miércoles, 31 de marzo de 2021

La vida

Había perlas entre algas
y cisnes de alambre donde vi tu casa.

Había espejos de dientes verdes
y un sol de margaritas que sufre.

Era tu sueño un príncipe invertido,
desnudo y fértil como un avispero de luz.

Dijiste, caracol vertebrado, nutria de ojos blancos,
sierpe en el almendro que oscurece su sed
en un diálogo de bocas sin nombre.

Dibujé una colina y un mar en los desiertos de la luna,
sentí la fibra del musgo, caliente como un hilo de magma,
aquel caramelo que sudaba bajo el calor inútil de agosto.

Llevaba un carmín antiguo en los bolsillos,
las palabras del olvido, el agua incandescente de la derrota
y la mustia cicatriz del silencio.

Pero al alzarse el rombo de tus rodillas con veletas sin norte,
al existir círculos de fuego en el sintasol de tu casa,
al incendiarse los contornos igual que icebergs azules en un lupanar,
yo soñé una metamorfosis geométrica, perfilada,
rasgos que viajaran en el aire hasta mi pupila
como insectos laberínticos que revivieran al morir
tras el adulterio de ese vector que nos divide,
el que de pronto recorres con el pórfido del cantil,
firme sillar de los cuerpos
que devoran una milésima de quietud,
el instante en que los pistilos se encumbran,
trompetas del azar, arlequín oscuro.

Creció el alfil de los espejos,
la vida es un episodio donde los ángeles aman a las sombras,
la vida que seduce al témpano,
la vida que me busca donde existen las huellas del diamante,
el grito del jaguar, las anémonas multicolores
que habitan este océano reseco.

martes, 30 de marzo de 2021

En tus rodillas se crían águilas de espanto

Dentro del diamante tu hogar.

En un espejo y en otro y en otro
la virtud del cuerpo que halla o no halla su eclipse.

Busco un ojal invadido de almendras,
elijo el pretérito en tu labio blanco
y verde.

Me llevas al crepúsculo, a mil batallas,
a esa noche que es filamento de perdón.

Tu rostro navegó desoladas islas
y en tus velas blancas la herida perfuma
la ojera de un mar de plástico.

¿Qué seda es la tuya que no acierta en su mástil?

Calle arriba o calle abajo tu cintura ya no gime,
recuerdo tu nombre como una espiga vertical
y la humedad del eco en mi costilla
cuando el rocío me hiere.

Yo quise decir “corazón de pájaro” para que vieras mi prontitud
o mi reflejo.

A ti te gusta lo que no puedes ser,
la sangre en el perfume,
el cartílago que ama las vocales,
el paraíso donde los muslos son un refugio
o una quimera.

lunes, 29 de marzo de 2021

Tu amor

Hace frío en la caverna donde mascullas la luz,

llego, me iluminas y no sé qué decir. 

Me abro a ti como una planta se abre al día, 

sin ayer ni mañana, 

con este resplandor febril

en las hojas.

domingo, 28 de marzo de 2021

Atiéndeme

Un rubí de aire en la columna,

el túnel sin vidrieras,

solo acanto, fragilidad

y un código innombrable.

 

La garganta del pub, roca de papilas sin sal,

música en el horario de los espejos,

la astucia del dintel cuando mi lengua vibra

al llegar como un silbo de lianas y humus de río

hasta los párpados del color.

 

Te invito al cristal iridiscente

donde tu imagen son gárgolas de arco iris

y un rosal en los labios

danza con insomnios de eclipse.

 

Es la quietud un cuervo alegre con sus alas de canela

y su brillo de azabache, olímpico

como un cromosoma lunar.

 

La llovizna en la sien de un dios que llora,

el arco sin golondrinas nos protege,

la astucia de los mendigos sabe a tiempo roto,

abraza mi voz y mi silencio de azufre,

atiéndeme

porque yo soy igual que tú,

y aun así me ignoras,

me ignoras.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 27 de marzo de 2021

Viaje de mí a mí

Yo llevaba la lluvia en tu nombre, el sol

y sus llanuras de luz, los frutos como islas

en el corazón de la piedra, la mar ceniza

o gris de espejo, o nube con olas de platino.

Y la calima con su miasma de perlas, la flor

silvestre y el vuelo nómada de las aves canoras,

el opúsculo en unos labios de cal, la mandrágora

imberbe sobre el azúcar, los himnos del sur con su piel

oscura de lenguas sin voz, la fronda y el desliz de tus

ojos azules. Mis recuerdos confunden otoños y veranos,

rocío en junio, playas de septiembre con su luz inhóspita,

un abril sin palmeras, tu soliloquio en un avión de alas rojizas.

Y la vuelta a mí, sin estaciones ni branquias del azar,  

hasta mi centro, que siempre ha sido el mismo.

 

 

La fe

 


Es como sentir un ángel de paz en el sueño, sin adjetivos,

como una glicina que trepa hasta el azul con gorriones vírgenes

en su piel, es la nomenclatura que irradia luz, cohetes de adviento

en el pulgar donde las luciérnagas giran, es una alquimia y un muro

abstracto sin rótulos, sin ejércitos de letras que regalen un significado

a la luna. Rezar al sol sin el perfume de la ruleta rota, dormir con una sábana

de amor en el vientre, implorar al desnudo eje del tiempo una flecha

o un alcázar que dé memoria a la nube de este equinoccio que nace

en un óvulo y acaba en el sur del silencio. Mi ansia son dos campanas

ciegas que repican inmóviles, intuyo un clamor de plegarias en la negrura,

es la estridencia insomne de los vencejos; yo quisiera preguntarles si

existe un cielo para los pájaros, y, si no, el porqué de tanta alegría.

 


viernes, 26 de marzo de 2021

El reproche

 Un arrabal donde yace el niño que fui,
el techo solano y el efluvio del árbol,
un puente y un calvero en la mitad de la nada,
una luz de estrellas que se duerme en mi rostro,
un pajar solitario, la mansarda del olvido sin llaves
ni lucerna, el calor de unas llamas y el esqueleto
de un edificio en ruinas, mi automóvil blanco
en un parking de autopista, la cueva escondida
del anacoreta, un portal vacío o un cajero automático
en la calle más oculta. Y aún dirás que no he vivido.

jueves, 25 de marzo de 2021

El vigilante

 Tantos ojos sin órbita,
un fluir de lunes en el aire,
ágil como puñal que clava su memoria
en el cuadrángulo de un dintel,
en la fiebre exhausta de un espejo abierto al día
con signos de luz y párpados como túneles
en las isobaras que flotan.

Mirar y ser mirado bajo un friso cinético de carne y alas,
la exactitud con que la herrumbre del portal
explora el mercurio de las voces,
un claxon sin herida,
un fruto en los árboles del bulevar,
el gesto repetido del negociante.

Persiana arriba la vida, persiana abajo el sueño,
tus pies que se alzan con botines rojos,
el diálogo en las aceras como humo de sinrazón,
la cariátide bajo el rótulo, hembra de la luz,
vestidura de mitos,
arcángel invisible de las marquesinas;
hidrófila sed de una lluvia que deposita en mis ojos
un segundo de ufanía, una caricia desde la atalaya
donde las agujas del reloj
dicen que es la hora en que todos despiezan
y engullen, sin piedad, el soliloquio de un plato,
su alimento frugal, el diapasón donde mis iris
vigilan el latir de un mundo que es ayer, mañana,
hoy y siempre.

martes, 23 de marzo de 2021

Si quisieras bailar conmigo

 Así sobrevive el después, como un pájaro rubio

o una diadema en el trasluz del silencio.


Dibujaste un horóscopo con signos de mar,

tú sabías que los peces son destellos de rubí,

que los albatros mueren en círculos de fuego,

que los delfines se eclipsan para ser rosas negras.

 

Procedemos del aire salino, sumamos sin fe

un haz y un abril de espumas,

oímos el crepitar de los cristales con océanos en la sien

y burbujas de témpano en la distancia.

 

Pero hoy la ciudad es de granito, su jaspe motea el recuerdo,

las flores rezan en racimos de lluvia, enrojecen las campanas

con himnos de ruiseñor y lentos azúcares de nube.

 

Acompáñame con los botines altos,

se adhiere a la fibra azul de tu nylon un vigor de gacelas,

no me cuentes de los faros heridos ni del molino viejo,

tampoco del agua o del lapislázuli que fulge en tus areolas de niña.

 

Un sábado de invierno las persianas se alzan porque revive la luz,

tú sabes que hay planetas sin memoria

que giran sobre la hiel de tu pelo cósmico;

conoces la escarpia que mora en los dientes del ansia,

incrusta lunares de sinrazón en tus ojos

mientras acude a ti un fluir de índices,

su designio, su eléctrica ceniza

fusiona mi espectro con tu carnalidad.

 

La cruz de los murciélagos es un divagar de pájaros,

en el eje de la plaza el carmesí de los trinos vírgenes,

una victoria de alas encendidas que iluminan nuestros nombres.

 

Si quisieras bailar conmigo en círculos o en los transversales flujos

de esta luna amarga, yo solo recordaría una sílaba sin voz,

un rocío de asteroides

como nieve azul

entre tus senos.

 

 

 

 

 

lunes, 22 de marzo de 2021

Iluminar tu noche

Hay un precipicio de brumas, un humedal frío que llora.
Y en el núcleo del día un látigo fluorescente de candelas.
El oro y el rayo ágil del resplandor, la cósmica
ambivalencia del oxígeno, el helio que cae con rizos
de dama, la sed del fotón que estalla en claridad,
ola nueva o espejismo. El nácar en tu seno
como un misil de perfumes alados, miríadas
de arterias blancas en una cabellera que fulge.
Y un oasis en la nieve, temblor albino del misterio.
Y yo que al ver tu huella escarbo en la luz solo
para que reviva en mí, por un momento, tu noche.

domingo, 21 de marzo de 2021

Aprende a vivir en el lado oculto de la luna

 Abrirse y enmudecer,

el cántico del miedo es abstracto,

un hilo de humo sin vértebras,

la desnudez del hada en la cordillera de los divanes,

el hospicio de las Madame tristes

sin ojal ni ramos de azur

ni ventrílocuos en la sien.

 

Nadie sabe que el vidrio oculta una voz,

todos ignoran el tacto de la palmera,

el de la hoja trilobulada que acaricia el gusto como una sierpe húmeda,

algunos eligen la metamorfosis de un río

cuando por la glotis de la virtud se enciende un fósforo de llamas verdes,

la laguna sin hemisferios que el éxtasis seduce con columpios y guirnaldas.

 

Este hogar de lagartos azules yace en el nido de la historia,

verás los laberintos de cal donde las alas de Dédalo mudan su piel,

conocerás el musgo de la hojarasca, su arácnida sed,

el pavor del petirrojo, la costumbre de lamer el corazón del futuro.

 

Mientras tanto,

bosques de luna llena y lápidas de mármol granate

en círculos sobre la testuz del viento,

la demora es un don, la desidia un berbiquí sin hélices,

el insomnio de las golondrinas la música en los iris

de una novia febril.

 

Me buscan Atlántidas de amor, sus orillas de nieve,

sus alondras de sal son barcos invencibles que navegan la sangre,

el canal insomne de los ecos.

 

No sé si lo que digo tiene un color,

si la llanura de este país que se agita en mi boca es un sur gélido,

si has llorado alguna vez

como si un film trasnochara y fueras tú un dios sin arterias,

una lagrima fósil que se inventase un mundo

donde poder aullar con la voz ininteligible de los monstruos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes, 19 de marzo de 2021

El banco del parque

 


Todavía se siente árbol
y no obra pulida,
tablón ajado,
madera sin color.

Sus pies son un racimo de hierro,
una raíz vertical, forjada sin destreza
que surge entre la tez
y el frío senil
de los días de invierno.

Escucha la palabra y a menudo el silencio,
la risa de los niños,
el espacio sin palomas
donde las confesiones hieren;
el sol derrama un frenesí de luz en la faz de su piel,
el amanecer o el ocaso alegran su aliento
con rebumbio de pájaros.

Pero también hay fidelidad,
en el hombre que silba despacio,
en la romántica ensoñación del adolescente,
en la inquietud que nace de unos ojos caídos
en la desesperanza.

Su condena es la mudez, la vigilia del secreto,
no es refugio de intemperie, sino altar
de plegarias sin voz. Antes fue semilla,
tronco altivo, hojas y verdor;
hoy se dibujan sobre el barniz de su frente
inútiles palabras de ausencia.

miércoles, 17 de marzo de 2021

El cartel

La mujer anónima

mira el cartel de la marquesina,

temporada de rebajas,

la primavera en sueños.

 

Los autobuses son rojos,

como bañados en sangre,

bufan entre el óxido y las bocinas,

leones con números en los párpados

y un destino de suburbio.

 

El joven deja su sitio con la languidez del disimulo,

se avergüenza de su sensibilidad,

mariposa en el cristal

su cuerpo de ángel.

 

Móviles infantiles y mundos en los ojos,

soy yo quien habla conmigo

porque nadie habla cuando mueren los semáforos.

 

Yo sé que los inquilinos esperan un mensaje,

una dirección,

un acento,

la voz metálica del bus

es una canción de cuna,

invencible como un edén.

 

Me bajo con dos palomas ciegas,

piso el asfalto,

he vuelto al cartel

donde se anuncia la última temporada de los sueños.