en las ventanas

como una percusión de dolor y ausencia.


Flotan los ardides y las muecas, el silencio y los rumbos

de una cometa en tus ojos, la falsa armonía de los horarios

y el metal de los relojes sonando a luz en los intersticios de la noche

como un canto de alcobas, una mudez de niños durmiendo,

el trajín hospitalario de los minutos rotos que se vuelven nubes

enraizadas en el tapiz de las habitaciones, la fósil presencia de los objetos

que adeudan al eclipse de la memoria una rompiente tierna de recuerdos amigos,

la flor de unos labios que se abren al pálpito familiar

de la añoranza compartida junto a la voz antigua de los rostros

que un día fueron juventud de olas precoces en un océano común.


Y callas como un sol de noviembre ensombrecido por los carámbanos de la edad.


Me dices que hay un sueño de mariposas en el aire

como si todavía existieran alas en tus hombros de bruja atroz.


Oh tú que me enseñas los pétalos prohibidos en el corazón de las paredes

ven al círculo que soy, hunde tus corvas en la fe que perdí,

dame no la cruz del olvido sino una esperanza

donde mis recuerdos sobrevivan al témpano de la lejanía

y mis manos puedan abarcar la luz que ahora

se pierde bajo el candil oculto de un ayer que aún es mío.
















domingo, 10 de marzo de 2024

El faro

Ciudad de los blancos ejércitos de la luz,

el aire en ti es fleco de un respirar sin dinteles.

Como ventana que se abre al sol y a la bruma

hay en tu faz un túnel de resplandor y de sombras

que atraviesa la espina dorsal de un cuerpo sin pasado ni memoria.


Todo en ti desprende un frenesí de alas que izan la piel de los cristales

hasta el foso gris de los cúmulos donde los ángeles de la lluvia

derraman su agua bendecida por la furia ancestral de los vientos ártabros.


Hay en tu cintura barcos con nombres de sirena

que parten hacia la raya azul de un mar sin islas en su vientre.

Barcos de color ambiguo como ambigua es la esperanza del regreso

cuando se encabrita el músculo vivo de sus olas y no existe una caricia

que calme el agitado semen de sus crestas.


Yo te vi vestida de sal con tus altos pechos en penumbra,

te vi rumorosa y ágil como un crótalo de música y algas,

como un desfile en nupcias bajo la sonrisa amable de los pájaros

que sobrevuelan tu diadema de coral.


Te vi en la noche con las luciérnagas heridas por tu fulgor de bocana

iluminando la negrura del dormido mar, la pátina lisa de un oleaje yacente.


En el haz áureo de tu faro están mis pasos

porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz

no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado

sobre el confín oscuro de este mar sin orillas.