martes, 31 de diciembre de 2013

El espacio habitado

Recordar el espacio habitado.

Qué rumor de paredes,
qué tornasol en las porcelanas,
qué misterio de caobas y azul.

Allí, tú, el díscolo pasajero inmóvil,
aquel que mira las voces
y no pregunta por las vidas de nadie.

El que ignora la quemazón de un iris
mientras se extraña del azogue
incapaz de reflejar todo su cuerpo
y piensa en otro territorio,
húmedo como agua invertida,
salobre, infantil, paraíso y también albur
de esa historia inacabada
que se construye
sin piedad ni orden.

Te dices que las mismas cosas ya no pasarán
y no sientes rencor
porque en el saludo de las imágenes
o en la voz que cotidiana te acogía
respiraba el don del cariño
(no dicho, no hablado, nunca feliz),
la responsabilidad que la familia adorna
de flores y nostalgia.

¿Cuál edad, qué desnudez de élitros,
dónde la tentación infinita de los jeans oscuros?

Era otra ciudad, si,
como tú eras otra muerte.
















lunes, 30 de diciembre de 2013

En las horas oscuras(un poema de Vicente Gallego)

En las horas oscuras
que van creciendo en nuestras vidas
al igual que la noche se alarga en el invierno,
en esas horas, a menudo,
una imagen tenaz y hermosa me consuela.
Regreso hasta una playa de otro tiempo,
todavía cercano. Es un día precioso
de final de septiembre, brilla el mar
con su estructura lenta, sugestivo y exacto
como un cuchillo. Quedan
unos cuantos bañistas a esa hora
dudosa de la tarde, y no estoy solo,
un grupo de muchachas me acompaña;
el sol dora sus cuerpos de diecisiete años,
y es ya fresca la brisa, y en sus nucas
la humedad reaviva el aroma a colonia.
La tarde transcurre dulcemente,
y las muchachas ríen, y me dan su alegría,
aunque no amo a ninguna,
y hay un aire de adiós en cada cosa:
en el verano aquel, en los bañistas,
en aquellas muchachas
que desconozco hoy, y en la luz de la playa.

Apuré aquel momento agradecido,
al igual que se goza un hermoso regalo,
en su dicha sereno, destinado a perderse
tras la felicidad frecuente de esos años.
Y ahora comprendo que en aquella tarde
algo más que belleza se ocultaba,
porque su luz me salva, muchas veces,
en las horas oscuras.
En las horas oscuras me consuela
una imagen tenaz de la alegría.
Y yo me pregunto por qué vuelve,
y qué es lo que perdí en aquella playa.

Una de esas películas que, siendo románticas, no resultan empalagosas..

domingo, 29 de diciembre de 2013

Historia simple del dolor

Este hoy que llora no admite verbos en mi luna.
Cicatrices de ámbar en el suelo gris. Una mecánica
extraña, de noches anfibias o de días sin nubes ni
alcanfor. ¿Será eso la juventud? No nací ayer, me dirás,
desde el azul de las hojas caídas. Mis latidos llegaron
a ser espejos o rombos en la historia de un enjambre.
Viví los amagos de la luz como un pájaro omnipresente
y limpio.¿Y qué si el atardecer de los magnolios arrodilló
su cerviz ante mi paso? Imagen, tras imagen hay un ejército
de salvas que no bendecirán mi latitud. Explora si puedes
como el náufrago que, ensimismado, recuerda los pasajeros
laberintos de cualquier ciudad. Un ojo triste te mira y sufre
por las efigies de una catedral sin mar, ¿abres un libro?
¿importa acaso la serpentina del tiempo? Recitas ese verso
innominado, el que no sabes ni nunca sabrás. Tu negación
es la tramoya que no bajará al artilugio de la piel, la que
en el sudor frío deja un racimo de flores inacabadas.


viernes, 27 de diciembre de 2013

24 de Diciembre

Este día que es como aquel otro
puntual, exacto. La misma lluvia,
idénticas palabras, similares regalos,
falsas argucias que hoy habitan mi
memoria. ¿Quién no está?, no lo sé
porque aquí no se habla del dolor
ni se hace de la ausencia un grito.
No es la casa familiar, es otra casa
sin recuerdos. Igual te ocurrirá a ti
cuando tu tiempo haya pasado y solo
seas la mitad de un poema.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Ecos de una comida casi familiar

Filigranas en el aire ejecutan las palabras.

Existe el orden anónimo que impone la costumbre,
existe el diálogo inverosímil que no asoma en las lenguas
como un deseo de libertad.

Cada comensal recibe el presente codificado del rito.

Brillan en sus manos los robustos cubiertos, las copas
perfiladas por la bendición de la alegría, teñidas
de vino rojo, de transparente agua.

Se habla de la imposibilidad del silencio o de los recuerdos
magnificados por la infantil experiencia del pensamiento único.

En los gestos se transmite un querer, a veces la desidia circular
de un reloj impasible, otras el regocijo de la multitud
y ese oasis de murmullos que va poblando
los zócalos de banalidad.

Se guardan las formas porque la educación bendice los estatutos
de este encuentro ocasional, sus ágiles metamorfosis de calor
o desdén.

Alguien recordará sus pasiones al contemplar la cicatriz de un rostro,
la comisura de un labio o la pupila de un sueño.

Mañana será otro día.







martes, 24 de diciembre de 2013

No sé porque reñimos. Cuando te vi de nuevo
preferí no hablarte. “Ya lo sé, hijo, fue culpa mía”
Detrás de los tubos, de los brazos ennegrecidos,
de tu mirada de madre, solo existía amor. “Quiero
que sepas que me equivoqué”, le dije. La abracé
como nunca antes lo había hecho. Al día
siguiente el doctor nos comunicó su muerte.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Noche de invierno

La humedad del signo sobrevive. No hay márgenes,
tampoco la canción regresa. Este mundo no habitó
la gimnasia de los días, fue marfil en osarios de cristal,
la singladura de un verbo desconocido y voraz. Es
la noche un abril de sombras, su ceniza incólume
ama la luna de los portales o el sonido de las
campanas viajeras. Después del mito llega
la pisada del animal corroído por la luz.
Luego el barniz imagina ojos en la palabra
que miran como un adiós. Suena la música
y calla el dolor ¿Quién arribará en las orillas
del tiempo, dulce y tenebroso, marino de los
ríos azules, que te han poblado o no? Nadie
responde porque la huella de los fantasmas
cría un sol en pisadas de invierno, en lluvias
de mácula, en catedrales de espejos cóncavos
como la infinitud de un iris. Gotas del azar
proscrito.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Hoy me apetece traer a este pequeño espacio uno de los poemas más conocidos de Claudio Rodríguez.

DON DE LA EBRIEDAD

Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.

Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!

Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?

Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.

Alfonsina y el mar

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Siempre estaré aquí


Todavía se anuncia el verdor del manto
como un segundo de éxtasis.

El parque aprisiona la huella en latidos de memoria.

Alrededor, los insectos del músculo tallan su viaje
de relojes o artificios en la mañana fría.

Pienso en recuperar el sueño de las calles, la algarabía
de las noches sin paz, el suburbio de primaveras ocultas
en los jazmines del dulzor.

¿No percibes el símil del silencio,
rozado por autómatas, entre andamios ciegos,
casi como un náufrago que dilata el confín
esperando un sol inalcanzable?

Brilla el tiempo en las agujas de esta catedral perdida
-ya no sé cuando un rotar de ángeles descubrió mi longitud,
mi cadáver o la esfera de lo que no fui-.

Hay niños que escuchan las verdades de la luz.
Hay oscuros arquitectos de la infancia que disculpan
el extravío de quien no conoce las amables caricias
de la virtud.

Esta ciudad es un ejército de piedra, dócil como
un lagarto que amara la humedad de los días
invisibles.

Yo estaré aquí, siempre estaré aquí
con mi sombra de alas rojas, dibujándote
en el desliz, en la caricatura del cansancio,
en la historia inválida
que niega el mar.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Consejos para ser un buen héroe

A veces el destino es una higuera sombría, un tizón
de nieve en la caléndula. Un infante que ya dejó de ser
príncipe, la humildad de los alacranes, el rostro de una
ausencia en el mediodía. Basta el juego entre los mirtos,
el rigor de las fuentes, la música como núbil enigma o
prisión. No busques en los tesoros del azar tu nombre.
Porque tu nombre es ejemplo de bienvenida, eco de justicia,
sinsabor o locura.¿Crees acaso que el capricho fluye como
un don o responde a los ecos grises del dolor?. La victoria
no siempre brilla en el sol, en la belleza muere la sed de los ojos
como si nunca temieran la luz. Piensa en las hojas caídas,
en el cataclismo que un solo gesto es capaz de componer.
Y no viajes rumbo a la patria, sus muros han crecido
frente al mar como lenguas de tierra inconquistables.
Bajarán los dioses hasta la duna, allí la sangre se vuelve
ciega, el temor una sal que llora, el destino un animal
alado. Son los mimbres de la tragedia los que desdoblan
tu corazón, lava infame que no supo renunciar al solsticio.

domingo, 15 de diciembre de 2013

El vagón



¡Y es que el tren simbolizaba tanto!

La huida y el encuentro,
el viaje en si hacia la luz.

No enciende mi memoria el día, todo allí
fue noche, dibujo de palabras,
cántico de humo.

En la penumbra se alza tu voz, tu cuerpo insalvable
como un hallazgo o una mentira.

No hay razones que me hagan volver a la magia desnuda.

El tiempo roza la inutilidad del mensaje
ya lágrima, ya senectud.

jueves, 12 de diciembre de 2013

El hogar perdido

La fachada cruje igual que mis dientes sin sol. Dentro
las venas son largas como una cuadricula angosta.
Hay luz y memoria, juegos y caderas, días de orgullo
y fríos inviernos de paz. Él dice que el laberinto no
tiene espejos. Yo lo ignoro y señalo mi sombra en las
esquinas, en las molduras ciegas. Mi casa de muebles
rojos, mi casa de amapolas sin nombre, mi casa inválida
como un jazmín perdido.¿Quién desnudó las ventanas
bajo insomnios sin fe?. ¿Quién maquilló con la música
de los azules la herida circunspecta del azar? Que vuelva
el sonido de las voces sin mapa, su cicatriz escribe en las
paredes un confín. Poderosa es la luz de los eclipses,
también el eco de los narcisos. Que muera lo que ya
ha muerto de ti, que nos regale su corazón de humo
o su nada.

Hay piezas de música que parece que envolvieran los recuerdos. Una de ellas para mi es Desafinado

lunes, 9 de diciembre de 2013

Nada quiero saber de la máquina del tiempo

Vestir otro traje con su canesú inmóvil.

Un ojo blanco aterriza en la luz.

Las alegres divas del círculo juegan con mi sol hastiado.

Llueve en la horas del sinsabor, mientras el haz
de los faros perdidos arroja su aliento en la lujuria temprana.

No es la conciencia una flor sin mácula, su sombra transita
bajo el párpado de las calles pero vive y sobrevive
como un latido.

La juventud deriva en eco de plumas, sus pistilos fulgen
en las noches de cal, como soldados de azul
en un adiós de lágrimas.

Yo no sé del mercurio, ni del éxtasis ni tampoco de los viajes del azar.

Sólo mi cuerpo regresa a los confines del hambre y yo le sigo,
monstruo de luz.

La gimnasia de los párrafos aprendidos ¿quién soy yo, el corifeo,
el autómata, el golem o la fría secuencia de una piel ausente?

Muchos son los ríos que lloran por no elegir un sueño.

Hoy habito el marfil joven de la fábula
con sus rombos prohibidos
y sus escarapelas sin color.

En los cúmulos de la edad un hombre viaja, no diré quien ha sido
mi llave o mi muerte,
un si o un no,
sin quererlo
como dicen que todo pasa en la vida.

sábado, 7 de diciembre de 2013

La vida recobrada



Esta dirección o la otra, ¿quién sabe
de los caminos de la memoria si el alguacil
del tiempo escribe su latitud?

Esta boca fue murciélago(porque la noche azuleaba
en los hombros, en el labio proscrito o en el azúcar
de las horas).

Mis pasos son refugio de laberintos, mis pasos recuerdan
a los ágiles cometas en su bendición de criaturas
o destellos.

Vuelvo a los racimos de las luces sin patria, esa perdida
de sol en los efluvios del misterio, la desgana y el furor
del frenesí inútil en las alas plegadas.

No hay devenir de historias como no hay cánticos de fe.

Todo sigue aquí, la insobornable plaza de los ecos,
el río que vaticina un oasis de alcohol,
los ojos que acunan palabras igual
que una flor de brisa.

Cada tarde sin rompeolas, cada oráculo sin preguntas,
cada volar de caballos en mis silencios
sucumbió a la orilla blanca de tu gratitud.

¿Quién o qué recupera la glándula de ese latido de hojas secas,
furia del laúd o del saxofón que impertinente aúlla?

Créeme no son pantanos las afiladas cenizas del recuerdo.

Mis bares y mis rostros sin mar buscan el rumor de un náufrago
-tu estatura es un árbol perdido que alienta su tronco, un manantial
de uñas rojas que hieren vestidas de ausencia-.

Yo me encubro en ti, en tu ácida luz.



miércoles, 4 de diciembre de 2013

El desprecio

Dime porqué no hay un tesoro en el laberinto.
Porqué la introversión gime en las cavernas
del auxilio para ser reminiscencia de arrepentimiento
o quizás suburbial naufragio del porvenir. El adiós
se viste de guirnaldas, su raíz dobla la quimera,
hace un guiño a los espejos de la suerte. No sé
si la vida ha elegido tus alas frías o tal vez los caminos
lloren las sombras nunca pisadas, el vacío de la posibilidad
o la senectud del futuro. Nos cruzamos en las calles
que fueron nuestras, no miras, no adviertes el ronronear
de este reloj que aún te nombra. Te alejas sin hablarme,
sin decirme si el corazón se arrodilló en tu miedo o si
el desprecio fue cadáver de este soliloquio inútil.

sábado, 30 de noviembre de 2013

La uña



Cóncava como un grito inmaduro. Aleteó
el empuje de las falanges hacia el orondo
eclipse de la noche. Fue como un gong
de furia su latir. La consecuencia, el oro
negro de la gangrena. Cayó en combate
lo mismo que un héroe póstumo. Aún
espera arrodillada el renacer de su raíz
mágica. Separada de la carne su beso
huele a penumbra. Es un soldado de mi
cuerpo, una luz que morirá pronto. Cola
de lagarto o vida estéril su flor negra.


viernes, 29 de noviembre de 2013

La playa dormida



El aire marino que no conoces.

Este sol que dibuja el azul y la nube.

Vivir en un color y solo responder
con la mirada.

¿Cuánto tiempo, en qué latitud
mi sombra de cristal?

Mientras,
yo leo
viejas novelas que hablan
de países de bruma,
de familias extensas
como un mar infinito.

No existe el discurrir noble de los días,
tampoco la alegría de la imposibilidad nocturna
o la razón de un perfil inmaduro.

Descansan en el crisol de la arena
los cuerpos vencidos
y es un arco de luz la añoranza.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Historia simple de las edades

Al principio es un brazo quien forma ágil
el ejercicio del péndulo.

Ojos que contemplan el misterio pero no dan
razón ni habla.

De súbito transitas como un dios,
alegre, perdido entre las cosas sin patria.

Hoy es el juego tu virtud, mañana las verdades
aprendidas enlazarán una alfombra de héroes secos.

Crecerá el tallo y revivirá la sangre
y comprenderás al fin que estás vivo.

No tardará el deseo en abrir sus alas, tu cuerpo poderoso
sonreirá a los músculos, a la voluntad, al imperio
de los vasos jóvenes.

El horizonte será un punto difuso, tus pies de equilibrista
no recordarán el sueño de los cometas.

La madurez buscará la carne dentro de la carne, el hijo
que es la risa, la plenitud inesperada.

Has medido mal, ya la edad te nombra como eclipse
y pesa el murmullo de lo inalcanzable como un gong imberbe.

No te preocupes si la matemática de los días ha naufragado.

Ahora con el peso de la madurez en las costillas recuperas
el corazón alado de la memoria, su devenir de ungüentos,
la dulzura de los mapas que ya no existen.







lunes, 25 de noviembre de 2013

Radiografía del deseo pueril

Los cantos de sexo son profundos, hieren
las preguntas, la noche y el azar.

Cada vez la ruta se alimenta de esperas(ya sabes
como crece el rojo de la rutina en los días sin patria).

Llega el marfil de un cuerpo hasta el iris perdido
y nada ni nadie sabrá del misterio del niño que tiembla.

Una vez soñé con los ojos de un pijama, dentro
las lineas son perfiles, el pudor blanco se abre como
abanico en la memoria y saluda al fin el visaje oriental
que fue guiño inerte.

Y es que el deseo no es más que un aullido mutilado
por las sombras de un nombre que sabe a mar o quizá
a pureza inconmovible o a luna en el labio que calla.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Las sombras tristes de mi locura

Esa ciudad ya no tiene nombre. Tu auto dobla las esquinas
de curiosos arriates sin pálpito. Hoy hablaré con la espalda
dormida sobre la memoria de las palomas. En la sintaxis
de un televisor mil versos cabalgan. Y son pantera y azul,
crema de los días, naves espaciales en los ojos sin duende.
No oirás, no oirás la metamorfosis que aúna la piel y el misterio.
Quien te vence es un pájaro negro sin ramas ni estío.
¿Y si no desnudas la cruz que queda del solsticio, tan irreal
que ya no se anuncia? Invisibles celdas te arropan. Oídos
cálidos de sarmiento. Afuera los ecos del mercado
son oscuros como un latido neutro y difuso. Es solemne
el canto de las páginas, la luz que asombra entre el linóleo
y su adiós, y más cerca el jardín de un solo apellido y la
cabalgadura de unas escaleras sin mar. ¿Me devolverás
el ejercicio intacto de las alfombras que no han conocido
su latitud? No pienses en el hemisferio gris, hay alguaciles
en cualquier reja o robustos ejes que aman las calles
de medianoche con sus lágrimas de sal. Mi hotel
se viste como un anfibio rojo, ya no enseña la simetría
del augurio, el porvenir ciego de los mamíferos.
Pero yo me sitúo en la noche, como un cadáver
sonrío al tránsito dentro del tránsito y amo la luz,
el clímax, aquel sudor de los trampolines en mis
circunloquios de alambre. Vuelve a mi sed ambigua,
sin cataratas ni frontispicio. Sólo el candor de una melodía
que ya no te conoce, piedra infantil que rememora el áspid.
Paseé sobre ti como un vómito y sentí las manos firmes del vidrio
en mi locura. Nunca supe de primaveras, pero el sol,
aquel viejo caudillo, encendía la memoria de un cáliz
insomne en mis horas de dicha, en mis látigos sin sueño.





viernes, 22 de noviembre de 2013

Un dia en la casa de citas

Esta casa abre su gesto de boca inmensa,
su osario de pájaro
o alguacil.

Dentro, los pasillos escarlatas, los dorados,
la costumbre que imagina los juegos, los dinteles
y las molduras, el sonido monocorde
del teléfono.

Mi música de ángel que vuelve a las llagas del día.

Sordos orificios de automóviles vacíos, el roce
de películas antiguas desde el piso gris de los ojos ausentes...

¿Quién sabrá de las linternas que iluminan los pasos de la estrella,
los sueños de juventud, el movimiento de las caderas que es futuro
y candor?

Luego, la canción gris de la locura, escuchando los trinos
de la sangre que desconocen los espejos del mar.

En el ayer caben sombras y también luces, o llamas de infierno
o magdalenas, o gatos que nunca han existido.

Igual que yo.



lunes, 18 de noviembre de 2013

Nocturno de Rafael Alberti

Debía de tener quince o dieciséis años cuando escuché por primera vez a Paco Ibañez. No sabía entonces lo que era la poesía. Si hoy lo sé, en gran parte,es gracias a él.

Amor

No me lleves al sudor del sexo inútil.

Deja que tu cuerpo me ambicione,
que tu alma me sorba como un alud
desesperado.

Tránsito de las edades

Ya no sabrás porque oscurece el nido.

Alas viajeras en los días infantiles,
alas que sudan el cansancio de la edad,
alas que se pliegan como flores vencidas.

Al principio es un sol de dos mitades el que engendra la luz.

Con los años, el marfil se asombra de esos caminos
bifurcados que el delta del orgullo ya no ampara.

Una linea de huesos escondidos, de frases sin nombre,
de silencios azules entre un dédalo y la piel.

De pronto creces y nadie escucha lo veraz del aullido
y en un soliloquio encuentras las llaves de esa longitud
que te añora o te sufre.

Ya vives en la raíz, un igual que mira a las saetas del destino
como si en tu mano estrujaras un collar oscuro.

Joven que resucita a la luz, ojos que han varado la costumbre
de ese guiño a la obediencia que llamamos niñez.

Un sexo de diamantes golpeará en la música de tu razón
y serás el espectáculo de las noches sin mar, islas que arrojan
su viento en las sentinas del ayer.





sábado, 16 de noviembre de 2013

La mala noticia

Una llamada de silencios.

Todo el fulgor del escondite
en la luna amarga.

Se rompen las ventanas del tiempo,
los ladridos del azar.

¿Qué dices?


viernes, 15 de noviembre de 2013

Meditaciones de mi otro yo



Sobrevivir al silencio de la luz y aprender
el confín de las horas viejas.

Afuera del pasillo hay otro pasillo sin memoria,
te busca en la sombra como un laberinto sin hogar.

Pero tú has crecido, después de la grieta,
cuando el semáforo te indicó la llamarada,
cuando la piel del disfraz se volvió roja como
una cruz.

De allí creció un ser desdoblado, pudo la memoria
ejercitar su eco gris de fantasmas para que al fin
los ojos grandes crecieran como sabios eclipses
del misterio.

Mi camino fue un rosal desnudo. Mi camino conoció
la gran ciudad, sus espejos inmóviles, la frialdad
de los anuncios, el infinitivo de unos sábados
de banderas blancas, sólidas como un arpegio.

¿Y si no puedes con el rastro infantil? ¿y si los desechos
del tiempo brillan en tu noche igual que témpanos de luz?

No olvides tu razón callada, has navegado entre párpados
vacíos, entre luminarias cuya falsedad llevaba guirnaldas
o mercurios o cenefas de óxido.

Tu verdad se ha vestido con orines de canción, con simples
frutos que has arrojado al desdén.

Y es que en tu voz aún reconoces una virtud rota, tu furia
y tu templanza, las falacias de un hombre que medita su existir.

Largo es el recorrido de la pregunta ¿será de nieve o será de sol
mi cuerpo?

Sólo un instante separa el dolor del tallo firme.

Si yo pude, tú también podrás ser pilar rojo de tu vida
o de tu noche estrellada.




miércoles, 13 de noviembre de 2013

Nos aguarda el viaje



El embrión del estigma miente. Rodillas como
gritos, la bienvenida del eco, crece la virtud,
sus pantanos son oasis, su vehículo la primavera
cejijunta del dulzor. Me aguarda el viaje como un falso
parterre en la mirada del sol. Llego a la costa imposible
donde las llaves del misterio se visten de playas,
mientras la savia dulce de los oráculos resucita
la mirada de los ojos acaudalados, el verbo transido
de las libélulas opacas, entre la noche y el olvido. Hay
caracolas de insomnio, ciudades sin pecho que huyen
de la dormida lluvia como trampolines hacia el espejo
en que te sueñas igual que un arlequín. Una y otra vez
tu silencio será la mirada intransitiva de una secuencia
que muere bajo la luz de un mañana incauto y fósil.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Aquel niño enfermo

Arrebujado entre las sábanas descubro el lento
paso del día. Es la enfermedad una dimensión
desconocida donde la piel sudorosa derrama
las lágrimas del sueño. Voces sin nombre percuten
como látigos en la conciencia desnuda, las imágenes
ociosas convierten el mecanismo de los relojes
en pasos de fantasma. Cada poco el beso de la madre,
las palabras conciliadoras como un bálsamo frío
y ese olor ocre que va poblando de ecos las paredes
de la habitación sombría. En mis manos un libro de hojas finas
me lleva a la aventura hacia un lugar y un mundo inexistentes.
Vendrá a mi la salud con su capa mágica, pero yo ya seré otro.
Regresará el tiempo a ser ese tiempo hostil y cotidiano
que tanto nos perturba y yo desearé la caricia de la fiebre,
con su ola de vértigo y sus héroes traslúcidos.

domingo, 10 de noviembre de 2013





"Si usted ha comprendido es que está equivocado"

Puede que Jacques Lacan, por una vez, tenga razón.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Aún os recuerdo de niñas

Sois como hadas en una fotografía vieja.
Cada una emprendió un camino que nadie
pudo adivinar. Veo las trenzas, robustas
como un leño, veo la cara vespertina
del misterio, la magnitud oronda de
una piel moteada. Afluentes de este río
que llamamos vida. ¿adónde los sueños
que fueron calor, renuncia o palpito?
En la memoria queda esa luz que nunca
muere. Vuestra inquebrantable luz.

viernes, 8 de noviembre de 2013

El rebelde

No sabe que su juego es mortal.

Quiso ser pájaro de plata
o duende amarillo
o lobo azul.

Su rebeldía no conoce la edad del tiempo,
sufre, se ampara en toboganes perdidos.

Es su luz una máscara, una metamorfosis,
una renuncia que llora.

En este país de albura

Otro pájaro en este pájaro vacío. Signos en el aire,
nubes sin vigor, quilómetros de amapolas, una palabra
en la cueva. Volará el silencio y sus impronunciables
almenas nos recordaran el olor de los vicios exactos.
Ahora la prisión del aire, rubios enigmas florecen
en el idioma.¡Mira, ese camino de agua es el río
y aquellos campos la piel de esta tierra noble!. Aún
duermes, prendada en el ayer, viajando en los sueños
con la gracia del felino, acariciándote después de haber
temido la nada, hasta el horizonte que has poblado
de lenguas como un coro que no quisiera olvidarte.
Hoy, aquí, en este país de albura, te reclamo como
un don porque no existe otro dios que el marfil
de las acequias, la luz sin memoria que se adueña
de las plazas, la música de los hospitales o esa mirada
que vagabundea en el tránsito, acariciadora en su dolor.
Son los días cicatriz del mañana, las estatuas un dormido
eclipse de la razón, los juegos malabares vuelan por
encima de las cúpulas cuando tu esbelto talle se inclina
para no acariciar las casas rojas y azules, para no sentir
al hombre de las orejas puntiagudas susurrarte
que el absurdo es inocente, que la maldad guarda
otra belleza que la dulzura, que las inmensas torres
arrastran su cáliz más allá del agua, de la luz perdida.
Quise traerte a este lugar de latidos y sol para no
nombrar el terrible asedio de la duda. Buitres negros
se posan en campanarios oxidados y en las viejas iglesias
un perfume inmóvil deshollina las imágenes sin fe. ¿Qué somos
sino metal, cortinajes invisibles que persiguen al reloj
impío, ese reloj que otra vez has olvidado? Cuando
el círculo se vuelva luz entenderás el mar.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Trayectoria de una vida cualquiera



Primero, el llanto invisible del hastío.

Madura la sombra sobre la sombra como un árbol
prematuramente viejo.

Son años de disturbio y risas, son caricias en la noche
como peterpanes azules.

Estalla el cuerpo en primaveras de sal y la química engendra
vampiros y lujuria, héroes y amenazas en un párpado rojo.

Y después, la historia de la plenitud, la valentía del mercurio
en el semblante tierno de un rostro que maquilla las amapolas
y el dolor, hasta ser mar bravío en un seno o una luz.

Ya llega la palabra que es sosiego y candil, que se mira
y envejece como un latido inútil. Falsa agonía porque
la madurez encuentra los pantanos del futuro,
con la huella y la metamorfosis, con la esperanza
insolente o el sol perdido de la fábula.

En el hoy las fronteras de la edad escriben oscuras
gotas de ausencia, se trasladan a ese epitafio de hojas secas
que llamamos vida.

O, tal vez, preparación a la muerte.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Ninguna de las dos

Una cruz que olvidó la palabra. Volverá
la camisa a cuadros como un laberinto azul.
En el café subyace el eco de las pisadas frías,
los autobuses negros de la desesperanza.
Una cita inmóvil con las dalias por abrir
en los sueños de un tren herido. Ella
habla de cosas que nadie pronuncia
y es como un ajedrez su noche. Lejos,
la hospitalidad de los números rojos,
su rol de sobres lacrados en el aullido.
La otra, se dibujó en jardines, amó
las historias del vacío como pájaros
que odian su cicatriz de sinsabor. No
muere jamás el círculo ni el comodín
unísono del azar. He aquí la luz que llora.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Entre el ayer, el hoy y el mañana

¿Cómo diluir la arquitectura perfecta del ayer
con los ecos de una frase olvidada? Aún
y a través de tus piernas de niña adiviné
la cal del futuro. Había un nombre cuyo
ovario deslució la sincronía. De pronto
las raíces del color y un juego de hojas
inútiles como las aspas limpias del verano.
El automóvil cruza ventrículos de mar,
soñadoras espigas, campos que asumen
la singladura de un príncipe. La juventud
regresa y late junto al miedo, se ensombrece
con los pasos simples de la infancia, hasta
que llega el éxtasis de las horas ambiguas,
las noches de serpentinas blancas, la música
que ambiciona los señuelos de la piel o sus
especias. Nada dura más que un latido del
universo, el rayo o la fugaz quimera de una
ilusión, el asombro que miente en el día
de los horarios. Falta un beso de jazmín,
injusto como el mensaje de un dios o el
arlequín que enfunda un sol en su mentira.
Una vez quise ser ojo de renuncia, me probó
la luz de una pierna imposible, la piel rota
guarda estigmas que dividen el pensamiento
en calor y mortandad. Elegí la rubia atmósfera
de los pilares siempre vivos, aún a sabiendas
de que su leve tajo callaría con los años como
tiempo desnudo, invertido, clepsidra paciente
del hoy.



















sábado, 2 de noviembre de 2013

Primer amor



Todavía guardo mis juguetes de infancia.

En mi clase sólo existe
tu blusa a rayas, tus jeans metálicos.

Tu rostro tiene el rubor permanente del deseo,
en tus labios se adivina un sol quebradizo y múltiple,
un dibujo ondulante de mil espectros.

Aún no hemos hablado, pero ya conozco tu risa.
Me guías hacia los labios rojos de tu cohorte
(son amigas dispares, una grande y obnubilada,
otra menuda y fértil como un colibrí
de papel)mientras mi imaginación se excita
con versos de caligrafía temblorosa que van
y vienen como olas entre los pliegues de un cuaderno.

Es curioso cómo pasan las estaciones sin dejar huella ni memoria.

A los dieciséis años el tiempo nos parece algo volátil,
una pluma que gira en el torbellino de los días,
un pensamiento que crepita entre pompas de aire y sal.

Llegó el fin de un ciclo y el amanecer fue otra ciudad ya olvidada del mar,
serena como una antigua catedral que absorbiera nuestras conciencias.

Aún nos veríamos en vespertinas jornadas cuando el rumor de la tarde
invitaba a juegos de café, a paseos tranquilos junto a alamedas vacías
o en noches de candiles oscuros con el alcohol hostil hurgando en el adiós.

jueves, 31 de octubre de 2013

La transeúnte



Sólo un paso de caderas rojas.
No mirará el espejo ni el rubor.
Su nombre de aceituna me llama
hacia el trasluz, hacia el rombo
del deseo y sus arpegios. Bajo
las horas blancas de mi edad
la contemplo en su desnudez
fingida. En su ágil travesura.

martes, 29 de octubre de 2013

Cita en el Café



En la memoria de ese bar no cabe mi esperanza.
Hay una nostalgia de tenderetes vacíos y una palabra
que no lloverá en la luz. Al volver o al irnos un círculo
de palomas nos envuelve. Todo el silencio se arrodilla
como un don en el paso que finge. Dentro del anillo
la piedra escapa a sus insomnios de bucle y candil, de
aliento y edad. Me acostumbro a ese silbido que el azar
deja en las terrazas, a los rostros que la inocencia disimula
en los dedos invisibles. ¿Qué es hoy sino un sábado de águilas
pasajeras, un alambre donde las dudas o el orgullo florecen?.
Miro las paredes acolchadas de un extraño paraíso, los
rombos geométricos del crisol perdido, las flagelantes
efigies que transitan de un yo al alud del día. Reconozco
el tímido gesto de la despedida, cuando imagino en mis
bolsillos la cruz del metal o la historia definitiva
de aquel ángelus perverso. Escucho la voz de los ojos
velados que adivinan en la orilla de los meteoros
una morada de ecos primigenios, de latitudes sin mar,
de arcilla laboriosa igual que la paz de los muertos.



















domingo, 27 de octubre de 2013

Aquellos meses en la isla

Del más frío invierno al corazón del sol. Un viaje
nocturno de soledad y fantasmas. Mis pensamientos
se refugian en el dolor de lo perdido mientras difusas
las estaciones dejan su ráfaga de luz en los cristales.
Voy al lugar de la piel dormida, al verdor y a la historia
triste de la playa, al vacio de los meses que es blanca
bruma sobre un mar de plástico. La muerte también
llegará,apuntando a los rostros sus pistolas de fuego
y el absurdo divagar cíclico de los días se vestirá
de verde con las botas amputadas del desfile o el traidor
lenguaje de los brazos cuando ejecutan el aire con sus aspas
de hastío. Hoy es memoria lo que fue círculo e idolatría,
recuerdos que viajan por llanuras de cal, por el gris
de las piscinas y los cuerpos sin idioma, curtidos
como flores tropicales, envejecidos por la luz
del ocaso.


jueves, 24 de octubre de 2013

Mi soledad

Tenia rostro y era como un mapa por descubrir.
Al principio la sentí como maquillaje de sombra,
con los años pobló mis cejas, mi voz, mis silencios.
Pensé que se ausentaba en las horas alegres de la
nocturnidad, en las risas de agosto, en las confidencias
de un hermano que nunca conocí. Ahora podría decir
que me ha comprendido porque habla cuando callo
y me ignora si un cuerpo se vuelca en mi ansia.
Creo que, por fin, nos entendemos.

martes, 22 de octubre de 2013

Historia del dolor oculto



Ese leve hilo que siembra su raíz en el sueño.
La llaga, el espectro, la metamorfosis sin nombre,
las astucias del silencio, las oraciones imposibles
del adiós. Se instala su comezón en el hambre,
subyuga las rosas de la felicidad como alfileres
enrojecidos que apuran el perfil ambidextro
de la carne. Su latido es de clepsidra vieja.
Insiste igual que un robot en su ciego eclipse
de margaritas ajadas. Y vence igual que
un céfiro con sus uñas de sal rota.

sábado, 19 de octubre de 2013

La condena de vivir

Esta rama vieja se inclina hacia el dolor. Su memoria
finge los estigmas del arco iris, el cadáver que solitario
nieva. Si mira los rastros ve un rosario de flores en
el diamante del sueño. No ha llegado al puerto vacío,
el viaje se tiñe de sombras, aún escribe soliloquios
en el mapa negro de los días. Mi salud ¿qué salud?
es una nave agria varada como un látigo exhausto
que hereda el marfil de la noche. En los ecos grises
del reloj un palpito ambiguo de serpentinas caídas.
Aunque hieras la música de las horas azules busca
el eje o el símil de aquel espacio que es piedra o rubor.
Que nadie escriba en la luz de tu piel un solo signo de paz.

Otro relato o algo parecido...


LA BUSCA DE UNA IDENTIDAD

Yo soy un impostor, y si no me hubiera decidido a confesarlo es seguro que nadie lo sabría. He vivido la vida de otro. He usurpado un nombre, una familia y un destino. Lo he hecho con total conciencia porque quería, necesitaba, mi ración de felicidad. Me he apropiado de un mundo pequeño, formado por objetos minúsculos, vulgares, usados incontables veces. He simulado hasta construir una identidad a mi medida. Con mañas de artesano, descubiertas al acecho, he logrado modelar una dicha particular y duradera, sin parangón ni emulación posible.
No tengo pasado o simplemente lo niego. He vuelto a nacer, desprovisto de vivencias, como un neonato sin memoria. Nada de lo que me puedan acusar podrá ser confirmado. No existen pruebas físicas, ni recuerdos ni posibles testigos. El vacío no admite condenas y cualquier cosa que digan que no consista en describir el presente: mis costumbres, mis gestos o mi entorno, la negaré bajo juramento ¿no consiste en eso ser creíble?
Hace tiempo que al director de mi Banco le engaño con un nombre falso, un nombre que figura en el carné de identidad que he fabricado con cartulina, tinta y huellas de un hombre muerto, él me saluda casi a diario
-¿Cómo esta usted, señor v? Es un honor que nos visite con tanta frecuencia. Venga, no se quede ahí, le atenderé personalmente. Usted se lo merece todo.
Yo hago un mohín y me dejo querer pues he descubierto, gracias a él, que soy rico. En mi nueva cuenta corriente se desbordan los números como borbotones de cremosa leche, debido a ello recibo del Banco regalos que no uso y cuando llego a casa compruebo no sin enojo que esa opulencia me ha hecho popular entre los vecinos de mi barrio. Odio su expresión cuando me reverencian en las escaleras o en el ascensor, en especial detesto a uno de ellos: Lucio Manteca, un ex-tendero jubilado que habita el bajo. No soporto el sombrero de fieltro bordeado con cinta negra que él agita ante mi presencia al tiempo que dobla el espinazo como un bufón. No es el único que me adula, sin duda todos conocen mi solvencia y esperan reflejos de gratitud por su amabilidad fingida. Aún recuerdo como Maruja, la viuda del quinto, me visitó con una tarta de chocolate que parecía sacada de un bodegón cutre, sus gruesos dedos hacían de trébede y una vela de todo a cien chisporroteaba en la coronilla del pastel como una bengala enquistada

-¿Creía que no me iba a acordar de que hoy es su santo? Vea, le traigo esta humilde tarta hecha con mis propias manos-dijo mientras me la metía entre los dientes

Les hablaré ahora de mi nueva familia. Como yo, son impostores, aunque ellos ignoran hasta los genes con que los fabriqué. Hay fórmulas ambiguas al alcance de cualquier alquimista aficionado, basta con saber leer entre líneas los arcanos secretos de los frailes que antes fueron perversos demonios entregados a la carne y los placeres mundanos. Es mucho lo que pueden enseñarnos esos seres redimidos, lacerados por el peso de pecados eternos, que aún buscan escondite, y que para comunicarse reescriben los códices como si aun vivieran en el siglo trece de una era inaudita. Les conozco bien, y aunque se llamen Mendel y susurren ecuaciones de la herencia exacta, no más les creería que si fueran mendigos suertudos con papelitos engomados descifrando las claves que ellos mismos entierran entre muros de piedra, cantos gregorianos, maitines, motetes, celdas mal perfumadas y rigores de claustro. Son engañadores, al principio lo fueron al amparo del más humano de los instintos: supervivencia; después por el gusto y una afición artística que desafiaba los mismos basamentos de sus creencias; es decir, la omnipotencia del ser divino al que debían mostrar obediencia. Enseguida se coge gusto al poder más absoluto: el de crear de la nada a un semejante. Dice la leyenda que el proceso fue lento y callado, un descubrimiento azaroso hizo chispear los ojos de fray Humberto, el decano de los copistas de la abadía, quién, con emoción, garrapateó la fórmula magistral sobre el pergamino amarillento en una criptografía arcana, y lo ocultó entre los códices restaurados. Para determinar su ubicación eligió una simbología pueril-la que juzgó más efectiva- y se propuso guardar el secreto. No lo consiguió, fray Humberto hablaba en sueños, gritaba confidencias en las horas en que la noche calla. Las celdas contiguas, pese al grosor de los muros, eran traspasadas por la pasión del grito. La vigilia del dos de noviembre el novicio Julián , desvelado, miraba entre los barrotes del ventanuco como el cielo clareaba y una luz de plata invadía poco a poco su modesto recinto, entonces escuchó las palabras del anciano, las inconexas frases entreveraban lúcidos significados que hacían hervir la sangre; la humedad y el frío intenso ralentizaban la llegada de esas extrañas palabras que asomaban vestidas por el eco, rápidamente el novicio memorizó la fórmula y se paso el resto de la noche repitiéndola, con un estribillo que le calaba los huesos y le henchía el corazón. Desconocía, en aquel momento, la verdadera trascendencia, el precio que pagaría por desvelar los signos y confiar en el abad. Creyó, erróneamente, en una revelación divina, hincó las rodillas sobre el suelo áspero y rezó al señor, su dios, hasta que el alba asomó sobre los cerros y un rayo de sol naciente le sonrojó la cara. Este fraile era un antepasado mío y todos nos parecemos a él, clones de un ser superior en perpetua generación, acusado de herejía, flagelado primero, seccionada la lengua después y cortadas las manos para que no pudiera transmitir lo que fray Humberto -celoso, univoco- guardaba.

Unos días antes, el abad, intranquilo, había consultado con fray Humberto

-¿Qué debemos hacer?
-Padre abad, lo que me habéis contado es muy grave. Yo he jurado secreto de confesión y conmigo la fórmula estará a salvo, pero ¿y este novicio? ¿Podemos estar seguros de que no hablará?
-es un miembro de nuestra congregación y puede, como vos, obligarse ante dios a guardar secreto
-yo solo respondo de mi, padre
-¿qué sugerís, entonces?
-el novicio deberá sacrificarse
-¿en qué consistirá ese sacrificio?
-será mutilado de aquellas partes de su cuerpo con las cuales pueda comunicarse
-eso es cruel, fray Humberto
-no hay otro remedio
-así sea, pues

Era incuestionable la ascendencia de fray humberto sobre el abad, la altura intelectual desde la que lo miraba amedrentaba al prior: un hombre humilde, tenaz, débil teólogo, torpe estudioso de textos insignes, hábil menestral ascendido a intendente y de intendente a regidor máximo, esa era su historia, la necesidad dentro de la necesidad, una figura útil y sumisa, un peón travestido, un hombre con pies de barro, un alma simple elevada a los altares.

La conjura se había puesto en marcha, los pasos subsiguientes, dirigidos con férrea determinación por fray Humberto, culminaron en la atroz mutilación; el abad calló y bajó la cabeza, el fraile creyó triunfar, una victoria sobre los fantasmas de la traición. No fue un triunfo completo, la sangre guardó el secreto y se transmitió de generación en generación gracias al instinto de Julián, quién, atacado por un presentimiento, el día antes de la condena, se escabulló de madrugada escondido entre los sacos de la ropa sucia que una carreta acercó al pueblo, allí busco moza para procrear y en un ardid del destino lo consiguió a la primera: ella, la núbil ramera, fue el eslabón definitivo de una fructífera descendencia de seres clónicos. Después volvió a su cubil y esperó tranquilo la sentencia, sabiendo que la herencia quedaba a salvo codificada en los genes, y así fue hasta que esa cadena encontró una mella, esa mella soy yo, ustedes se preguntaran el por qué de mi impostura, la razón es que en un momento determinado de mi existir percibí que carecía de identidad: yo era una caricatura, de ahí la necesidad de convertirme en otro. Soy como una rama voluntariamente desprendida del tronco, caída a tierra, que echa raíces para iniciar su propia estirpe. No es de extrañar que ya no crea en dios, sino solo en mi mismo. Nadie sabe, en realidad, que soy el germen de una nueva raza, o puede que si lo sepan, y sea por ello que empiecen a venerarme.

jueves, 17 de octubre de 2013

Adolescencia



Cuando el oro imprime su gesto en la blanda
textura de la carne, un aullido regresa. El niño
elige la flor de la rebeldía y no hay puentes ni
diques ni luz que pongan un circulo en el sueño.
Él conocerá los pasos y la grava, la esquila fútil
que le advierte, la química invisible de los cuerpos,
la voz que susurra un nombre de siete sílabas negras.
En la rendija de los años su pudor caerá como
hojas de otoño en la inconsistencia del augurio.
Me faltan minutos de paciencia o siglos que
abracen la incomprensible levedad del azul
roto. Ese azul que crece en la diminuta sombra,
en el crisol del miedo.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Letanía del adiós

Para qué este silencio sin hojas ni mar.

Para qué el granito invisible que adora la cicatriz
o la luciérnaga o el talud.

Para qué mi voz de agrios dientes en la huella diminuta.

La voraz quimera deja un rastro de azucares rojos.

Llovizna otra vez en el músculo perdido, su llave huele a viento,
a mariposas y a escarcha.

¿Quién sabe del círculo que derrota poco a poco el estío?

Mi yo es un mosaico que duda entre su raíz y su tiniebla.

Que alguien llore cuando mi púlpito se seque, que no finja
ser ídolo este polvo sin química ni ardor.

El adiós sin silabas será mi canción, mi dádiva o mi luz.

martes, 15 de octubre de 2013

PAISAJE III

De lo oscuro nace un cálido artificio.

El automóvil dibuja los ecos de colinas azules,
de sesgadas lomas, de valles ausentes
como un agujero dormido.

Al sur se doblan las espigas en ruedas infantiles.

Los girasoles imaginan su armonía de flecos y alambre,
enseñoreados por el disco que humildemente
se aleja.

Cruzan los meteoros del cenit águilas imberbes
de corazón distraído, especuladoras cigüeñas
con su enjambre insólito de flores de vertedero,
populosas como el ejército imposible
de los días de agosto.

Detrás del odio de las palmeras, la arena surge
como un cielo desubicado.

Hay paz y hay un hemisferio sin hilvanar.

Es agradable vivir aquí, es agradable la luz opaca
que anuncia el sol de noviembre.














lunes, 14 de octubre de 2013

Un relato o una nadería, como lo queráis llamar..

UNA PASIÓN CUMPLIDA

A ella le encantaba tomar el sol. El de la mañana, el del mediodía y el de la tarde. Su piel había adquirido una tonalidad permanentemente marrón, un bronceado apagado, como de pátina vieja. Las arrugas se anticiparon al marchitar de la edad dejando en su cara un rastro de juventud herida. Cuando se pintaba los labios de rojo pasión y se rizaba el pelo se diría que había cambiado de raza. Era solidaria a su manera con los pueblos oprimidos. Con esas querencias a nadie extraño que se liara con el nigerino que vendía quincalla en la esquina de su calle. Era un negro alto y bien formado, que vestía camisa con los llamativos colores de su nación, y gorro del que colgaban espejuelos que brillaban como diamantes pulidos:
-“tú comprar, ser bonito, barato, pero no bueno”- la abordó el nigerino con sonrisa marfileña, enseñándole un ídolo de madera en postura de bailar alguna danza ritual. “Ser el dios de la lluvia, yo decir que aquí no ser bueno porque llover suficiente. Vosotros necesitar a dios sol”

Ella se le quedó mirando y le preguntó con retintín:
-¿y tú tienes ese dios?
-“no-dijo asombrado el nigerino- mi país ser seco como desierto, pero yo ser tu sol si tú dejar”
No le quiso responder y siguió su camino. A la mañana siguiente volvió a pasar por el mismo lugar y el nigerino la llamó:
-“eh!, tú, poder venir un momento”
Dudó, pero al final se acercó
-“mira, tu dios sol”-dijo mientras abría la mano y le mostraba una fotografía suya tamaño carné.
Ella se molestó,
-¿esa es tu forma de ligar?¿es que me ves cara de idiota o qué?
-“no, no, tú no enfadar, a partir de hoy yo proteger, para ti nunca más llover”
-“este tío está loco”- pensó mientras se volvía con desprecio-,pero ¿y si fuera cierto? ¿Y si fuera un chamán milagroso capaz de crearle un espacio de luz eterno?”La loca eres tú por pensar esas cosas”- acabó por decirse y continuó.

Pero, he aquí, que un día borrascoso de nubes plomizas y llovizna caprichosa, en el que caminaba pegada a los edificios, sorteando los goterones que inmisericordes trataban de sorprenderla, una mano de hierro la atrapó y la metió de un salto en el portal más oscuro que vio en su vida. El silencio angustioso del zaguán lo rompió una voz cavernosa que le decía: “tú mirar techo”. De repente un globo de cristal blanco que hacia de lámpara fue adquiriendo un tono amarillento cada vez más intenso. No se le podía mirar de frente sin cegarse y ella notaba en la epidermis un fermento de ardor creciente. “Yo ser hombre de palabra-dijo la misma voz rotunda-, éste ser tu sol”. En efecto, aquello era como un hermoso astro solar en miniatura, miró en derredor y se sorprendió al ver una fina capa de arena en el suelo, el continente era circular y estaba bordeado por pequeñas palmeras datileras. Acostado bajo un parasol, con la cabeza sostenida por su codo derecho, el nigerino, desnudo como dios lo trajo al mundo, bebía agua de coco plácidamente.“¿tú querer?”- le ofreció. Ella, sin decir nada, se acomodó a su lado, se desnudó y bebió con gusto porque el intenso calor le había dado mucha sed. Estuvieron así varias horas hasta que se agotaron los cocos. Al salir de nuevo a la calle se los pudo ver abrazados, él la protegía con una sombrilla multicolor de un sol inexistente, mientras ella buscaba en el bolso las gafas ahumadas.

viernes, 11 de octubre de 2013

Historia de un fracaso



Nadie arrebuja el latido ni el iris inmóvil
de la orfandad.

Estos pasos hieren la luz porque ambicionan
el protocolo de las sílabas huecas.

Yo nací en el ojo del eclipse con cien cadenas amarillas
y un coro imperfecto de consejos sin flor.

Sucumbí a las horas lúgubres del desencanto.

Entre espasmos y soliloquios que convirtieron mi vida
en un arco iris roto.

Siempre la soledad como sombra,
en los portales y en la latitud,
del hombre que crece
y se añora, corrompido por el mensaje de las luces
o el orgasmo del licor o la niebla que impasible
resucita un arcángel.

Así, en la memoria de la playa, en el patibulario ejército
del rojo clamor, en la historia breve de los delfines
que ignoran su músculo, en las lineas del deseo
que rejuvenecen la historia simple del vacío,
con caras inútiles o adverbios que mueren
en su raíz de incógnita.

Mi yo absorbe el silencio como una verdad sin golondrinas,
mi yo anuncia la atmósfera que involuciona la condición social
de los huesos, el laberinto que yacerá solo.

Solamente inmaculado o solamente cautivo en el apóstrofe del ser.



miércoles, 9 de octubre de 2013

Paseo nocturno para un niño perdido

De un mar a otro mar el hilo exacto.
La ciudad en sombra elige los espejos
del suburbio, su senda políglota. Crece
el niño entre mapas azules, mira el enjambre
de la latitud como un faro asustadizo. He
plantado la raíz de un futuro viejo, con los
cromosomas de la lejanía que serán círculos
en la hora infantil de las golondrinas. Para
que él vea su noche de estrellas infinitas
como el dulce trino de los pájaros que huidizos
se pierden, se pierden.

Encuentros



Antes nos veíamos siempre. Nunca adiviné
si fue casualidad o es que mi deseo encontraba
un molde en la querencia tuya. Te sentí en mi ciudad
y en la otra(una recortaba su perfil después del mar
y la playa, la nueva era un monumento de piedra,
inmemorial y soñadora como una dama exhausta).
Pensaba en ti desde mi atalaya de cristal, espiaba
tus salidas hacia cualquier lugar esperando
que quizá sería también el mio. En los trenes
coincidíamos sin mirarnos, ocultos tras
los libros, como topos sin horario. Hablé
contigo una noche quieta y lúgubre. Sin luna
y sin mar. Ha pasado ya tanto tiempo...

domingo, 6 de octubre de 2013

Dias de pueblo

Era la magia de la aventura. Aquel país de agua
y verde, de silencios microscópicos. De bicicletas
inmaculadas como una flecha ciega. Fui feliz entre
curvas que abrazaban mi miedo. La casa grande,
su fachada de cal y sus rosales, el misterio de la perra,
blanca y soñadora como un deseo. Y después, los
pilares olvidados en su esqueleto fósil, con las fuentes
de caballos graníticos igual que adobes sin compañía
ni edad. El día transcurre, tras el oficio metódico
del alfayate, el muro bajo, la hierba profundamente
huidiza en el bascular insomne de los bóvidos pardos .
La plaza seca y su iris que aún agrupa en las noches
el coro de los niños. Mi casa no es más que el paramento
de una aguja llamada suburbio. Suena la robusta noche
en las miserias del campanario. Pasan azules los
hombres con un adiós taciturno en los labios. Bajo
la techumbre de la escarcha, un episodio de insectos
va y viene como la noria indefinible de algún elefante
rojo. Yace el columpio. Yace la oscura memoria
de la luz que solo es tiempo dentro del tiempo.

miércoles, 2 de octubre de 2013

PAISAJE II

Hay gárgolas de labios sellados.

El castillo trepa como un dios
hacia su nombre y su verdad.

El pretil sobrevive a la monotonía de los barcos rojos,
se inclina y no teme las oscuras razones del río.

De este lado, la historia es negra como un cetro de espinas.

Los edificios crecen, sus cristales arrojan
la luz hacia el unísono eclipse del día.

Descubro el permanente gris de los metales,
camino hacia las esculturas del óxido
que añoran los mares bravíos,
la bandera pirata del devenir.

El olor de las frutas llega suave, rodea los atrios,
las bóvedas, los arquitrabes de la iglesia fría,
su descomunal círculo de penitencias.

En esta celebración los rostros del almíbar,
el corazón de los frutos
sin edad,
el océano en barreños de espuma,
las almendras, los pasteles,
el regocijo bajo los paraguas del tiempo
con el febril diluvio de los lúpulos derramados
en veladores de mármol
corroídos por la palabra rota.

Tres puentes azules
como un látigo infantil,
en uno de ellos la nariz de la catedral blanca,
irónica como un ademán solemne.

Es más sencillo si uno cree en los símbolos,
en la tradición
o en la lógica que los pasos reverberan.

Si reconoces el mensaje de los jardines
tu paz sera flor,
magia en los lirios de este frenesí que has dejado lejos
como una sombra
desnuda.


lunes, 30 de septiembre de 2013

PAISAJE I

El vuelo engendra brumas y latidos,
puentes imposibles hacia la luz.

¿Qué color de ágiles esferas prorrumpe en grito
tras el ardid mecánico
de los hierros?

Hay un espejismo de transeúntes,
peceras donde el dulzor
esculpe las palabras
en un idioma viajero.

Y el sueño del raíl
bajo la costumbre de calles oscuras,
la melancolía de las chimeneas,
la astucia de los perros
cuando se arrodillan ante la verja
y lloran.

Máquinas paradas junto al sol,
multicolores,
con la paz en sus manos
y el tiempo que suda la estación imposible
no conocida,
neutra.

Fuera de lo que es y no se nombra,
la canción de la infranqueable virtud
y ese precipicio de rojos
que añora la hipófisis del río,
su fulgor
y su muerte.

¿Quién podrá en las sentinas del galeón
escuchar la memoria de las batallas,
el eco absurdo de la edad?

sábado, 28 de septiembre de 2013

Retrato junto al mar

La gracia del ave no te es ajena. El roce
de las extremidades es un canto limpio
que vulnera la luz. Acuclillada, como
una diosa extraña entre marinas, aún
conservas la magia de las amapolas.
Hay en la sonrisa que cruza tu adiós
un oro sin faz. Se filtra el ansia del nailon
en los pechos húmedos, los acaricia,
los invade como un sol diminuto.
Admiro tus rizos de medusa alegre,
el baluarte de tus caderas, los ojos
ingrávidos del mar en el iris abstracto.
Sólo fue un agosto de playas dormidas,
junto al sueño de las terrazas o el dulzor
imposible de los equinoccios.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Sólo fue un baile de máscaras

Un día es otro día en el espasmo infantil de la aventura.

Pero, luego, la verdad de los cabellos postizos, el impulso
que había guardado su secreto cinturón de argucias.

Su compañía de botines rojos, sus labios que no
pronunciaron el sueño.

La atmósfera que fue criando una telaraña de espejos
en los días del pánico.

La dulzura se abre en los dedos del mapa
como un ejercicio de títeres, piedra y cosmos
en los párpados de la inocencia.

¿Quién abrió ese estrépito de cortinas y fuimos ola y calor,
bares en penumbra, cines o universo, flores volando
en las hojas caducas, ilusión que redobla su ejército
de campanas en la historia más triste?

Porque el futuro olía a dibujos animados o quizá a rumores
que el palpito de un molino alimentaba, lejos del paisaje
de las fachadas sin rubor.

Muy próximo el soliloquio de este hombre que siente la cruz
de los ojos esquivos en la memoria gris de la lluvia.

¿Y la respuesta enternecida de nieblas, sin el sonoro
argumento de un jazz inoportuno o un maquillaje o un tallo
prematuramente infantil?

No sé, en este hogar donde el alcohol mide las frases del tiempo,
tal vez no se admita la caricatura o el refugio de la máscara.

Hoy disculpo el perdón, aunque lo niegue.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Los días perdidos

Hay un recuerdo pintado de blanco, el pasillo
de un viernes sin atmósfera.

Todo empezó como empieza el circulo mágico del adiós.

Ritos y penumbra, juegos infantiles como ecos
de sarna azul.

Pero también las canciones abstractas del adoquín,
camino de los días iguales
en senderos sin estatua.

¿No dormirá el sinsabor de la piedra su última alabanza?

Transitorio es el fluir de este gas perpetuo.

Otros nombres sustituirán al nombre eterno, sus mejillas
son verdes como el antifaz de la sedición.

Mi piel recordará lo luminoso de esos días perdidos
que la juventud engalana con el misterio leve
de una cicatriz que aún nos encubre.

domingo, 22 de septiembre de 2013

El viaje oscuro

La noche dentro de la noche es un águila herida.

Avanza el futuro con el metal en los labios
y los ojos blancos del albor.

Suben los fantasmas a su pedestal y en los soles
de mi auto los reflejos calcinan la seriedad de un mensaje,
el devenir triste de las cigüeñas.

¿Imaginas hoy los ríos que descubrieron tu estatua aquel verano
de piedras grises y altas ermitas sin nombre?

Los labios no se dibujan en la madrugada joven, el silencio
llama a las estrellas mientras el asfalto cuece su latido
en tiritas de marfil.

Allí esta el sur, la siembra que transita elíptica
como un mar de oro.

Pasan los pueblos como gigantes de adobe, sus casas se acurrucan
en la frenética cicatriz de las horas.

Quisiera ser el animal que prende la luz en el mediodía inacabado
del rumiar y la sierpe.

Benditos los árboles y la arcilla, bendita la cruz y el molino,
las encinas y los tortuosos olivos, la arena blanca
que de pronto amanece en un círculo, el cielo y su azul
como un faro que entretiene mi dolor.

No poblará el candil la noche oscura. Cuando la sed de los laberintos
nos diga que si, los rumores de tu piel vibrarán como llave o penumbra
de no sé qué tiempo o país.


jueves, 19 de septiembre de 2013

Agosto en Madrid

Como si siempre hubiera vivido en la luz.

Reconocible mañana de agosto, duelo de aspersores,
el canto del tráfico como un murmullo gris.

El transcurrir de las horas en la biblioteca desierta.

Después, la huida hacia el menú de los bares encendido de calor
y aturdimiento.

Sé los caminos-no el camino- cuyo olor me empapa.
Sé que busco sombras como quien busca una isla prohibida.

Sé que soy extranjero en cualquier parte.

domingo, 15 de septiembre de 2013

La senectud

¿Cuándo se descubre el viento fósil en la memoria?

La piel ama las llaves de la fertilidad, juega, se multiplica,
arroja sus esporas a la vida, como esperando la fiebre
de los cánticos o las alamedas floridas del verano.

Pero no es así, pronto las uvas tristes deshollinan su semen
sobre los días que, monstruosos, van edificando la máscara
de las eternas playas sin edad.

¿Quién no ha robado la luz- como Prometeo
lo innombrable- desafiante y lúcido igual que
un satélite a la deriva?

Son necesarios los años, el poso gris del tiempo,
las arcadias que alejan la realidad para ser hombre
en la infinitud de lo humano; destino de río
amargo, hoja seca en los mayos oscuros, restallar
de látigos en la sombra vieja.

El camino llueve, sus faros olímpicos
recuerdan la decrepitud sembrada en un eje
nacido ¿cuándo?.

Vaga quietud de efímera lujuria(los objetos y su dorado,
las cartas que amarillean o los recuerdos que viajan
de la noche a la calígine, igual que el latido del muladar).

Aquí, en el lujo exacto de un vivir transitorio, las esquinas
son frenesí: urgen, se desgañitan, nos acompañan
como perros grises sin dibujar un sol.

Me duelen los huesos del ánimo, igual que estas deformaciones
que las extremidades- audaces, pasivas- ya no ocultan.

¿Cuánto tiempo me dará el tiempo para ser lo que no fui?

Esperar hoy a que mi yugo descubra el amor en los labios vespertinos
de mil parientes olvidados.

Hasta ser nada.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Patroclo habla




Aún buscas los artificios de la inmortalidad,
el perfil del agua secreta, la maligna cicatriz
del fuego. Así te contemplo, niño profeta, héroe
ya territorio, ya isla. Nos criamos bajo la astucia
del noble Quirón, él amaba el silencio como tu amas
la gloria. De nada nos sirvió la estrategia de las flores,
ni siquiera tu virtud de hembra pudo asomar su vientre
junto a la espada invencible. El destino es cruel, sus
ramas son rojas como la sangre de la victoria. La ciudad
enfrío los desiertos, su tapiz resplandeciente se reflejó
en tu piel como una armadura de eternidad y venganza.
Nunca dudaste en la batalla, nunca la piedad asomó
en tu iris sombrío. ¿Quedaba en ti el sello del amor
cuando los mil pétalos de la aurora te concedieron
disfraz? No sabías que la ambición puede también
conquistar un sueño. Hay razones para el ocaso
como las hay para la luz. Tu orgullo tiembla como
un sol infinito, pero a mí me regalas las sombras
de tu enemistad como una canción invalida. Moriré
en la estrecha cinta de un amago, creyendo ser tú,
en la atmósfera de la noche. Sé quién me vengará
igual que venga el poderoso eclipse la razón o la
locura. Sé también que llegará a su destino el clavel
del dolor con sus púas de misterio ¿De qué servirá
entonces ese círculo que ahora trazas con las manos
sangrientas?



jueves, 12 de septiembre de 2013

Fragilidad

Tú no querías abrir el paraguas del miedo.

Vivimos los fastos inacabables, la duda
y los sueños de paraísos demasiado frágiles.

¿Dónde el ritmo de las arterias, el crisol de las motocicletas
cuyo anuncio ignoro, ese oasis de las casas rojas que huele
a herrumbre y a mentira?.

Otro cáliz dentro de la luz,
los quilómetros son rubios
como las cejas vespertinas del mar.

No cabe el ojo transparente en mi oscuridad infantil.

Celebro las historias escritas por otro,
las imágenes que este poema negará
y negará
como el opaco susurro de la nada.

lunes, 9 de septiembre de 2013

El hogar

Tú me dijiste que la casa no era un monstruo.

Pero gime, se retuerce y cuando no estoy
llora.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Un dia de vacaciones



Quema el sol en las preguntas del dique.

Aguardamos como un canto dormido
a que la mañana despierte.

El mar es un rizo suave y melancólico sobre el tapiz
de este julio ambidextro.

La travesía rompe las flechas de los atunes,
la ternura infinita de las gaviotas.

¿Qué color es el color en que ahora pienso?

Los turistas veranean en fotos amargas, su felicidad
se acomoda, se daña en la costumbre de otro verano
o de otra luz.

Me gusta el rompeolas, los campos de tenis, la arboleda
que no admite un dios descreído.

Yo no sé donde está el árbol de las mil calles sonoras.

Un quiebro es la melancolía, otro la lujuria, el otro
la edad que adivina los cánticos del mediodía
con sus flores de organdí.

Es posible que en el estío los peces blancos lleguen
como signo o ciempiés.

El regreso sabe a piel joven, a esporas de fantasía,
a ráfagas de un azul olvidado en las noches de mercurio.

Vuelve la noche a ser hospital de viajeros, ancianos Ulises
que lloran su imagen perdida o extraños atlantes que no
entienden la virtud multiforme de la historia y se van
hacia si o el olvido.

En la ciudad rosada sufren los labios
el enigma de no haber sido memoria en la luz.

Ciudad del paraíso(un poema de Vicente Aleixandre)



CIUDAD DEL PARAÍSO

A mi ciudad de Málaga

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria,
antes de hundirte para siempre en las olas amantes.

Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví, y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.
Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
merecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.
Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.
Allí donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores de brillos.
Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso de una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida del tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la lucha eterna que instantánea transcurre.
Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un dios emergiste.
Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.
Jardines, flores. Mar alentado como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!
Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.
Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Del imposible olvido

Esta tarde el perfil de las rocas me conmueve.

Porque regresa el pasado con su trinar oscuro.

El mismo acento en los labios,
el aire dormido
y simple.

Yo no sé dónde fue la magia de la juventud perdida,
ni las palabras con flores rojas
ni su piel
tan explícita.

Veinte años más son un buen comienzo para el olvido.

No para mí.

martes, 3 de septiembre de 2013

Si llueve en Paris



*foto de Henri Cartier Bresson


Lento el latido del avión cuyo horizonte
es el equinoccio lúgubre.

Rápido el automóvil como un souvenir de alas azules.

Lento el carmín de la autoestopista cuando enseña
su cruz de paraísos informes.

Aún vivo en el maquillaje de la rue olímpica, el tránsito
alegre de un oriente transgresor, los ojos impasibles del maitre
o las columnas de la madame cuando el colorín de su cielo
nos alerta.

Ven a las horas bendecidas del ardid, las paredes
del subterráneo reproducen el álgebra de las manos cansadas
o la música imposible de la luz blanca.

Aquí, si llueve, suena el laúd en la plaza de los pintores,
junto al vuelo de imperfectas águilas, en la riada melancólica
de los turistas, cuando el brillar del trasluz es un lejano eco de serpentinas...

Hay una mujer de dobles dientes en el ensueño de tres vidas
que se acercan. Duda el misterio como duda la mitad invisible del adiós.

Pero el susurro, que es ingrávido candil, trino sin hojas de la muerte,
dulcifica el silencio que en su blancura va devorando un eclipse mortal.

Volverá el reloj a su doctrina, igual que anfibios rojos que desnudan
su aliento en los margenes del río sucio.

Un temblor de hojas secas. Un segundo de éxtasis, la razón
de mil razones abstractas encontrarán un sueño en la espalda,
la frente insólita de un cadáver renacido.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Tarde de verano

Aprendí fácil el álgebra de las calles.

A pesar del miedo y la costumbre de los domingos
hospitalarios.

Todavía queda el dibujo de las plazas,
el refugio del calor en el viento triste.

Tú buscas el látigo de la sombra,
las heladerías con sus flores
frías.

Atardece en la memoria insomne del cristal.

Vivimos.

jueves, 29 de agosto de 2013

Después de tanta mala poesía se necesita un poco de música...

Recuerdos de una amistad perdida

El aguanieve,
el aguanieve
en mi cazadora ambigua.

Mil doctrinas en la noche escarlata, la música del óxido,
las galerías con candelas
que aman el suburbio.

Y mi corazón que se paraliza
como el metal de las hojas de los árboles amigos,
con el misterio de este tren que angustia en su rumor
la piedad de la luna.

Mi destino cruje en los arrebatos de la velocidad.

Hay sombras que pueblan los arrabales
y rumores de pasos azules
o risas o susurros
o silencios
del hombre que mira
su faz en el cristal celeste.

Me duermo entre plásticos,
el olor de las horas gastadas
se acurruca sobre el zinc de tejados impasibles.

La vida no deja de ser vulgar,
lo sé cuando las fotografías me anticipan
islas sin nombre, ceniceros de lapislázuli,
orangutanes de vicios ocres o la bienvenida
que nunca ruge como un sol de verano.

Nadie podrá envolver el sueño que madura.

Nosotros, con el equipaje despoblado, conoceremos la ciudad
-deja que el recuerdo abra sus jardines, que la historia regrese
a los bares anfibios, con sus doctrinas y su cielo
y sus ofrendas amarillas-.

Ya sé que quieres el mar de un rojo perpetuo,
las botellas son faros de esta nocturnidad festiva.

Hay un más allá que no mereces,
pero las olas son viejas, van y vienen,
encuentran su aposento en las raíces del destino.

¿Mirarías en paz a quien anuncia el desorden,
cuando su valentía resulta ser la mentira del canon
y el silencio fugaz?

Transita, extraño amigo, los carros del aire
porque tu luz desordena el ácido eclipse de la muerte.

Tu voz ha sido memoria, cárcel de los versos,
efímera jactancia
de este poema inútil.


viernes, 23 de agosto de 2013

Las rodillas de P.



Son un esbelto trono de misterios y lúpulo.
Cabalgan las oscuras intenciones del faquir.
Se ríen si las piernas no las oyen, disfrutan
del calor y la caricia cuando el cuerpo
se distrae. No les gusta el maquillaje
soñador de las sillas, tampoco las filas
innúmeras del tiempo neutro. A veces
corren como si adivinaran el futuro, otras
veces duermen estiradas y no escuchan
su edad. Me embosco para verlas de frente
con sus proas sin mar ni artificio. Ambas
suspiran por la escasez del lino o el algodón
menguado. Igual que yo ansían la libertad.

miércoles, 21 de agosto de 2013

El perfil de Elena

No hay similitud que ampare un rostro.
Lejos, la doctrina de un hogar que no finge.

Su cara me recuerda los balcones frente al mar,
el silencio ingrávido de los días neutros,
la hospitalidad de las tardes amigas.

Su nombre huele a jazmín, en las manos
le pesa el hormigueo de un niño, la salud
barata de diciembre.

Mi habitación cubre las hojas de un templo,
mira al vacío de los tejados como un caparazón
que lloviera su amarga duda.

Allí, en el precipicio de mi edad, dolían las horas vagas,
tan atentas al rubor, tan perdidas en la locura
de una piel o un misterio.

¿Conocí acaso la memoria gris de los rododendros,
aquellas estatuas que lloraron su luz
como mariposas de cal?

Mi cuerpo ágil, anuda las esquinas del paseo, cruje
la grava de las historias olvidadas, el pájaro alegre
trina en su mansión de diluvios y sol.

Sé que el día tornará al refugio de este tiempo inacabado.
En la odisea de los semáforos una rama sacude las horas,
golpea en el color, irrumpe como un látigo o una semilla.

Aún quiero sentir la oración penúltima, la que has callado
en la sed de los espejos, para que me digas al fin,
cuando vuelves.

viernes, 16 de agosto de 2013

Digresión sobre la felicidad

Nunca se siente, hasta después. Su paso es leve,
de polen que lleva el aire o palabra que se ha ido.
Su fulgor sereno penetra en la piel, come en la
fuente de los sentidos y deja un poso dulce
en los labios. No se puede compartir porque
late en la sangre como las cosquillas de un dios.
Con el tiempo es pan de nostalgia, luz de vida,
muro de amor. Con ella negamos la muerte
y proclamamos el ser.

jueves, 15 de agosto de 2013

El mercado medieval



Los puestos lloran con sus cicatrices de letras verdes.
Hay algo dormido en los trajes disimiles, algo como
la pregunta del hastío o la flor siempreviva de los cines.
¿Es real el atlántico desliz, la mansedumbre de una mano
que arroja el maná en los dedos invisibles? Calles que ya
conocí con su corazón ambiguo, artilugios que doblan
sus miembros como avispas sin reloj. Extiende las axilas
y verás un relámpago de caballos, la carne que regresa
a su noche, los orificios del metal en cánticos de lucha.
Y es que más allá de los aires rojos, más allá de las
cinturas dúctiles que se muestran en catafalcos de
espuma, las espadas crujen y la sangre y el espanto
del fragor deja una huella informe sobre los
cuerpos dormidos. Las risas de los niños o el
circunloquio del memorándum estallan en nubes
escarlatas, corrompidas por la belleza de un señuelo.
Lábaros y estandartes, ponys aguerridos, el ajedrez
del arcano, la familias bilingues con sus emblemas
de luna, las águilas sin voz de un souvenir acrónico
o el pelaje de un latido, te comprenderán.

lunes, 5 de agosto de 2013

Ciudad del sur



Es la estrategia del fluido informe. ¿Qué palabra
volará sobre el mar, sobre el verde mar de mi anhelo?
Otra ciudad de luz infantil, sus calles no quieren
ser historia, sus balcones no definen el color,
gastados por un sol sin nombre.¿Volveré a esta paz
de motocicletas blancas con mis siete vidas vacías?
En cada esquina las sílabas son un mundo de cal.
Hay en el temblor de las palmeras un eco de náufragos,
el misterio de los galeones que llevan en sus vientres
la libertad y el trasluz de los estíos. El aire pasa
como una canción tibia que tras de ti se aleja.

La ingratitud llama a la muerte

¿Quién cuidó la inocencia con brazos de madre?
El egoísmo es así, no usa piel ni palabras, ni razón
ni oscuridad. Pero llega un momento en que la noche
se vuelve azul y las preguntas no callan y los silencios
tampoco. El hijo, entonces, se mira en el espejo de su
juventud y ve paraísos dorados donde solo existe mezquindad.
¿No recuerda el amor cálido y libre, los sueños que jamás
fueron historia, su propia sensación de lejanía? El presente
llama al dolor(porque es dolor el derrumbe, el sobajamiento
de la edad)y no hay justificación que pueda evitar el ocaso.
Tal vez los pájaros nos indiquen el camino de la luz, tal vez
dejemos al fin este país de sombras, tal vez no sintamos
nunca más el frío.

sábado, 3 de agosto de 2013

El mar



Somos el mar y yo. El mar de mi infancia
que ya no existe, el mar que es hoy un abrazo
frío que destroza mi edad.¿Cuántas veces ignoré
su aliento, su dolor o su cansancio? Hay en él
círculos donde aún nadan mis esperas, guarda
su compás el vigor de un cuerpo joven, las láminas
de haz de un faro antiguo, las escarpadas rocas
que labró tu beso. Desnudo mi piel ante su lengua
líquida, espío sus entrañas, turbias y amarillas
como una voz ausente. Tumbado en la arena el sol
me azota con doce agujas febriles. Todo me recuerda a ti
aunque tú ya no vivas en la luz.

sábado, 27 de julio de 2013

PASAXEIROS COMO TODOS(dedicado as víctimas do accidente de tren en Santiago)

PASAXEIROS COMO TODOS(dedicado as víctimas do accidente de tren en Santiago)

Cada vida que pasa procrea na luz da memoria.
Hai pouco eramos feras que negaban a fraxilidade
do mundo-qué hai mais permanente que o ensimismamiento,
o encontro na palabra, a visión dunha terra fecunda,
o xardín dos nenos ou a razón que vertida ao sentir
entrégase ao dialogo amable-. Un manto de calígine rouba
ás pálpebras o día, caen as sombras como afiadas
agullas, as voces feridas esixen un segundo de esperanza.
Nada queda aquí salvo a dor cega, o incomprensible
designio da morte que ignora o berro febril da inocencia.


PASAJEROS COMO TODOS(dedicado a las víctimas del accidente de tren de Santiago)

Cada vida que pasa procrea en la luz de la memoria.
Hace poco éramos fieras que negaban la fragilidad
del mundo-qué hay mas permanente que el ensimismamiento,
el encuentro en la palabra, la visión de una tierra fecunda,
el jardín de los niños o la razón que vertida al sentir
se entrega al dialogo amable-. Un manto de calígine roba
a los párpados el día, caen las sombras como afiladas
agujas, las voces heridas exigen un segundo de esperanza.
Nada queda aquí salvo el dolor ciego, el incomprensible
designio de la muerte que ignora el grito febril de la inocencia.

miércoles, 24 de julio de 2013

Habitación de hotel frente al mar

He confundido los elevadores con las venas del tiempo.

Un rostro, dos, los ventanales que engullen el mar,
el quién y el aquel en la pregunta de un teléfono móvil.

Son opacos los sentimientos, pero la sincronía escribe
flores negras en el devenir que sucumbe como la ola
naufraga.

El día mira el azul y las góndolas prohibidas.

El reloj late horizontal como un murmullo de ciempiés.

Son las horas el infantil quejido de esa luz
que vaticina su ocaso de inmemoriales espejos,
su voz de nauta.

sábado, 20 de julio de 2013

Contra la claridad

La claridad no es un don que impasible se ofrezca.

La claridad hiere las pupilas que aman la noche.

Hay en su ceguera un poso de obscenidad, una mirada
que desnuda el verbo intimo de lo oscuro.

La claridad agosta la flor del misterio.

martes, 16 de julio de 2013

El enterramiento

Por el triángulo de cal un hombre se aleja.

¿Cómo mirar un mapa de carreteras sin que nadie
anuncie la cicatriz del olvido?

Hay en la memoria un eco abstracto de voces o palabras,
de anticipos y renuncias.

No dibujamos la luz que yace, su caoba o sus flores
duermen como mariposas ciegas.

El trayecto merodea con susurros que son un río de antifaces
en el mediodía de julio.

¿Existe un trono en este jardín de almizcle?

Y es que ahora sólo se trata de seguir el ímpetu de la oración
mientras invisibles palomas se acuestan en el hombro de los recuerdos
y la paz(no la paz de las banderas, tan transitada, tan nombrada
como un sol).

Huele, sí ,el calor a bondad(tardía como el frenesí de un sueño),
pájaros azules en la añoranza, otros países en el verbo,
simulacros antes de que un automóvil escupa sus entrañas
en el corazón de la lujuria.

Y luego la doctrina aprendida por los fieles del naufragio,
el robinson amargo de los trampolines cuando extemporáneo
el mimetismo nos duela como un golpe o un ácido que ha roto
su círculo.

No existe candil en este frontispicio de azares, ni lógica que enrede
las agujas del tiempo en su razón misteriosa.

Queda la memoria de una piel hablante, la apariencia diminuta
de las horas que cuecen su cariño de alas sin nombre.

Quedas tú o queda ella, el roce de las heridas que persisten
en la ingravidez del día.

domingo, 14 de julio de 2013

Encuentro efímero

Hallarás un cuerpo de veintiséis vértebras.

Y tras él la canción prohibida, la magia de las noches
sin luz, el hermoso eclipse de las enaguas.

Ella busca el refugio de aún no sabe qué, sus pisadas
huelen a melancolía, a ginebra, a dosis de paz.

“Cuando dos extraños se miran el alma
el miedo se desvanece”.

Pero no es así, porque las sombras conducen a un lugar
dorado, a sus ríos atentos al color, a sus cicatrices
de fulgor y astucia.

¿De verdad es tan fácil escribir sobre el futuro?

Yo sólo sé que la perpetuidad engendra soliloquios.

viernes, 12 de julio de 2013

Dios y el erotismo según Bataille




"Cada uno de nosotros es incompleto comparado con otro: incompleto es un animal comparado con una persona, y una persona comparada con Dios, que es completo sólo en la imaginación".

"Hay en la muerte una indecencia, distinta, sin duda alguna, de aquello que la actividad sexual tiene de incongruente. La muerte se asocia a las lágrimas, del mismo modo que en ocasiones el deseo sexual se asocia a la risa; pero la risa no es, en la medida en que parece serlo, lo opuesto a las lágrimas: tanto el objeto de la risa como el de las lágrimas se relacionan siempre con un tipo de violencia que interrumpe el curso regular, el curso habitual de las cosas. Evidentemente el torbellino sexual no nos hace llorar, pero siempre nos turba, en ocasiones nos trastorna y, una de dos: o nos hace reír o nos envuelve en la violencia del abrazo... Es debido a que somos humanos y a que vivimos en la sombría perspectiva de la muerte el que conozcamos la violencia exasperada, la violencia desesperada del erotismo".