miércoles, 27 de febrero de 2013

Dejando que el tiempo pase


En la rótula de la humedad permanece mi infancia.

Ningún gesto, ni la memoria ni la piedra, ni el margen
de la incomprensión dejará su marfil en el calendario.

¿Quién no ha sido crisálida en el pantano nuevo?. ¿Quién
no arrojó la astilla que asfixia entre rocosas estatuas
el frenesí?

¿Y dónde la flor cuando amanece el verde en la prisión
y es el tacto la rama vieja, una sonrisa amable?.

Huele a sinfonía de futuro, pretil del día de cada día, mientras
naves intergalácticas se posan en tu pelo de margarita.

No miro las saetas porque existe un puente entre abril y el sueño,
en él las palabras arrojan su semen de desventura sin esperar oráculo
o canción.

Al amanecer espío el regreso de las aves que pueblan los tejados
de melancolía, hacen el amor como plumas metálicas, ingrávidas
en su zureo invernal.

Desde mi habitación descubro el temblor de la gárgola,
esa maravilla que el soliloquio envuelve con reflejos de luna,
metamorfosis de tálamos.

Entre las seis paredes el rostro de Mao dibuja una sonrisa perdida
(guardo aún los libros invencibles del misterio, la parusia sin ejes,
el sólido grito de la rebeldía, siniestro, amable. Loco).

Mis recuerdos son como una brújula ciega que parpadea ante el cuervo
que luce sotana y alcanfor. En las venas la sangre no conmueve.
Su mercurio es lluvia, su corazón una herida que fluye.

Nadie conoce el hostil aullar de los caballos, nadie atesora
la plata que se acicala y se dobla como un tallo de algodón.

Es sabia la vida cuando su apetito languidece y nos circunda
como hiena o crepúsculo. Detalles invisibles que serán la firma
de un pequeño dios, tan ínfimo, tan abstracto, tan apellido del ser.


viernes, 22 de febrero de 2013

Tren nocturno


El frio traía una oruga en el sexo.

¿Quién habitará el maquillaje de este tren
sin memoria?

Luces que parpadean, letras que impactan
en la noche como misiles rojos,
el silbido de las vías,
toda la exactitud que el invierno exhibe
como una ofensa.

Aúllan los gendarmes y su color no es ambiguo.

Otros paraísos elegirán tu isla,
pero tu trayecto será sombra,
perfil de una fotografía ya vieja.

Olvidada.


miércoles, 20 de febrero de 2013

El perdedor

No puedo desconocer las palabras. Nada dependía
de la luz ni tampoco del reloj invisible. Sólo
el verbo inició el romance como la brisa el devenir.
¿Qué adjetivos relativizaron la ansiedad del segundo,
en qué oscuras intenciones se refugió el más indolente
de los adverbios?. Antes me bastaba el color, la música
del silencio, un cuerpo cuya armonía danzaba, equidistante.
Siempre pensé que mi auténtico traje era la ilusión de una
juventud libre. Como cualquiera he vivido en un episodio
de mi, una posibilidad que en el fugaz instante se vuelve
real, materia sellada de lo idéntico, reconocible en su fin.
Ocurre que la muerte deja su huella en el seguro porvenir
y en la memoria, mientras el peso de la responsabilidad
va desnudando el ánimo. ¿De qué sirve la mirada tardía
del perdedor? Sólo en el imaginario se puede entender
una vida y hacerla soportable. Podría haber sido… pero
ya no seré.

martes, 19 de febrero de 2013

Fiebre



Volver al arrobo de la frazada, mientras la fiebre
quema en los párpados como un alfanje abrasador.

El niño enfermo necesita una mano que acaricie
su frente. Como un gorrión temeroso se esconde
en su temblor de infancia.

Y calla.

domingo, 17 de febrero de 2013

A los diecisiete

Tiembla el silencio de la médula como un devenir
de hojarasca. Mi número es alfil, mis rodillas alcanfor.
Será septiembre un ojo alado, un círculo insomne.
Existe un jardín cuya metamorfosis no entiendo,
niños de sal me enseñan su maquillaje de hombres rotos.

Y yo que no elijo mi sed, muero.


lunes, 11 de febrero de 2013

Un poema de Ramón Carballal(perdón por la tontería pero lo escribí hace tanto tiempo que parece que fuera de otro)


LE PREGUNTO A MI CUERPO

Dime si este lugar tiene forma, si
es árida o viscosa la piel que interroga,
si debajo de la materia, en su largo esófago
no hay un jardín que anticipa escombros.

Dime cuantas habitaciones tiene la ruina
y en cuantas de ellas los ejércitos han contado
sus bajas.

Dime sobre qué árbol de amputadas nieves,
sobre qué oración de muertos
edificas tu casa.

miércoles, 6 de febrero de 2013

La infancia queda atrás

Este camino que ha sido mi camino
es una llaga azul.

Tiembla lo húmedo junto a la estatua de flores.

Mi paso adivina el futuro ciego, la sonora
carcajada del niño libre, el aprendizaje que culmina
en oquedad.

Las persianas son ágiles como el céfiro del sur,
mis sueños han llorado por la multitud de fantasmas
que ya no me asustan, el sonido del reloj en la atmósfera
de sal.

Tu mesa, la mía, el horizonte sin hemisferios, la palabra que huye
del signo, en un rompeolas ágil, taciturno, almibarado.

Perseguir los botines de la duda como un perro
sin fe o un ciempiés de dedos ovales, herido,
múltiple, corrompido por un ajedrez de maldad.

Si algo existe, existe en la niebla de un caparazón inmóvil.
Igual que el nácar en la memoria de un silbido o la astucia
que crece y crece en el adiós.












sábado, 2 de febrero de 2013

Desesperación


Nadie quiere este porqué.

Ni la luz ni la historia.
Ni el magnetismo ni el fuego.

Un revólver anuncia la locura gris,
el escarabajo que huye,
la góndola del diluvio.

El fin.

ACUARELA(un poema de Aurora Luque)

Hay viajes que se suman al antiguo color de las pupilas.
Después de ver la isla de Calipso ¿es que acaso Odiseo
volvió a mirar igual? ¿No se fijó un color
como un extraño cúmulo de algas
en sus pupilas viejas? Lo mismo que en los pliegues
mínimos de la piel
se fosilizan besos y desdenes, así los ojos filtran
esa franja turquesa del mar que acuna islas,
medusas de amatista, blancura de navíos.
La piel es vertedero de memoria
lo mismo que el poema. Pero acaso unos ojos
extrañamente verdes de repente dibujen
empapados de luz
un boscoso archipiélago perdido.