jueves, 30 de abril de 2015

La pregunta

Aquí está el azar
y yo pregunto
dónde su locura,
dónde el ojo gris
que late.

Fragmento de Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar

"Toda explicación lúcida me ha convencido siempre, toda cortesía me conquista, toda felicidad me da casi siempre la cordura. Y sólo escuchaba a medias a los bien intencionados que dicen que la felicidad relaja, que la libertad reblandece, que la humanidad corrompe a aquellos en quienes se ejerce. Puede ser; pero en el estado actual del mundo, eso equivale a no querer dar de comer a un hombre exánime por miedo a que dentro de unos años sufra de plétora. Cuando hayamos aliviado lo mejor posible las servidumbres inútiles y evitado las desgracias innecesarias, siempre tendremos, para mantener tensas las virtudes heroicas del hombre, la larga serie de males verdaderos, la muerte, la vejez, las enfermedades incurables, el amor no correspondido, la amistad rechazada o vendida, la mediocridad de una vida menos vasta que nuestros proyectos y más opaca que nuestros ensueños; todas las desdichas causadas por la naturaleza divina de las cosas."

sábado, 25 de abril de 2015

Como en una película

Podría ser tu film una virtud cuando el azar
sorprende la singladura de los barcos olvidados
por la nieve. En ese fotograma hay un abismo de
agua y de azul, en tus cejas perfiladas una aurora
engulle el rompeolas de mi vecindad. Lentos como
la materia del estío, los pasos emergen en la noche
y regresan al símil de la llave sin cerrojo, al opúsculo
que inunda la memoria con ojos leves de orfandad.

jueves, 23 de abril de 2015

Soy carne

Tantas veces
podría dibujar tu perfil en la memoria,
en mis ojos blancos.

Una palabra o un símbolo
nunca reflejan la actitud de la carne,
el gesto omnímodo del deseo.

Cualquier mañana amanece en tu luz
como un ardid de mariposas
que dejara en el surco
la metáfora del color.

Tendría que ser la atmósfera que llueve
o el orden de los cantos
o el no recitar las escaleras
que han habitado tu nombre
en el gris espacio de la razón.

No es a mí a quien mata la exactitud,
porque yo sueño alambres en el mar
y atisbo el rumor
que yace viejo
sin entender los horarios rotos de la costumbre,
la pasiva confluencia de las saetas
en el dormido lecho de la aurora.

Ya ves que los pasos heridos
no cargan escritura en sus lomos ausentes
ni hay historias que inmiscuyan flores
o dorados ejercicios de lucidez.

Ni tampoco la noche hereda en ti la dulzura del murciélago,
quizá el plenilunio agote la sed
o tal vez el lobo triste de la melancolia
aceche en ciclos
que no intuirán de ti ni de mí
pues engendrarán el pábilo de la conspicuidad
en la piel sin sombra del reencuentro.

Rosa León pone música a un poema de Jaime Gil de Biedma ("Mañana de ayer, de hoy")

martes, 21 de abril de 2015

La mentira

Puedes abrir los brazos verdes
como una máscara vieja. Yo
sabré de tu aliento en fuga,
del resplandor de tus ojos
cuando enfrentas la verdad
o la urgencia. No eres nada
salvo el revés de un sol en
la penumbra, el círculo que
ha llovido un sueño. La fugaz
efigie del arlequín, su territorio
de sombras, su noche rota.

lunes, 20 de abril de 2015

Pienso en ti, hijo

Las estrellas son fugaces
como un episodio de amor.

El vientre generoso hay que buscarlo
en la aurora de la piel,
en los besos sin mensaje,
en tu yo que amaneció en las orillas del sinsabor.

Un círculo como una promesa,
cualquier día que presientes va a ser el mismo o no,
las raices de un hemisferio que te llama hacia la vida
o el sol que llora su nieve.

La verdad de un hijo es la sombra del presente,
quiero sentir su calor en mi hombro agridulce,
quiero su latido en el orgullo de la metáfora
para que mi luz sea el aliento que ensimisma
su labio núbil.

Ya ves que un ayer no me preocupa
cuando el principio del canto se acuesta en mi hoy
como un almanaque de futuro.

Ahora soy el devenir de tu sueño,
la caricia sin edad
que se acostumbra a ser paso entre elefantes
o signo en los bosques de la convivencia múltiple.

Sí, porque me puede la lluvia de un tesoro
que llamamos inmortalidad
y no me sobrevivo en la ausencia
ni quiero sentir el ovillo frágil de la melancolía
cuando ya no distingo si tu camino es el nuestro
o en tu soledad los lobos palpitan como pájaros negros
de la virtud herida.

sábado, 18 de abril de 2015

El instante

Hay un instante que es mío,
el que arrojo a la luz y no vuelve.
Lo mismo que un eco o una ráfaga
loca, lo mismo que las alas mutiladas,
igual que un suspiro en el extasis del amor.
Sin regreso ni culpa, sin mi,
sin nadie.

Fragmento de "Muerte en Venecia" de Thomas Mann


" Los sentimientos y observaciones del hombre solitario son al mismo tiempo más confusos y más intensos que los de la gente sociable; sus pensamientos son más graves, más extraños y siempre tienen un matiz de tristeza. Imágenes y sensaciones que se esfumarían fácilmente con una mirada, con una risa, un cambio de opiniones, se aferran fuertemente en el ánimo del solitario, se ahondan en el silencio y se convierten en acontecimientos, aventuras, sentimientos importantes. La soledad engendra lo original, lo atrevido, y lo extraordinariamente bello, la poesía. Pero engendra también lo desagradable, lo inoportuno, absurdo e inadecuado".

jueves, 16 de abril de 2015

Visiones de Oporto



Nadie preguntó por el color ¿existía?

¿Y el dromedario? ¿y el sol o su equis amarga?

Viajamos con la piel anfibia del adiós, nos habitan cementerios,
curiosas metamorfosis de ángeles, emblemas en el ojo del espía,
quizá su pantano de verbos y alud.

Son maquillaje los palacios, las rotundas fachadas,
el episodio de las columnas que se alejan o no.

Y dentro la caoba de los dioses, el hierático gesto
del hospitalario chamán, la satinada rosa de mercancías viejas,
el flash de los mendigos, la náusea de los cerebros sin patria.

Y es que allí, la pátina es un hogar enfermo (me recuerda la sangre
del ballenero, la espina dorsal de un viejo estío, tan transparente,
tan rojo como el alba de heridas y miembros).

¡Y el mar, y el mar!, sólo bruma y espejos alados,
sólo perfil en la lengua, sólo un regreso en la música
del fado triste.

Es joven la primavera, la raíz noble de la uva inmortal,
ese acuario de aromas y serpiente que el vino dulce expone
en su collar de óbitos.

¿Y el río? ¿acaso no ha dormido en tu abril, no son sus arrabales
la memoria de una nobleza y un hastío, el viento exacto que huye?

Me aprisiono entre lo vertiginoso y su hemisferio, algo así
como barcos sin origen, gaviotas rojas o piel que en la palabra
calcina.

He visto lo imposible de lo posible como un sol o una renuncia.

Lágrimas, sí, o el roce del crepúsculo. Entre un fuego y otro
yo elijo el ser. La lenta armonía de los pájaros que lloran.

Y no saben porqué.

miércoles, 15 de abril de 2015

El Palacio



Azul y blanco sonríen al día.

El edificio impávido refulge al sol
como una novia triste.

En su interior las imagenes son recuerdos,
pedazos de historia, insultantes poses
de inmortalidad.

Me gusta este artificio de mármoles cálidos,
de estuco y tapices,
de arañas vertebradas en el cristal
como pájaros de luz.

¿Qué soñaron los que ya no pueden soñar?
¿La gloria de imperios y naves, los féretros dulces,
la insolencia y el poder?

Afuera la vida es un río gris
donde las miradas se alejan hacia rutinas sin paz.

Solo deseo que este tiempo no crezca
que este instante perdure
en la memoria febril
de
mis
ojos.




lunes, 13 de abril de 2015

Habitación beata



En ese cuadrado de luz vives tú.

Con tu araña invertida
y el camafeo rojo
y la doblez de un infinitivo
que dora las sábanas
en un rebumbio amargo.

Hay habitaciones que son un corazón de viernes,
regresan al solsticio con el hambre de las panteras,
se arrodillan ante el crisol que las nombra.

Aquí el hueco de un rosario,
el misal de los relojes,
la perlas como un cilicio en el secreto
de tu piel.

Cubre las paredes la quietud del deseo
en horas de púlpitos
cuando el mediodía es nieve
y un solo candor se refugia en las axilas.

Eres tú el abrazo o la continuidad del ojo
que desoye en tu ser las auroras
o el silencio que llegará dócil
hasta la caoba sin alas,
hasta la fotografía que suda
el oscuro eclipse del adiós.





sábado, 11 de abril de 2015

Fragmento de "El verano" de Albert Camus



"Pero para impedir que la justicia, hermoso fruto naranja que no contiene más que una pulpa amarga y seca, se agoste, volvía a descubrir en Tipasa que había que guardar intactas dentro de uno mismo una frescura, una fuente de alegría; amar el día que escapa a la injusticia y volver al combate con esa luz conquistada. Volvía a encontrar allí la antigua belleza, un cielo joven, y ponderaba mi suerte, comprendiendo por fin que en los peores años de nuestra locura el recuerdo de este cielo no me había abandonado nunca. Era él quien, para concluir, me había impedido perder la esperanza. Yo había sabido siempre que las ruinas de Tipasa eran más jóvenes que nuestras obras en construcción o nuestros escombros. El mundo empezaba allí cada día con una luz siempre nueva. ¡Oh, luz!, ese es el grito de todos los personajes enfrentados, en el drama antiguo, a su destino. Ese último recurso era también el nuestro y ahora yo lo sabía. En mitad del invierno aprendía por fin que había en mí un verano invencible."

Qué corta fue la noche(un poema de Abelardo Linares)

Huelen a ti las sábanas, amor, y todavía
está tu libro abierto encima de la mesa
y hay libros por el suelo y discos y tabaco.

Aunque aquí ya no estés, mis brazos aún te buscan.
Y en este fingimiento de abrazarte en la almohada
persigo tu recuerdo, tu cintura, tus hombros.

Tu cuerpo no fue un sueño y quizás en el baño
mi cepillo me espere, mojado de tu boca,
o húmedas toallas que secaron tu pelo.

Huelen a ti las sábanas. El barrio se despierta.
Hay voces en la calle y luz tras la persiana.
El sol debe estar alto. Qué corta fue la noche.

miércoles, 8 de abril de 2015

La cena


En la fiebre de la noche
la luz imagina mosaicos rotos.

Sólo la busqueda de un lugar exacto,
un principio sin hojas
que me ayude a enfrentar la sed.

El bar muere en sí mismo,
hay reflejos de caoba y voces infantiles
en la majestad de su génesis.

Quiero la testuz de un soliloquio,
quiero ventanas encendidas
en la arquitectura de los platos,
una palabra simple
que inunde la miel de las secuencias,
el rostro amable de los aromas,
el silencio dócil de la música.

Me cubro con salsas de aliento,
con especias de amor,
vigilo la abundancia del confit,
el rubio eclipse de un vino despiadado,
el símbolo del pan
intocable como un sol.

Y hablamos
con las servilletas desheredadas
sin conocer que las fotografías
lloran su nube de éxtasis
en mensajes azules.

Crece la virtud hacia los labios del príncipe,
el agua muere en el alambre de los ecos
y un rasguño de añoranzas desviste la falsedad
de no existir en tu corazón
sin alma.

domingo, 5 de abril de 2015

La ciudad o yo



Mi voz que sube hasta el reloj ciego.

La memoria estuvo aquí
con otro pensamiento en tardes violetas
cuando la música era un trofeo de algarabías
y los pasos un círculo de aventuras
en cualquier estación sin patria.

Volver a los ojos oscuros de una calle rota,
oír la huída frenética de los gatos
mientras la techumbre extiende su armonía de abejas cansadas
como sombra inútil o lengua que sostiene el temblor
de las pieles que desafían un sol.

La ciudad existe en mí antes de ser luz
o atmósfera blanca.

Su vida fluye por territorios de carne
entre risas fútiles y perezosos árboles sin edad.

Veo al fin la estatua, su gesto de ángel clemente
resucita mi ternura, a contraluz sus alas
recogen el asombro de la desesperación
en un rizo amargo.

Sé que al fin hay una cadencia simple en el dolor,
sé que en la dicha los sueños
se ramifican como colores en el agua,
sé que hay una transición
que nunca llega a los labios
ni es palabra
ni es amor
ni es muerte.

Mis pisadas crujen y siento el frío cómo siembra mis manos.

Creo que estoy vivo.


















viernes, 3 de abril de 2015

La carencia

Es la atmósfera un frágil silbido sin anuncios.
¿Por qué no hay horas para el sueño, ni vive
en la blanca rotundidad de una esfera el hoy
neutro de la añoranza? Aquí yo, cuando miro
la nieve de una pared fría y el terror de las arañas
circunda la magia de la luz, la derrota del
artificio en los eclipses del aullido. ¿Y mi flor
de colores vacíos, dónde el misterio de la
ausencia y el cántico, si ya no hay dicha en
este mediodía claro y simple como un deseo?