domingo, 30 de enero de 2011

Te hablo mientras el tren siega la noche

Ven, acuesta tu brazo sobre el frío.

Es largo el tiempo de los rótulos cuando mi cadáver
arroja una estalactita siniestra.

Es largo, sí, el eclipse de una vida
con el cóndor y el mapa, con los trenes sin ocaso
o sus ventanas ciegas.

¿Adónde el limite o el espejo del marfil?

Tiempo y metástasis, luces, ¿de qué color?
y esa sombra que advierte la sincronía del reloj
o los sueños con su vértice de hojalata.

El viaje como un corazón sombrío, lunas que ríen
tras el pulgar amarillo, sonidos que han caído despacio
en el eco de un pensamiento.

Yo no sé de la llave, me acompañan los músculos
de la noche y el hogar sin dientes de lo posible.

¿Por qué no he pensado hojas? Brillan los cristales
y un ritmo inexacto nos conmueve.

Somos un acaso, un libro sin pretérito, la palabra
que se almidona como una verdad.

Nos basta un nombre para sentir el silencio
(y hay color y memoria, y signos
y el gusto amargo de una flor inmensa
y los ojales que cabalgan entre la mano maquillada
y los azulejos blancos).

¿Era invierno? yo vi la isla y soñé el pétalo y su eterna niñez.
Bajo el ágora los fusiles mienten, el sol es un aeroplano
que cabecea como un pájaro hermafrodita.

Un verso hubiera ensombrecido el dolor,
tan sólo un verso entre las rosas sin espejos.

Me duelen las palmeras o los teléfonos que hablan
de sí, de otro, de quizá.

Yo escribo con el rigor perfecto de una herida,
pongo adjetivos de metal, me desnudo sin entender la piel.

Y te busco.

jueves, 20 de enero de 2011

El Minotauro enamorado


Tú eres tu silla inmóvil.

Esa hojarasca de penumbra tras el cristal dormido,
en su equis o en su niebla.

Tal vez los hombros sin lluvia o las perlas(alguien
que enmaraña el deseo y se aprieta las manos
con cinco vocales rubias).

¿Quién encontró la palabra
más allá del silencio carmesí, del duende
o del ombligo diminuto de las horas?

Somos la comunión de la fe y el dolor, un mar de espejos
que no añoran la luz.

La terrible sed del óxido.

Y también el ansia y el miedo a las estatuas,
aquél aire de lágrimas y sol
en las ventanas del éxtasis.

Yo elegí los episodios del laberinto(dibujaba tus caderas
de enigma sin un verbo ni un abril).

Perseguía un color entre la incógnita y el olvido.
¿pero qué color?

sábado, 15 de enero de 2011

Ahora que ya eres olvido

¿Quién recibió la humedad de tu sueño?
En un jardín y en la metamorfosis,
en la escalinata roja y verde, en los metales
de un solo ojo, en los guiños negros del columpio.
Te vi con una mano escondida y un reloj de viento,
y más allá, en la musculatura de los collares
que abandonaron tu calor y tu sexo. Hoy
con la herida de los años abierta, en tu carne vigila
el candil de los omoplatos vacíos. Te alejas
con la bandera pirata de párpados azules.
Y yo no entiendo a la noche ni porqué
te nombro, ahora que ya eres olvido.

Hoy ha muerto mamá. O quizá fue ayer; no sé. He recibido un telegrama del asilo: "Madre muerta. Entierro mañana. Sentido pésame". Esto no quiere decir nada. Podía ser ayer.(Inicio de El extranjero de Albert Camus)

Yo tenía que haber sido juez, como mi padre. Pero después de leer esta novela(entonces era muy joven),me negué serlo. Ahora pienso que cometí un error. O tal vez no.

martes, 11 de enero de 2011

Creo que ocurrió en Paris

Fue un eco la prontitud del pájaro, túneles y músicas,
una radio que evita los idiomas y mil ríos de pretéritos
y azúcar. No hay rasguños en la fiebre, en el hotel
tu buscas mi memoria y es un racimo mi beso blanco
o mi alud. Treinta días como una firma vieja, crece
en las calles un sol de revista y en los labios de la
madame ningún oxido vigila el azar. Tenemos un
caleidoscopio en las manos y una ruta sin aceras.
Tú concibes el metro y yo divido las esquinas
con porcelana y hambre.¿Cuál es la cicatriz de
las hojas caídas? ¿El cementerio, la vida fósil
de las ocas, cualquier jardín que aún llora? Ven,
yo te enseñaré las huellas de abril, de un sur a otro
los pantanos blancos-no me creas, yo ausento el olvido
en cuadros y mapas, en alcohol de biseles y mar,
en los libros sin amapolas que han roído tus ónices-.
Nadie escucha la cansada alfombra del río. Son los tejados
un alba inútil, mariposean en los cristales verbos
áridos, seudónimos que se alejan como pájaros eléctricos.
Oh! la ciudad con sus golondrinas de azar y sus pensamientos
vacíos y rojos. No temas si el alba penetra en tu sed,
caen los olimpos con cúpulas doradas y en el rigor
de las estatuas yo encuentro una duda azul. Tú me
juraste que la arquitectura era un sello inmortal y yo fui
espectador y viajero con mi cornea oscura de niño.
Pero había castaños y matices, hembras locas
que escribían petunias en un cenotafio sin nombre.
Alguien recitó un vals o su signo, la sincronía dúctil
de las ojivas azules cuando tú y yo dejamos de ser
nosotros.

domingo, 9 de enero de 2011

Solo

Tal vez nos uniera algo. El mercurio de la voz,
los juegos, la casa con su roja serpiente,
el silencio de los mapas que no regresan.

Estoy solo y me alejo de mí, cual pájaro
dividido, muerto.

sábado, 8 de enero de 2011

El eco de la juventud

Una línea sin pájaros o el mercurio en los lunares
blancos.

Tú, la que mueve el tiempo, tú la duda
o la siembra.

¿En qué hogar las ramas, adónde las estrellas,
en qué país la roja pulpa del jardín?

Yo te amé en viajes oscuros(aquellos soles albinos,
el puente, las laderas de un río, la catedral abierta),
con horarios que azuleaban y bolsillos sin patria.

¿Y nuestro paso que durmió mariposas en un raíl?

Tuvimos una casa con ojos de azúcar, tuvimos el nido
de una garza o acaso los collares del diamante
( brillo y sed).

Ese era el eco de la juventud, tambores de sal,
labios que se arrojan como un manifiesto.

Huellas en un mapa frío.

jueves, 6 de enero de 2011

"Son las puertas cerradas de un pasillo de hotel,
lo que fueron los sueños, lo que será la vida".

Luis Garcia Montero. Del poemario Habitaciones separadas.

martes, 4 de enero de 2011

Mi oferta

En un bolsillo los mapas del mundo.
Te ofrezco mi hora de azúcar o quizá
la palabra en los posos del café. Un bar
donde crecer juntos, la mística de la luz,
el orgullo del fuego. Se quema la brasa
con cada párpado y tú me sonríes, sin
saber de doctrinas, libre como un sol
rojo.

domingo, 2 de enero de 2011

Imagen

Es hermosa, sí ,como una flor amputada.

Pero le cuelgan las arrugas y un cigarrillo
rojo tiembla en su mano. Escupe el humo
y frunce los labios. En el surco
de sus pechos la vida elige la llave o el sol,
su cruz de dromedario.