jueves, 31 de marzo de 2022

La iglesia

 

Este frío de incienso y musgo,
el silencio como una humedad de alfileres,
esa luz de cirios que mata la noche,
enfebrece el espíritu, recorre la melancolía
con espadas de sueño.

Pilares envejecidos, crucería en sombra,
un órgano de tubos dorados enhiesto en el adios,
y las capillas de atmosfera sempiterna,
vírgenes en arrebol, la sonrisa dulce de las monjas bajo la cofia,
una oración de humo que se eleva en espirales de amor.

El ábside y el cimborrio curvan su espalda,
en el altar, rosas y gladiolos,
un cáliz, la sábana de lino,
dos velas en candelero de plata.

Y la casulla inmaculada, y la voz perdida del oficiante,
las respuesta del coro y una paloma
cuyo dibujo aviva el rosetón en penumbra.

Yo rezo por quien no soy,
con mis labios de mármol,
con mi lengua escarlata,
con mi ansia de creer en esta luz
que, indulgentemente, me corona.

martes, 29 de marzo de 2022

Fue mi hogar

 

Recorrí los pasillos de la casa
y descubrí un laberinto.

Los espejos se superponen,
vuelvo a ser niño.

La luz es la misma, quizá, no.

Si me siento en el sofá,
me siento sobre la huella de mi huella.

Se oyen los ecos de una voz
que me aseguran es la mía,
tal vez nunca me haya ido.

Quien regresa y se cree otro
desconoce el secreto de no conocerse.

Lo que piensa de la poesía un mal poeta

 

La transparencia de los mundos exige palabras de claridad.

Mi orden, el trasluz, una llaga abierta
o el frenesí que brota del manantial alegre.

Esa herida que es un himno de elocuencia,
la rima o el verso libre, cayendo en arpegios,
en razón, en lucidez.

Busca dentro de ti la primavera,
siente las hojas tiernas de tu alma vivir en el precipicio del poema.

Hay cascadas de realidad, o álbumes surreales en tu quietud,
un enigma que intentas resolver, que transita y se sostiene
entre estrofas que anuncian el combate de los versos,
la huida del hiato, el hemistiquio que saja la noche del corazón,
la frase inaudita como un hallazgo estelar.

No sé si es un caleidoscopio o el agua clara que conecta la sed con la locura,
puede parecer simple cuando acaricia lo cotidiano, sorbe la vida y habla.
A veces se eleva y su canción nadie la oye, también procrea elefantes sucios
que se regocijan con la arcilla de los insultos viejos.

Yo escribo porque amo los episodios de la luz,
el mensaje del ayer, la claraboya irreal de los sueños.

Cualquier poesía es buena si descubre un mundo.

sábado, 26 de marzo de 2022

Palabras para una carta sin remite


Pensé en escribirte, pero no lo hice. Ahora escribo para mí,
pues soy tu yo ausente. Éramos jóvenes como dos preguntas
invisibles, de los trenes el sueño, de la arquitectura de las fachadas
un orden antiguo, de los cines un refugio multicolor, de vidas
sin cepos, de cósmicas arterias que encendían el músculo
de un lienzo albo. La mirada es un sortilegio sin voz, tus pasos
omnívoros trazan redes de hilos, arácnidas líneas donde pisa
mi ayer su raíz átona. Volverán, acaso, los ejércitos del amor
a diluir la nieve. Ah! Eras tú la ciudad roja, lo supe, al viajar
en tu enagua que, lentamente, se posó en los nudos de mi ardor,
grácil pájaro de seda que se ejercitaba en el vuelo como una brizna
elíptica que trazase ondas azules sobre las nubes grises del día.
Tú y los tobillos encendidos de la noche, ese misterio de hadas
cuando los espejos te buscan y un corro deletrea las sílabas
que fluyen por las esquinas del devenir. Teatros, la alameda
de mayo, el cantor de jazz en tus labios, el cabello con tez
de trigo, un perfil donde el sol es un eclipse de luna; y esa
sensación de que a ti nada te importa, ni a mí tampoco.

 


viernes, 25 de marzo de 2022

Seré araña por ti


Te espío desde el zócalo de mi puerta.

Soy la urdimbre, el hilo amante,
un rosetón sin color.

Por la noche tejo una red de plata,
etérea en la sombra, una retícula elíptica.

La lluvia es un carnaval que puebla mi geometría,
la diluye en espirales, rombos, paralelepípedos
que sangran lágrimas de luna.

Déjate atrapar por mí, aunque no quieras.

miércoles, 23 de marzo de 2022

La rosa

 

Creció la rosa y no lo supe,

me volví piedra y silencio.

Desperdicié la flor y su belleza.

Ahora es tarde, y sin embargo,

aún imagino cómo es una rosa.

La ciudad inventada

 

En los Olimpos de la luz se derrite un óvulo primigenio,

redondez clara, traslúcida quietud del magma umbilical.

 

Suda la núbil primavera en los jardines por nacer,

el cuervo blanco vigila entre la sombra la unción de los equinoccios,

la vida se vuelve vida al desdoblarse como en un juego de álgebras.

 

En el cardumen del tiempo este niño  aprende de la luz, la memoria,

de los himnos, el silencio, del sur, su querencia norte.

 

Ya lo sé mama: “pórtate bien, di que si a todo, intenta sobrevivir

en la corriente del río como una hoja sin raíz”.

 

Primero ser jauría- para ladrar, para morder en la médula,

para ser dios y matar el ángulo inverso de la costumbre-

después ladrón de besos en los sótanos, bajo la lluvia,

o en los arquitrabes sombríos del crepúsculo, un nido.

 

Calla el mar al verte, los cipreses son orondos, ahítos

de muerte, las golondrinas llevan en sus picos espejos,

porque ansían mostrar al mundo su locura.

 

Yo quiero vivir en una nube escarlata que atraviese el sol,

quiero ser un Peter Pan anciano, sin Wendy, ni Campanilla,

en este país de Nunca Jamás que ha estado aquí siempre,

quiero serpentinas en las estatuas y farolillos en los árboles,

automóviles  que den marcha atrás a los sueños, y rosas

de cristal que se conviertan en ojos de cuarzo.

 

Es curioso el enigma de la ciudad, la que vive en mí,

única, ausente, irreal como un delirio que puedo tocar

con mis índices sin patria, que puedo sostener entre mis labios,

como un ósculo que aprisionara la geometría de la luz.

 

¿Y ahora, dime, qué ciudad es esta, que ni yo mismo conozco?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


lunes, 21 de marzo de 2022

Juegos

 

Detrás de la palabra que te di
hay mil palabras mudas.

En mis pensamientos, vivías otra vida,
en tus pensamientos, yo no viví.

Te regalé tantas sombras ignoradas,
en mis deseos, en mis ansias,
en lo que nunca supiste.

Mi otro yo nació de ti y es más real que yo mismo.

No sé por qué jugamos a desconocernos,
si tanto nos conocemos.

domingo, 20 de marzo de 2022

Hermanas

 

Ellas nunca hablaban conmigo de sus viajes.
Se marchaban, sin más, como pájaros sin regreso.
O eso creía yo. Al final siempre volvían, agitadas,
alegres, fascinadas por lugares que yo ni podía concebir.
Y me traían pequeñas cosas: el escarabajo de Egipto,
la cerámica de Méjico, un juego desconocido de algún
país de Asia... Siempre ocurría en verano. Luego me
sentaba frente al mar y evocaba yo lo que entre risas
llenas de felicidad me contaban. Con los años también
hice esos viajes pero nunca sentí como entonces la alegría
del niño que sueña historias fabulosas, que imagina sobre
el poso de las palabras paraísos invencibles, héroes de carne
y hueso entre las manos.

La casa

 

En los escondidos omoplatos de sus pilares, mi voz.
Sangra su canción que no recuerdo, en los alveolos
de su noche yo encendí hogueras azules, en el pasillo
longilíneo recibí la nieve de la vida, su agua fértil.
Desde sus ventanas el cosmos es un niño alegre,
la música, los juegos, las palabras y los silencios,
todo escancia ese licor donde germina mi ser.
Un pájaro sobre el tendal, tus ojos que presiento
sin luz, porque el hada nocturna llega y se cierran
los párpados, porque no estás, y te imagino aquí,
aún dormida.

sábado, 19 de marzo de 2022

Una isla en mi alma


Esta luz, el fulgor que la ciudad esconde
en su ventrículo impar.

Y yo que nací de la explosión del verde,
en una patria de agua,
bajo un hemisferio de árboles oscuros,
sin voz en mi rostro.

¿De qué huye el alma si no es de su noche?
¿Tal vez se exhibe igual que un alhelí fosforescente,
atrapada bajo el hormigón de los nuevos edificios
como sillar de luna, como olivo que en la testuz
del gran monstruo de cristal aún reivindica su raíz?

Hay soledad, sí, la sombra del ser cuaja en los charcos,
y yo la piso, frágil, porque avanzo sobre una piel
de calles de vidrio, de farolas apagadas en plena quietud,
de inviernos que gotean en las marquesinas
-no es invisible el escalofrío de los plásticos,
ni la góndola mojada, ni el panel que indica,
entre líneas, los destinos que brillan como fósforos
inmaduros ignorantes del por qué de su luz-.

Pliego mis párpados y son las voces del tránsito un coro de anáforas,
la noche reluce en esta vía de neones, bares de insomnio,
cines que anuncian lo que la vida le roba a la vida,
más allá, en el horizonte, un halo de luciérnagas,
serpiente de autos inmóviles, como puntos rojizos, azules
o de ámbar, prístinos, latiendo en hilos de minúsculas
luces, que observo junto al semáforo sin paz, con la sincronía
de sus tres colores, un ritmo de ángeles bajo la metálica razón
de los cables eléctricos.

Llevo tres días de ficción detrás de lámparas que irritan mis ojos,
llevo un almanaque de cifras antiguas que fui tachando
con matemática fe, ahora las vaguadas y los bulevares,
las plazas y sus próceres, los estadios que gritan,
los eventos desnudos, los naranjos marchitos,
el impudor, la nostalgia, el viento norte,
son la memoria.

Todo se mixtura y yo siento cómo crece una isla en mi alma,
una pequeña isla, apenas un volcán virgen, un oasis de lava
dulce donde poder refugiarme, como un náufrago feliz.

miércoles, 16 de marzo de 2022

El carnaval de los cuerpos

 

Una paloma crece en el bies de tu mano,

un alambre es tu esqueleto, dúctil,

insomne, como el arlequín bajo el cenit de la luz.

 

Llevas en los bolsillos un tren,

un tren de hojas perennes que viaja al sur

igual que una golondrina fugaz.

 

Compartimos los ecos de la noche,

las gárgaras del ardor entre palabras de humo.

 

Es verdad, somos jóvenes y reímos bajo la lluvia,

sin querer nos elevamos al desnudo

como un cohete de invierno que iluminase las almas oscuras,

que arrojara una lluvia de cometas sobre el silencio,

que ejerciera su piafar de nube escandalosa

y llamara a los corazones iguales,

 a vivir, a estallar en la finitud del día.

 

Carnaval que a todos envuelve,

la llamarada de los cuerpos en un halo invencible de átomos diminutos,

de caracolas de luz, de neón que se vierte en la negrura

como la luciérnaga se entrega a su rama de oro ambiguo.

 

Ven al sol que nunca amanece, porque está en tu iris y muere en él,

se esconde para mí, estrella tímida de las constelaciones

que has inventado, al mirarme, al romper el hielo de la palabra,

al arrojar tus cadenas al pozo del desconocimiento.

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 13 de marzo de 2022

Rebeldía

 

Siempre regresa la noche, no la luz.

Aquí, en el hoy, niego la noche, me

vuelvo luz. Aparto de mí el silencio,

la negrura. Soy la claridad que vence.

Un segundo de ti

 

El gris es un infinitivo entre la niebla,

pájaros líquidos en un cielo de esponjas invertidas

-como en un cenotafio de agua pura que goteara su sed

 bajo el fulgor de la noche-.

 

Llegas, puntual como un espejo, cuando mi sombra retrasa su ausencia,

carne que levita sobre los ventanales grises, las piernas, dos tallos,

agujas encendidas que coronan al viento sur

que, levemente, traspasa tu piel.

 

Yo, espectador nocturno, desconozco los artificios

que tu cintura eleva sobre el río de la gente

que pasa, pasa, en un magma de alientos,

en un calor de bocas univocas

por la calle central de una ciudad sin aceras.

 

Del roce huyes como un palomo recién nacido,

tímida, huidiza, intentas volar, intentas hablar

y, tan solo imaginas, un idioma en las nubes

de sintaxis azul.

 

¿Cuál es el color de tus ojos, si hay algas detrás,

o un mar sin brillo, o besos que la tierra lanza al iris,

sembrado de raíz y pétalos caídos?

 

Las voces del frío me confunden, y es que, en los intersticios,

oigo tus pensamientos, como la bruja oye el latido de la nieve,

en qué vestido naufragas, por dónde  tus pechos que, bravíos,

interrogan al frenesí de los viandantes.

 

Tendrían que existir guirnaldas y farolillos,

un haz como fosforescente candil a tu paso,

un crisol que huyera contigo hacia lo oscuro,

un satélite virgen que acompañara a la elipse

por donde rotan tus pies sin alas,

el giro de tus caderas en el carmín de los equinoccios.

 

Ya ves que un segundo de ti equivale a la eternidad de mis sueños.

 

 

 

 

 

 

 


viernes, 11 de marzo de 2022

La vida

 

Yo sé que la vida es un regalo. Piensa en la luz
que se abre cada día como un pétalo, en los ríos
que, como tú, se aventuran a la muerte pero,
mientras tanto, cantan. En el susurro que ya conoces
porque es tu amor quien habla, en el mar bravío, distante,
siempre tenebroso, como un misterio. Piensa en el aire
que respiras y alimenta tu futuro, en los hijos que tendrás,
o no, en las ciudades que esperan tu sombra, en los trenes,
sin fin, que recorren la espesura, en el arte que es un desafío
contra la muerte. Piensa en la luz que ilumina la noche ciega
como un ángel de claridad, y después, vive, cabalga tus sueños.